Sonrisa

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" Y en este firmamento terrenal,

encontrar un amor verdadero,

es ganarse el resplandor celeste

cuya vida llenará nuestras almas de luz".

-.Clairel Estevez.-

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Lo sabía. Kuroko lo sabía muy bien.

Si las cosas continuaban así, terminaría volviéndose loco. Y su creciente paranoia no ayudaba mucho.



Se encontraba allí, sentando en el borde de la piscina de la zona más bajita, batiendo ligeramente los pies y la toalla colgada en sus hombros ocultando el collar; observaba con recelo a todos lados, incluso forzándose a mirar por debajo del agua asegurándose que solo sus pies y ningún otro cuerpo o un tiburón estuviera cerca.

Contemplaba como sus compañeros del club de natación entraban y salían del agua cambiando de carriles o zambulléndose desde las plataformas. A veces, algunos se detenían antes de sumergirse, entonces volteaban a verlo con evidente descaro; murmuraban palabras que sin oírlas, Kuroko reconocía hablaban de él. Y sin intimidarse, el peliceleste desde su sitio les devolvía la mirada con perfecto estoicismo. Los contrarios se reían entre ellos negando la cabeza y luego se lanzaban, dejando en Kuroko un agrio revoltijo estomacal.

Quizá no lo exteriorizaba, pero cada vez que tocaba la hora de los clubs, en especial natación, a Kuroko lo consumía una terrible ansiedad, obligándolo a ser el primero en salir de la piscina o último.

Sentía la columna crisparse cuando se encontraba casualmente la mirada de alguien sobre él en los vestidores al tener el torso desnudo; sentía el corazón latirle fuerte en sus oídos cuando pasaban cerca suyo y una mano ajena rozaba con su piel desnuda bajo el agua al nadar; como si aquel roce más que casual fuera muy intencional; pues habiendo tanto espacio en una piscina más grande que olímpica, extrañamente, siempre había alumnos invadiendo el carril que Kuroko decidía ocupar.

Daba por sentado que todo miembro del club ya tomaron nota respecto a su nueva condición omega. El collar lo delataba, como si trajera un letrero neón en la cabeza. Solo llevaba puesto el pantaloncillo de licra a la rodilla, su gorrito y el collar; siendo el último lo más destacable en su blanca piel, aparte de esos pantalones que debido a su material ceñido al cuerpo no dejaban mucho a la imaginación.

No obstante, Kuroko notó una abismal diferencia de trato para con él, un antes y un después tan obvio que le generó cierto miedo e insana incomodidad, y todo partía desde el día que se reincorporó a clases tras sus breves "vacaciones".

Personalmente se acercó a los encargados de ambos clubes que pertenecía disculpando su inasistencia debidamente "justificada". En el club de dibujo, Hyuga-san le manifestó suma preocupación, preguntándole si se encontraba bien, por qué desapareció o si necesitaba tiempo para recuperarse. Kuroko amablemente explicó sin detalles un simple "temas de salud" con certificado médico. Agradeció la prudencia del megane al no hacer preguntas impertinentes o mirarle demás el cuello. Al parecer su superior, como todo el mundo, creía a Kuroko beta, y verlo portando bonito chocker similar al que también poseía causó al mayor pequeña conmoción sabiendo disimularla. Más no fue lo mismo con Kiyoshi-san, quien apenas lo vio abrió la boca y Hyuga le dio un fuerte piñizco antes que dijera una estupidez de costumbre.

Síndrome H .-  (KurokoNoBasket)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora