Despertar

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Ven conmigo a danzar bajo las selvas

donde las Hadas bailan a mi luz;

ellas me han dicho que conmigo sueñas,

que me harán inmortal si me amas tú.


***


Vendavales invernales iban cerniéndose entre las cumbres de la Tundra.

Remolinos furiosos de nieve deshojaban ramas de las coníferas; bañándolos de escarcha platina y sacudiendo sus troncos como débiles plumas en deriva. El cielo y la tierra se entrelazaron en un gran velo nevado, extendiéndose un turbio horizonte blanco, delineando planicies áridas de vida y un viento silbante llenaba el silencio.

Nubes navegantes teñían el cielo de oscuridad; y densas neblinas coronaban las montañas como frío aliento de los Dioses. Arboledas meciéndose humilladas al invierno, inclinaban sus copas, batían su follaje; dejándose consumir por el calor del hielo. Una embriaguez glacial adormecía los bosques, y en el suelo, una maciza planicie congelada de cristal donde pequeñas flores aguardaban sus capullos.


El invierno robaba la voz de un dulce canto.


Iba caminando, arrastrando sus pasos cansados, con la nieve hundiéndole hasta la rodilla y el frío punzando sus huesos. Abrigando su silueta, una parka de grueso pelaje lanudo lo cubría entero; las manos, aferradas al pecho tratando de calentarse más, se abrían y cerraban en puño manteniendo circulante la sangre; y sus pies; calzado de cuero rudimentario le hacía sentir andar descalzo, dejando un zigzagueante sendero nevado tras de sí desvaneciéndose nuevamente con la tormenta.

Deteniéndose, miró hacia atrás, su trayecto recorrido se perdía en una cortina de gris invernal. Entornó los ojos, observando los copos furiosos levitando en el aire opacando su visión; y descendiendo la mirada,llagas al rojo vivo ardían en sus pies ya entumecidos dejando huellas de sangre mimetizadas como acuarelas en la tierra blanca. Su diestra palpó las heridas, pero su propio tacto no fue reconocido, el frío había enturbiado sus sentidos; al igual que aquel extraño resplandor, destellando en el corazón del bosque, semejante al fuego, un fuego endemoniado que retorcía su consciencia rumbo al delirio y desorientó su ruta en medio camino.

Contempló por última vez el horizonte, nublado y vacío; entonces volvió los ojos a la posición inicial. Al frente, el bosque lo saludaba entre la bruma que desdibujaba a los Álamos y Pinos, transformándolos en espectros tambaleantes. Y esa luz, ese fuego seguía ardiendo, batiendo sus flamas como ondulantes colas de zorro en una amalgama de distintos colores, llamándolo a las profundidades. Finalmente, retomó su camino, recto, moribundo, abducido en un trance de alucinaciones confusas mientras que, lentamente, fue siendo devorado por la fría selva.

Al andar, un cementerio de raíces lo recibía abriéndole el paso a una nueva senda llamada Destino; acompasado por el crepitar de la madera y aquellas voces susurrantes ocultas en el aire, cantándole al oído suaves lamentos de vidas futuras, pronunciando su nombre en seis distintos acentos; seduciendo su cordura, destrozando sus pulmones al dolerle respirar. Sin embargo, seguía allí, el fuego lo atraía, un magneto adhiriéndose a su cuerpo, sumiendo su mente en una catarsis demencial sin retorno; pues sus ojos quedaron cautivos e inmóviles al enfocar accidentalmente las flamas, condenándose, sellando su alma en ese momento, por siempre y para siempre.

Entonces, en medio de la tormenta, una sombra de silentes pisadas emergió entre los árboles y la ventisca. Asechando, rodeándolo, desprendiendo llamaradas endemoniadas al contorneo de su cola, y el hocico salivando contrayéndose en una mueca de abominable lascivia.

Síndrome H .-  (KurokoNoBasket)Where stories live. Discover now