capitulo 45

645 53 10
                                    

Narra amaia

La verdad que lo había pasado un poco mal por el hecho de que mi hermana no se callaba una y parecía que raoul era de personalidad muy parecido a Aitana. No me extrañaba nada de que estuvieran juntos porque vamos...


Alfred también estaba tan incómodo como yo así que dijo que nos íbamos. Ambos teníamos muchas ganas de estar a solas y éramos muy conscientes de lo que deseábamos ambos que pasara. Después de pensar que nos perdíamos él uno al otro en estos momentos en los que parecía que todo se formalizaba no hacía más que aumentar esas ganas de estar juntos.


Al fin llegamos a mi casa, el camino se me había hecho muy largo, pero lo mejor de todo es que él no me había apartado su mano de la mía ni durante un segundo.


Cuando llegamos vi como Alfred estaba mirando al suelo, pero yo no podía esperar más. Me moría de ganas por besarle y poder sentir el sabor de sus besos. Fue cerrar la puerta de casa y junté mis labios con los suyos de un solo movimiento. Al principio creo que no se lo esperaba ya que no me siguió el beso, pero al segundo se dio cuenta y empezó a besarme con más pasión arrinconándome en la pared y bajando sus manos hacia mi culo. Sentía como me aprisionaba su gran erección que parecía que estaba a punto de salirse del pantalón. Sin poder evitarlo mientras me besaba con pasión solté un suspiro que provocó la risa de él mientras empezaba a darme besos por toda la cara bajando hacia el cuello. Esto me hizo soltar un gemido y es que de hecho solo hacía falta sentir sus labios en mi cuello para hacer que mi piel se erizara con su contacto. Notaba como la temperatura empezaba a subir en el interior de mis braguitas, ya notaba como humedecían así que le dije

Amaia: Alfred, te necesito


Alfred: umm, espérate que quiero disfrutar de ti


Amaia: tranquilo que podrás disfrutar las veces que quieras- dije sensualmente mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja. Yo era muy consciente de lo que eso provocaba en él y en efecto Alfred me sonrió con su tan frecuente sonrisa y me empezó a besar con más pasión mientras me mordía el labio. Ese era mi punto débil, el hecho de sentir como me mordía el labio no sé porque, pero con él era una de las mejores cosas que me gustaban y a quien vamos a engañar me ponía mucho.


Rápidamente noté como Alfred empezaba a poner su mano en mi pantalón, pero estaba tan nervioso que incluso le temblaban las manos. Me parecía muy gracioso ver a Alfred de esa manera, así que me puse a tocarle el cuello, primero con la yema de los dedos, después continué poniendo mi boca y después empecé a darle besos que se fueron intensificando. Notaba como él empezaba a sudar por la subida de temperatura.

Alfred: amaia por favor para que nos llevábamos todo el día


Amaia: ¿no eras tú el que quería durar más?- dije mientras bajaba su mano hacia su entrepierna a través del pantalón. Vi como Alfred empezaba a estar más rojo y no podía parar de mirarlo. Me volvía loca. Esos grandes ojos negros no paraban de mirarme y pedirme lo que ambos estábamos deseando así que le quité rápidamente el pantalón y él hizo lo mismo con el mío. Seguimos besándonos y solo paramos para quitarnos el resto de ropa que llevábamos puesta. Duró poco y cuando nos quisimos dar cuenta los dos estábamos en mi cama en ropa interior. Alfred estaba encima mía besándome y yo me sentía envuelta en sus besos. Era como si estando con él nada malo pudiera pasarme.


Ahora mismo estaba muy húmeda y me moría de ganas por hacerlo con él. Sentía como si hiciera mil años que no tenía estos ratos de intimidad con él tras nuestra pelea. Realmente no había pasado tanto tiempo, pero yo lo había sentido así.


Noté como las manos de Alfred estaban intentando quitarme el sujetador y aunque tardó bastante en quitármelo debido a que yo seguía con su cuello. Esto era una de las cosas que más me gustaban hacer y era ver como Alfred se desconcentraba cuando yo le hacía algo.


Al final consiguió quitármelo y puso su boca sobre mis pechos. Sentir sus labios en mis pezones era una de las situaciones más difíciles de soportar que tenía, ya que era mucho el placer que producía. Sin poder evitarlo solté un gemido y la respuesta de Alfred fue hacerlo con más intensidad haciendo que me sintiera a punto de explotar. Le cogí del pelo y acerqué mi boca a la suya para vernos sumidos en un gran beso.


En ese momento le quité los calzoncillos y la verdad que no podía dejar de mirar la gran erección que tenía Alfred. Su miembro estaba más erecto que nunca y eso sumado a que tenía un tamaño bastante considerable no hacía más que volver la situación mucho más excitante.


Él me fue quitando las braguitas con su boca. Sentía el tacto de sus labios en mi zona más íntima, tenía unas inmensas ganas de sentirlo dentro de mí.


Cuando me quitó las braguitas no sabía si había pasado una eternidad o un segundo, pero a mí ese tiempo me pareció interminable porque en mi mente no dejaba de pasarse lo que tenía tantas ganas de que ocurriera a continuación.

Alfred: amaia yo no tengo condones


Amaia: no pasa nada, yo tengo. Abre el primer cajón.


Alfred lo abrió y en efecto había una caja de preservativos sin abrir.


Alfred: no sé si alegrarme o preocuparme de que los tengas


Amaia: no seas tonto, si yo solo te quiero a ti

Acto seguido Alfred empezó a besarme con más fuerza mientras me envolvía con sus grandes brazos y me apretaba contra su cuerpo. Alfred rápidamente se puso el preservativo ante mi atenta mirada y es que de hecho no podía parar de mirarle y me moría de ganas de sentirle dentro de mí. No sé cómo había llegado a este mundo ya que me parecía la persona más perfecta que podía imaginar, era justo lo que necesitaba en estos momentos, tenerlo cerca y sin poder evitarlo lo quería mucho, mucho más de lo que era capaz de admitir. Esto no era parecido a nada que hubiera sentido antes, así que me dejé llevar por él y su ritmo de las embestidas sintiéndome completa después de mucho tiempo. En estos momentos solo existíamos él y yo y nuestras respiraciones entrecortadas acompasadas. Sentía como Alfred salía y entraba en mí en repetidas ocasiones, pero fue aumentando el ritmo hasta que ambos llegamos al orgasmo.


Lo mejor de todo es que ambos explotamos a la vez llegando al orgasmo al mismo tiempo. Alfred se levantó y yo creía que se iba a ir, pero para mi sorpresa se levantó para tirar el preservativo y volvió y se abrazó a mí en la cama. Nos quedamos un tiempo abrazados aunque no sabría decir cuánto tiempo pasó, pero sentía como si el tiempo se hubiera parado y en esa burbuja solo estuviéramos él yo.

Alfred: amaia, quiero hacerte una pregunta, pero no te quiero asustar ¿qué somos?


La verdad que no me esperaba para nada esa pregunta y no sabía que responderle. Él me importaba más que nadie me hubiera importado y la verdad es que estando con él no necesitaba estar con nadie más. Nunca había querido de esta manera, pero a la vez me daba miedo ya que las cosas desconocidas siempre son difíciles o al menos para mí después de haberlo pasado tan mal me costaba pensar en amor y en relaciones. No quería pensar en amor sin embargo cuando estaba con él sus ojos me gritaban eso sin parar y aunque haya tardado en darme cuenta ahora más que nunca estoy segura de lo que siento por él. Nunca había estado tan segura en mi vida como ahora.

Amaia: pues no sé qué decirte Alfred. Yo te quiero como nunca quise a nadie, pero tengo miedo.


Por primera vez en mi vida fui sincera y le dije mis sentimientos. Yo nunca había sido una persona que expresara de esa manera todo, pero con él me salía solo. Me veía capaz de confiar en él y aunque a veces me daba miedo sentirme de esa manera, era mirarle a los ojos y pensar que podría superarlo. Alfred no me pidió más explicaciones, entendía lo que le estaba diciendo y sabía el trabajo que me había costado que esas palabras salieran de mi boca. En lugar de preguntar o decir algo más me acercó más hacia él y nos vimos sumidos en un abrazo. La verdad es que tanto él como yo estábamos desnudos, pero no sé porque me sentía muy cómoda a su lado. Me dio un tierno beso en la frente y yo me quedé mirándolo hasta que me acordé de algo muy importante. No sabía cómo se me había pasado. Rápidamente me levanté de la cama y Alfred me miró bastante confundido.




Amor pactado (Terminada Y Editando )Where stories live. Discover now