Capítulo 16.

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—¡Una linterna, joder!— masculló Beverly, tropezando apresuradamente para encontrar el bendito objeto.

Oía movimientos. La respiración silbante de Eddie, exclamaciones de Stanley, Richie profiriendo una sarta bastante creativa de palabrotas. Mike, Ben y Bill eran más cautos, pero los escuchaba de todas formas tropezar contra los muebles y estantes, inquietos.

Entonces, Beverly pensó en lo que acababa de ver. ¿Había sido real? ¿un espejismo? ¿un reflejo? Apenas si había alcanzado a verlo, pero asustaba.

Escuchó la puerta de entrada de la cabaña azotarse violentamente. Bien podía ser el viento, pero también algo podría haber entrado.

De todos modos, estaban apunto de averiguarlo.

Mi casa... Devuelvanmelos...

Eran lamentos inconexos dichos por una voz espectral. Definitivamente algo había entrado.

Devuelvanme a los niños...

Beverly tropezó con algo. Se agachó y buscó a tientas la linterna. Sabía que la tenía cerca.

Devuelvanmelos...

—¡Richie!

—¡Bill! ¡Ayúdame!

Ruidos. Golpes sordos.

—¡Sueltame, maldita hija de puta!

En el caos que Beverly no veía, el fantasma parecía reclamar a Richie (quería llevárselo) y comenzó a arrastrar a Bill consigo.

Los niños... Devuelvanmelos— aún si sonaban como susurros, el espectro estaba gritando

—¡Bill!— Eddie tomó a Bill de la cintura y lo tiró hacia atrás.

El fantasma vio entonces a Eddie y le cogio el rostro con ambas manos. Eddie no pudo moverse, como si de pronto una fuerza externa lo hubiera convertido en una estatua viviente.

Mi niño...

Vio algo en Eddie, claro que sí.

Mike trató de intervenir, pero lo que intentaran traspasaba al fantasma, y este no soltaba a Eddie. Al contrario, parecía estar viendo dentro de él.

Como ninguno de los chicos podía ver en la oscuridad, más parecían estar haciendo el ridículo.

Beverly encontró la linterna (de las más modernas, cortesía de la madre de Ben) y la encendió. Apuntó rápidamente hacia los chicos.

Richie estaba tirado en el piso, como si lo hubieran empujado. Mike estaba ayudando a Stan a levantarse, y Ben recogiendo los lentes de Richie. Pero todos se detuvieron cuando, a la luz, vieron que dos personas faltaban.

De Eddie y Bill no había rastro.

....

—¡Menuda mierda!— Richie pateó la pared. No estaba molesto, sino desesperado (y se sentía algo culpable, el fantasma debió llevárselo a él...)—. Vacaciones de las vacaciones y un cuerno. Deberían haber puesto un maldito aviso. Algo como: "Cuidado, fantasma secuestrador de niños hijo del demonio, no entre". Menuda faena que nos ahorraban.

Está desesperado, y cuando Richie Bocazas Tozier se desespera, deja de ser Richie y pasa a ser solo Bocazas.

—¿Cómo es que se los llevó?— Ben camina de un lado a otro, buscando en su mente indicios lógicos.

Stanley está sentado en un rincón en el suelo, con la piernas contra el pecho y sollozando. No es valiente, no puede contra esto. Es demasiado.

—Hay que calmarnos— dice Beverly—. Tenemos que encontrarlos.

Te quiero y no estoy bromeando | Staddie & Bichie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora