Capítulo 10.

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—¡Más rápido!— grita Mike, que va al último, protegiendo la retaguardia del grupo.

Todos pedalean lo más rápido que pueden, agitados. Bueno, todos excepto Eddie, que va literal sentado en el gran canasto de la bicicleta de Mike jadeando tan trabajosamente que de verdad parece sumergido en un ataque de asma.

Richie y Bill van al frente. Stan, Ben y Bev en el centro.

Y atrás de todo el grupo, se oyen los gritos desquiciados de un Henry Bowers cubierto de sangre.

—¡Los atrapare, malditos perdedores!

Oh si, porque ellos ahora son "El club de los perdedores". Tiene clase, ¿eh?

—Deprisa— jadea Beverly.

—¡Ve a lamerle los huevos a tu padre, Bowers!— le grita Richie desde adelante.

—¡Beep beep Richie!— lo hace callar Stanley.

¿Cómo acabaron en esta situación? Bueno, todo comenzó más bien dos días atrás...

....

[Dos días antes]

No tardaron en dar de alta a Eddie del hospital y, por supuesto, todos los chicos fueron a recibirlo, y cada uno le firmó el yeso con su distintiva caligrafía.
Stanley fue el último, por lo que dibujó un corazón disimuladamente al final y Eddie sonrió, enternecido de verlo.
Ellos aún no dicen nada a los otros sobre lo suyo, pero ya lo harán a su tiempo.

Bill y Richie se evitan desde su última charla. Más bien, Richie evita a Bill y Bill no se atreve a acercarse a Richie. Si, las cosas están un poco tensas.

Mike, Ben y Bev, por su parte, guardan una complicidad extraña. Y Ben está muy, muy confundido.

Al salir del hospital, los chicos van a los barrens. Charlan y celebran. Luego, al volver, va cada uno por su cuenta. Eddie, Stan y Richie acaban por volver juntos. Y si, probablemente fue un error tomar la ruta que pasa por el frente de esa aterradora casa en Neibolt Street, pero ya estaban allí.

—No se que haces aquí si tu casa queda por el camino contrario, Richie— masculla Stanley sin malicia.

Richie desvía la mirada. No puede decirles "Pues estoy evitando a Bill. Ya saben, porque lo besé" ni tampoco "No sabía que acompañaría al pequeño spaguetti, y quería pedirle consejo sobre Bill. ¿Qué no sabías? Besé al tartaja"

—Había que cuidar de Eds ¿no?— es lo primero que se le ocurre decir—. Y, me caes bien Stan, pero no tardarían en quebrarte más de dos segundos.

Stanley se sonroja y baja la vista al suelo, avergonzado.

Eddie, por su parte, le propina a Richie un golpe en el hombro.

—No seas tarado— y luego agrega:—Y no me llames Eds, sabes que lo detesto.

Suena el reloj de muñeca de Eddie, que le avisa que debe tomar sus pastillas. Saca el pastillero de su cangurera.

—Esperen un segundo— pide.

Se han quedado parados justo en frente de la casa Neibolt.

—¿Qué es eso? ¿Tus anticonceptivos?

Eddie rueda los ojos.

—Si, los guardo para tu hermana. Ya cállate.

Y entonces, al mismo tiempo que Eddie esta abriendo el pastillero. Un grito aterrador se escucha desde el interior de la casa Neibolt.

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu