Preámbulo 8: Cumpleaños feliz

391 7 3
                                    

Aunque después de la conversación la situación entre ellas era inmejorable y se encontraban viviendo en una nube, durante el día, sabiéndose controladas por las cámaras, trataban de disimular todo lo que podían intentando tomar cierta distancia (aunque no eran capaces de tomar demasiada) entre ellas. Así afrontaron la cena con los profesores, donde ante el temor de que el poco alcohol que les habían permitido beber después de casi 3 meses pudiese desinhibirlas demasiado, habían pasado prácticamente toda la noche separadas. Aquella había sido la tónica prácticamente toda la semana, con Natalia refugiándose en Miki para evitar la tentación de pegarse a Alba las 24 horas del día, aunque por mucho que lo intentaran no fuesen capaces de no buscarse. Por eso la despedida de Miki a las puertas de la final fue un duro mazazo para la navarra. Despedirse de su confidente y de quien había llegado a convertirse en una especie de hermano allí dentro a una semana de la final había sido un palo para Natalia, por lo que Alba, incapaz de ver a la de Pamplona pasándolo mal y olvidándose por completo de su propósito de alejarse un poco delante de las cámaras, no dudó en apoyarla desde el primer momento, uniéndose más que nunca.

La semana fue todo un cúmulo de emociones, entre la pena porque todo llegara a su fin, los nervios por la final y la saturación y el cansancio que acumulaban. Por eso la visita de sus familiares había sido un auténtico soplo de aire fresco para ellos. Alba y Natalia estaban que no se lo creían, viendo como sus familias parecían llevarse a las mil maravillas y recreando lo que bien parecía una cena familiar navideña. Aquella imagen las hizo fantasear con la posibilidad de repetir aquella cena en otro lugar, en otras circunstancias y con otro significado.

Los cinco finalistas se habían propuesto disfrutar al máximo de aquella última semana. No había rivalidad, no había tensión por una posible expulsión... Habían llegado los cinco a la final y pasara lo que pasara, ganara quien ganara, los cinco iban a compartir la experiencia hasta el final. Entre clase y clase pasaban los días bromeando, jugando a las cartas, ordenando toda la ropa que tenían dispersa por los distintos armarios y, en definitiva, exprimiendo las últimas gotas de aquella maravillosa experiencia.

Así llegó el domingo, el día antes del cumpleaños de Alba, y Natalia andaba algo más reflexiva que de costumbre. Aunque estaban limitados por encontrarse donde se encontraban, la navarra quería conseguir que el día fuese especial para la ilicitana, ya que sería el primer cumpleaños que podían celebrar juntas. Tras mucho pensar, y aprovechando que entre todos habían decidido escribirles cartas a los profesores, a Natalia se le ocurrió la idea de escribirle por sorpresa una carta a la rubia en la que pudiese decirle todo aquello que sentía y que nunca era capaz de poner en palabras cuando hablaba con ella. En aquella carta le confesó lo afortunada que se sentía por haberse cruzado con ella en aquel casting y lo agradecida que estaba por poder tener a su lado a una persona tan maravillosa y talentosa como era Alba. Le habló de lo feliz que la hacía haber podido compartir la experiencia desde el principio hasta el final y tener la certeza de que, pasara lo que pasara, se había convertido en una persona fundamental en su vida y lo iba a ser siempre. Le habló del refugio que había encontrado en sus brazos, de cómo se le aceleraba el pulso cada vez que pensaba en ella, de la forma en la que le había roto todos los esquemas y de las ganas que tenía de afrontar juntas la nueva realidad que vivirían al salir del programa. Natalia volcó todos sus sentimientos en aquella carta, desnudándose ante Alba de la mejor forma que sabia.

Todos se pusieron de acuerdo para que esa noche nadie se acostase antes de las 12, pues querían cantarle el cumpleaños feliz a Alba, por lo que todos se habían acomodado en la cama de Julia para hablar y bromear hasta que fuese la hora. A las 12 en punto Natalia se levantó mechero en mano a modo de vela, mientras todos le cantaron el cumpleaños feliz a Alba y la llenaron de besos y abrazos. Aunque fuese lo más simple del mundo, a Alba le emocionó mucho aquel gesto, dejando escapar alguna que otra lagrimita.

A: Jo, qué tontos sois. Me habéis hecho llorar. -Decía con voz de niña pequeña limpiándose los ojos-.

J: Y encima nos insulta, no te digo. -Se quejaba Julia en broma, ganándose un abrazo de Alba-.

Uno a uno todos fueron felicitándola, hasta que le tocó el turno a Natalia, que se acercó a ella con una gran sonrisa levantándola del suelo con un abrazo y haciéndola girar en el aire, provocando las risas de la rubia y las sonrisas de sus compañeros, que se retiraron dejándoles algo de intimidad

N: ¡Felicidades gatita! 

A: Jo, muchas gracias -Decía recibiendo los besos que Natalia dejaba en la comisura de los labios-.

N: Me parece que debajo de mi almohada igual tienes un regalo. -Confesó bajando un poco la voz, viendo la cara de sorpresa de su acompañante-.

A: ¿Un regalo? -La ilicitana fue a slacama, encontrándose con aquella carta bajo la almohada. La rubia se acordó entonces de cuando había visto a la morena escribiendo en el salón y no había querido decirle a quién-. Así que esto era lo que no me dejabas ver, ¿eh?

Cuando Alba se dispuso a leer la carta, Natalia se disculpó con la excusa de que tenía que ir al baño, ya que, aunque todo lo que le decía en aquel escrito era cierto, la morena se moría de vergüenza estando delante mientras la ilicitana lo leía todo. Se tomó su tiempo antes de volver a la habitación, por lo que a la vuelta sus compañeros ya estaban acostados y parecía que dormidos. Cuando llegó se encontró con Alba mirándola emocionada, por lo que sin dudarlo llegó hasta ella fundiéndose en un nuevo abrazo tan intenso que parecía que iban a fundirse.

A: Te quiero mucho, Nat. -Declaró dejando un beso en sus labios-.

N: Y yo a ti, mi amor. Mucho, mucho, mucho. -Contestó volviendo a besarla-.

Tras un rato de mimos, ambas se prepararon para irse juntas a la cama, como ya se había convertido en tradición, aunque a media noche al final acababan yéndose cada una a su cama para poder dormir más cómodas, teniendo en cuenta que las camas eran demasiado pequeñas para las dos. Alba se colocó la camiseta que usaba de pijama, se quitó la cola que aun tenía cogida y se tumbó junto a Natalia, quedando abrazas y listas para dormir.

Al día siguiente ambas estaban en una nube. La ilicitana porque no podía borrar de su mente el momento tan bonito que le habían regalado sus compañeros para celebrar su cumpleaños y la carta que le había dado la de Pamplona y Natalia porque no podía aguantarse las ganas de llenar de besos y mimos a Alba en el día de su cumpleaños. Cualquiera que la viera pensaría que estaba ella mucho más emocionada que la propia cumpleañera, y probablemente estuviese en lo cierto. Aquel día estaban tan felices que ni siquiera se pararon a pensar si estaban siendo demasiado obvias o no, simplemente se dedicaron a disfrutar juntas de aquel día que había resultado ser el mejor de todos los que llevaban allí encerrados. Cada vez que se cruzaban Natalia tenía la necesidad de abrazarla, de robarle algún que otro beso en la mejilla o de hacerle alguna broma o algún comentario para sacarle una sonrisa, y Alba no podía estar más feliz ante la situación.

Ya en la habitación, después de haberse comido un crepe a medias, de haber toreado a Adrià para hacerse con el control del micrófono y habérselo pasado como niñas, Alba y Natalia volvieron a acostarse juntas. Ambas estaban despiertas pero permanecían en silencio, regalándose pequeñas caricias mientras ambas pensaban en sus cosas, hasta que la voz de Alba llamó la atención de la navarra.

A: Nat, ¿estás despiertas? -Preguntó en un susurro-.

N: No -Bromeó, recibiendo un manotazo de la rubia-.

A: Gracias por el día de hoy. Ha sido el mejor día desde que estamos aquí dentro y ha sido por ti.

N: No me tienes que agradecer nada, tonta. -Dijo dejándole un beso en la cabeza-. En todo caso tendría que darte las gracias yo a ti por todo. Me llevo muchas cosas de OT, pero te juro que lo mejor que me llevo es el haberte conocido Albi

A: Yo siento lo mismo sobre ti, Nat. Hemos tenido mucha suerte de haber coincidido y de haber podido vivir todo esto de la mano.

N: Y mucho más que vamos a vivir, cariño.

A: Sí. 

Tras regalarse un nuevo beso, ambas se acomodaron, durmiéndose en apenas unos minutos.



DecisionesWhere stories live. Discover now