🌺Veinticuatro🌺

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El sol salió lentamente, iluminando con su luz el monte, las damas de noche se cerraron con el movimiento de la estrella, dándole la bienvenida al amanecer.

Irupé observaba el amanecer por su ventana, tenía la mirada perdida, y una mueca de tristeza en sus labios.

— ¡Ay Laito-kun como desearía estar a tu lado! Que nadie pueda separarnos nunca...que todo fuera fácil como en los cuentos de hadas... ¡Pero no! Nunca tuve que enamorarme... Porque nadie podrá salvarme de mi castigo. — Musitó la chica, con una voz aterciopelada.

Cerró los ojos para imaginar el rostro de Laito con su típica sonrisa lésbica que lo caracteriza, para irse de la ventana y caminar hasta la cocina para hacerle el desayuno a su padre.

William, el padre de la chica, permanecía dormido en el sillón, por las borracheras de las noches.

Su hija mientras hacia los huevos revueltos, observó a su padre con lastima y tristeza.

Ella no deseaba abandonarlo, no quería traicionar lo dejándolo como lo hizo su madre. Pero tampoco le gustaba su vida cotidiana. Permanecer encerrada, sin estudio, sin nada, más que viejos libros que le pertenecían a su madre.

Ella deseaba estudiar, trabajar, conocer personas, tener una vida normal como las demás, como los personajes femeninos de las historias que llenaron su infancia en su cautiverio.

«¿Mi padre realmente me quiere...? ¿O solamente se venga de mi madre fallecida, conmigo?» pensó Irupé, con los ojos cristalizados.

Un olor fuerte y agrio empezó a recorrer la cabaña, llamando la atención de la rubia que abrió los ojos exageradamente.

— ¡O no los huevos! — dijo asombrada, para sacar la sartén del fuego antes que se terminen quemando los huevos del todo.

— ¡Ahg! ¿Qué es ese olor tan asqueroso? ¡¿Qué quemaste?! — gritó Wiilima, despertándose con reseca y malhumor.

Su voz ronca sobresaltó a su hija, que estaba distraída sirviendo el desayuno en los platos. Camino rápidamente hasta la mesa para poner los cubiertos y servir el desayuno.

Su padre se levantó, rascándose la espalda para sentarse en la silla y empezar a comer.

— ¡Esta cosa está quemada! Sos igual de bruta para cocinar que tu madre... — Alzó la voz William, para tirar el plato al piso y pararse para ir a su habitación a cambiarse y salir a trabajar al monte como todas las mañanas.

Mientras tanto su hija levantó el plato, con pequeñas lágrimas que se deslizaban lentamente por sus mejillas.

«¡Estoy cansada de esto! ¿Por qué mi padre nunca valora lo que yo hago por él?, Creo que Laito tiene razón...no merezco estar encerrada así...» Pensó la rubia, para empezar a limpiar.

Luego que su padre terminara de cambiarse, él la encerró en su habitación como de costumbre, y se fue al monte con su machete, dejando a su hija más pensativa de lo normal.

Aunque ella tratará de entenderlo, se sentía miserable a su lado, como que no valía nada, y cada vez las propuesta de Laito de irse con él, se convertía en una posibilidad para su libertad.

Flor Cautiva ||Laito Sakamaki - Diabolik Lovers|| Libro №1Where stories live. Discover now