Capítulo 9.

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Richie y Bill se sueltan de las manos apenas se dan cuenta que las llevan entrelazadas y desvían la mirada hacia lados contrarios.

—Emm, Bill...

—A-Ahora no, Richie. N-No es b-b-buena idea— es todo lo que Bill se limita a decir.

Richie suspira. En cierta forma lo entiende, no es momento para hablar de ello, de... el beso.

Pero, entonces, ¿cuando es el momento?

Richie bufa sonoramente, como indicando que quiere decir algo más, y Bill alza una ceja.

—¿Qué?

—Se que te gusta Bev, solo tenías que decírmelo— masculla Richie y, sin darle tiempo a Bill de corregirle o darle la razón, se va corriendo por los pasillos.

—¿Qu... ¡Richie espera!

Pero Richie ya se ha marchado corriendo. Bill se muerde el labio inferior, frustrado. ¿Está confundido? ¿Es eso? Pero... Richie... el beso...

—Agh— se golpea la cabeza con ambas manos.

—¿Bill? ¿Estás bien?

Alguien se acerca a él, mirándolo con comprensión.

—¿Bev?

....

A Beverly le gustan las aventuras. También los retos. Nadie puede culparla, dada la vida que lleva en su casa con su padre.

Beverly a querido ver que pasaría entre Bill y ella incluso desde antes del comienzo del verano. Bill es adorable, lindo y atento. Es Bill Denbrough, joder.

Sin embargo, lo que sucedió en la última fiesta cambio las cosas para ella tanto como había cambiado para los otros.

Beverly tiene esa extraña relación con Richie de... ¿amigos con derechos? ¿es eso? Y le parece que Bill Denbrough es muy lindo, pero... en la fiesta...Ben...

Debe reconocer que nadie nunca le había recitado un poema, y aunque Ben estaba un poco borracho, fue muy lindo. Y ella no es tonta, nota como Mike mira a Ben, pero, a veces, a veces quiere intentarlo.

—¿Te sucede algo? ¿Aún estás preocupado por Eddie?— le pregunta Beverly a Bill, al verlo tan ofuscado.

—Si...N-No... E-Es...Es c-c-complido— Bill suspira y se deja caer en uno de los asientos. Beverly se sienta a su lado.

—¿Enamorado?— bromea Bev, pero al no oírlo reír se da cuenta de que a acertado.

—Estoy muy confundido, Bev— Bill hunde la cara entre las manos.

Beverly sonríe. Quisiera decirle que lo entiende pero, ¿acaso ella entiende lo que es enamorarse?
Así que le da un abrazo, que es lo único que le queda para darle apoyo. Bill se muestra agradecido por el gesto.

Y Richie los mira y suspira.

—¿Quién me habrá mandado a enamorarme?— se regaña a si mismo, decidiendo ir hasta la azotea.

Entre Bev y él, es obvio a quien elegiría Bill...

Ahora si que necesita un consejo del bueno de Eddie o el sensato de Stanley, pero ellos están ocupados con sus asuntos.

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Where stories live. Discover now