Mi Amigo

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El sol se hallaba engullido por la espesura de la noche, dejando a su rastro una amalgama de colores cálidos en el cielo, junto a la brisa fresca de un joven invierno que comenzaba a sentirse.

La gente caminaba rendida de la determinación de su trabajo, y pronto las calles se abarrotaron con la euforia clásica de un sábado por la noche. La estación de trenes respiraba, mas relajada a diferencia de los lunes en la mañana, realizando el recorrido veloz de costumbre. Mientras, un ansioso pelirrojo, de mandíbula tensa y entrecejo fruncido se frotaba ansioso las manos, y un tic nervioso asomaba sus pies.

Entre toda la conmoción de la noche anterior no le cupieron en sus pensamientos el cumpleaños de su mejor amigo peliceleste, que tanto lo esperaba con sus amigas.

Sin embargo, en ese momento, podía visualizar a las chicas, con el rostro rojo de la cólera y las manos hechas puño por su impertinencia; por otro lado...al pequeño cumpleañero, su bello rostro ensombrecido, ocultando su decepción con esas lindas sonrisas que siempre sonrojaba a Kagami desde que era un niño, y más aún si venía del chico que causaba un revoloteo en su corazón.

Porque esa era la verdad.

Desde hace mucho Kagami se encontró así mismo perdido incondicionalmente por su mejor amigo, por Kuroko. Al principio era simple admiración y curiosidad, alguien tan noble no creía poder ser amigo de alguien tan huraño como él. Después fueron las miradas, sus ojos se escapaban indiscretamente al perfil níveo de Kuroko para, finalmente, suspirar anheloso cuando su mejilla rozaba con la suya.

Claro que aquellos deseos eran sumamente castos, un cariño formado de los tiernos recuerdos que compartían ambos niños. Sin embargo, Kagami supo que el sincerar sus sentimientos podría asustar al menor, o recibir una negativa que transformaría su amistad para mal.

Miedo

Y así, guardó sus emociones bajo la gruesa capa del orgullo y la estupidez, sintiéndose seguro, sabiendo disimular su verguenza con vanas ocurrencias, algo toscas e inmaduras; hasta encontrar el momento oportuno de liberarse y dar rienda suelta a sus nobles sentimientos...tal vez en unos años más....tal vez.

Por otro lado, no contaba con que Alex le diera semejante noticia de irse de Japón definitivamente en una semana y que su retorno era tan incierto como impredecible ¿Qué rayos le diría a sus amigos? ¿Se enojarán con él? ¿Lo odiarán? ¡No! Pensar la idea de Kuroko odiándolo le hacía doler el pecho y picar los ojos.

Ya no tenemos nada 》esas palabras le seguían taladrando las sienes.

El metro se detuvo, avisando su llegada a la estación. Kagami estaba tan hundido en sus meditaciones que las puertas casi se le cierran. La casa del peliceleste quedaba a un par de calles de donde estaba; pensó en llamar a sus amigas si es que seguían allí o en el malecón, pero su celular hacía horas que la batería cumplió su misión. Sin más, volvió a la carrera; se arriesgaría a ir a la casa aún con una hora de retraso.

Seguro me matan 》 pensó.

La gente lo miraba extrañado al correr de esa manera, más de una se tuvo que apartar de en medio y varios carros frenaron en seco por su temeridad al cruzar de improviso. Poco nada le importaba su alrededor, solo tenía un objetivo, y ese ere el chico de los ojos bonitos.

Al hallarse en frente de la casa dudo en tocar; estaba hecho un desastre...su ropa sucia y empapada de sudor, su cabello desprolijo, las bolsas nocturnas bajo sus ojos, y la falta de aire a sus pulmones que aun no regulaba ¿Que tipo de impresión daría? Aunque estaría en confianza, no era la forma adecuada para un cumpleaños. Pero antes de que pudiera cuestionarse más, la puerta se abrió de golpe dejando ver a una muchacha pelirrosa con el rostro deformado de la rabia, mirándole duramente.

Síndrome H .-  (KurokoNoBasket)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt