Resplandeciente

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" Tus ojos no son de un simple color,

quise decírtelo cuando te tuviera,

pero como nunca lo hice

te lo digo ahora. "



*


*




*

- Te odio...- tecleó Kuroko por inercia mandando un mensaje a Riko al celular.


Cayó en peso muerto encima de la cama, mirando la noche descender lentamente por la ventana, surgiendo los astros estelares levitando a la lejanía en un cielo sin luna. Llevó sus manos al rostro, restregando su fatiga y la vida misma; esperando borrarse la cara para que nadie recuerde quién era, ni su reflejo. Respiró profundo, despejado, volviendo los ojos al techo, perdido en la blanca pintura mientras esperaba el mensaje inmediato de su amiga contestándole, y así poder descargar el descomunal peso emocional que llevaba consigo tras salir de clases...todo por culpa de ella.


<< En verdad te odio Riko...>>




Se envolvió bajo el edredón formando un ovillo, apenas dejando abertura a su nariz y no ahogarse. Aún no cambiaba su uniforme, y el pijama se hallaba demasiado lejos para abandonar su cómoda posición resguardándolo del mundo. Miró nuevamente la pantalla de su celular sin mensajes, gruñendo de impotencia, apretando fuertemente las sábanas. La consciencia le gritaba su deber de estudiar; mañana tocaba Japonés, el curso más difícil de la currícula; su ordenado escritorio tenía todo predispuesto, sus apuntes,notas, libros sumillados, resaltadores y un café ya frío por esperar. Sin embargo, Kuroko estaba sufriendo un colapso interior que poco a poco exprimía su energía vital, drenando sentimientos confusos mediante suspiros y enrojeciendo sus mejillas, avergonzándolo tan solo recordar...

Ahora le dolía todo, en especial la nariz; los analgésicos tomados ayer no hicieron mínimo efecto; al contrario, se sentía igual o peor, un gran malestar general imposibilitando su desarrollo funcional en actividades ordinarias: siendo leve al despertar, y para la tarde su condición acrecentó, sintiéndose aplastado por un camión...una "hipersensibilidad olfativa aguda"... o así decidió llamar su desequilibrio.

Nunca creyó la relevancia de los olores en el entorno cotidiano, no conocía el suyo propio ni tampoco sentía inclinación a los perfumes comerciales. Momoi solía decirle que él olía a "bebé bañado en shampoo vainilla"... aunque Kuroko solamente difería aquellos olores clasificándolos agradables o desagradables...¡Pero Demonios! ¡Esto rebasaba su capacidad humana! ¡Casi podía olfatear las piedras!, por momentos se comparaba a un perro sabueso policial con sus narices húmedas. La diferencia es que no era perro ni perfumista, no estaba entrenado; pero su nariz sí estaba húmeda, llena de flujo nasal; tales olores aturdían su sistema nervioso hasta el cerebro, mareándolo, un puñete directo a su nariz, generándole aversión si invadían su espacio personal pues el aroma se disparaba; ni que decir cuando subió al metro de regreso...un caldo pestilente en ebullición noqueó su cabeza haciéndole sangrar.

Algunas veces hubo excepciones, ciertas fragancias le eran "lindas", sin llegar a causar estragos; es más, erizaban sus vellos a lo largo del día. Una de ellas fue el ruso profesor de Inglés, emanando esencia a semillas de café; el malhumorado chico rubio de intercambio perfumado en jazmín; el extraño megane capitán de basket olor a menta; incluso su propio sempai, Hyuga y su bálsamo personal a manzanilla...a ese paso su nariz reventaría.


Síndrome H .-  (KurokoNoBasket)Where stories live. Discover now