Juegos

1.8K 458 72
                                    

Ante la ausencia de Saúl tuve más tiempo disponible para convivir con Charlotte. Con el pasar de los meses siguieron llegando más postales. Muchas sólo hablaban de lo que veía Saúl en su entorno y lo bien que se la pasaba. Mientras leía las postales y me reía en pensamientos de lo que Saúl me contaba, encontré una carta. La abrí y la leí:

Querido Renatus

No me olvido de ti, te llevó presente en mi corazón como una espina en la mano derecha. Te extraño. Espero que no estés haciendo cosas indebidas ante mi ausencia. Y, si lo haces, toma fotografías para cuando regrese. Recuerda que es muy joven.

Mientras caminaba por la playa, me encontré con un guitarrista. Me hizo recordarte, pero él tenía una fabulosa barba de fuego. ¿Algún día te dejarás la barba? Espera... ¿si te sale barba? Te imaginaré en todo caso y me decepcionaré cuando te vea con tu pinta de oficinista cuadrado. Te propongo algo: no te cortes el cabello hasta que regrese. Imagino que mientras lees mi petición, frunces el ceño y clavas tu fría mirada en la carta. Tu fría y distante mirada que hace muros psíquicos. ¡Ah, sí! Siento mucho lo que pasó en mi casa. La verdad es que también me di vacaciones por eso. Sí, por eso... Te doy un tiempo para que lo olvides y tu enojo desaparezca. Sé que hice mal, pero venga, soy un hombre y me dejo llevar fácil, más cuando se trata de unas exquisitas curvas femeninas.

No me quejo mucho, en mis vacaciones me la he pasado muy bien, acompañado de buenas chicas. Sí, te estoy presumiendo. No hay día que no amanezca crudo y en brazos de una belleza. ¿No te da celos? Seguramente pensarás que exagero y volverás a fruncir el ceño. Renatus... me gustaría que estuvieras conmigo en estos momentos, frenándome con tu mirada de témpano. ¿Qué habrá dentro de tus ojos? ¿Hielos? No lo sé, pero me hacen aterrizar, que me tome en serio la vida y lo qué hago. Son crueles y juzgan por sí solos lo que enfocas. No sé si me provocan miedo o admiración, pero creo que esta noche tendré una pesadilla con ellos. Pronto volveré.

Con amor, Saúl, dueño de tu ceño fruncido.

Releí un par de veces la carta, imaginándome la voz de Saúl hablarme.

El teléfono sonó. Sabía que únicamente sonaba cuando mi padre se acordaba de que tenía un hijo. Lo ignoré y seguí contemplando las postales con paisajes atractivos. El teléfono sonó y sonó. Charlotte salió apurada de su habitación y, tal vez creyendo que no estaba, respondió.

—Hola —dijo.

Me dio un vuelco en el corazón. Me paré del sillón donde me encontraba echado y fui detrás de ella. Le dije con señas que colgara. Un tanto alterada, siguió escuchando por el teléfono.

—Eh... ¿Cómo que quién soy? —respondió avergonzada.

—Cuelga —susurré muy bajo.

Charlotte me miró extrañada, no entendió mis peticiones.

—Te busca, René, es tu padre. —Me pasó el teléfono, avergonzada.

Tomé el teléfono de malas.

—Hola, padre —saludé desganado.

—¿Qué está pasando contigo? —preguntó reclamándome.

—Nada...

—¿Por qué me contestan personas desconocidas? Estoy preocupado por ti... —escuché su voz ronca y débil a través del teléfono.

—Son amistades... ¿Todo bien? «Preocupado por mí. Sí, claro», pensé.

—Dafne no pudo seguir con el embarazo y mi salud ha decaído drásticamente —anunció después de un largo silencio—. Quiero verte.

En mi melancólica soledad con ellos ( Completa y disponible en papel)Where stories live. Discover now