capitulo 56

505 41 23
                                    

Narra amaia
Me desperté en una sala oscura, no había ni siquiera un poco de luz.  Me dolía mucho la cabeza, no sabía cómo había llegado hasta aquí.  Me sentía sola, perdida y no sabía qué hacer. Lo primero en qué pensé fue en Aitana, mi hermanita Aitana. Necesitaba verla, pero no podía y ni siquiera sabía cómo encontrarla. Después lo recordé a él, mi Alfred, esa persona con quién la había cagado durante tantas ocasiones y a pesar de todo había seguid siempre a mi lado y en ese momento lo recordé. Había huido de Alfred por lo que suponía que era una proposición por su parte, pero con tan mala suerte que a esas horas de la noche no había ni un alma por la calle y me había encontrado con nada más y nada menos que con Diego. Sí, ese chico con el que me besé en la fiesta y que estuvo a punto de resultar el fin de mi relación con Alfred. Nunca creí que fuera mala persona, pero ahora que me encontraba aquí creo que no pensaba igual. Aunque no sé con qué interés me va a querer él retener aquí, porque una cosa estaba clara las cuerdas que estaban en mis manos y pies atadas a la silla y el pañuelo en la boca no es que sea la mejor manera para invitar a alguien a casa.
Justo en ese momento alguien entró en la habitación y no era diego, pero se le parecía bastante ahora que me fijaba bien. Era alto moreno, con unos grandes ojos verdes y con unos músculos bien marcados. Ese rostro lo identificaría en cualquier parte, era nada más y nada menos que carlos…
Carlos fue mi primer novio en el instituto, él me pegaba y alguna vez intentó abusar de mí, pero bueno digamos que en eso ya le tenía ventaja mi padre. 
Ahora que lo pienso el parecido con diego era bastante razonable o acaso me estaba volviendo loca. En mi defensa diré que tampoco me culparía si solo fuera algo de mi imaginación y solo me hubiera dado un golpe en la cabeza, pero cuando se acercó a mí y rozó mi mejilla sabía que era él. Solo él lo hacía de esa manera y a mí me volvía loca. Era una niña enamorada del típico chico malote unos años mayor y sentía como si ahora lo siguiera siendo. Me sentía como aquella niña tonta que dejaba que los demás la usaran como quisieran. Esa niña de la que todo el mundo se reía e incluso su padre le pegaba. No pude evitar que mis lágrimas empezaran a brotar de mis mejillas.  Carlos se acercó más a mí y me quitó el pañuelo, pero yo era lo suficiente inteligente como para saber que gritar ahora sería la peor de las soluciones posibles así que no pude hacer otra cosa que ser esa amaia niña que no podía parar de llorar ni hacer nada…
Carlos: ai amaia amaia. Aquí estamos de nuevo. Fue una pena que te fueras tan de repente de Pamplona sin que me dejases disfrutar de ti. Incluso tu padre estaba de acuerdo en que serías mía, pero para siempre. Una pena que te fijaras en mi hermano pequeño y él se diera cuenta que eras tú la chica que me tenía totalmente obsesionado desde que te fuiste.
Amaia: carlos, era solo una niña y tú no estabas enamorado de mí, nunca lo estuviste y si no nunca me hubieras pegado.
Carlos: ai amaia. Te tiemblas las piernas como cuando estábamos juntos ¿no será que no me has olvidado? Yo te puedo ofrecer más de lo que podría darte cualquier persona…
Amaia: ¿no crees que podría estar temblando por qué me tienes en una puta silla a saber dónde?
Carlos: ui mira sí parece hasta verdad lo que dicen las revistas del malgenio de amaia romero. Parece mentira que te cambiaras el apellido solo para que no pudiera encontrarte, pero nunca fuiste muy lista y el hecho de hacerte tan famosa hizo que lo tuviéramos más fácil el encontrarte.
Amaia: ¿qué quieres de mí?
Carlos: ¿no es obvio? Te quiero a ti.
Amaia: ¿y para qué? Podrías tener a quién quisieras.
Carlos: um eso es verdad, pero tú eres la única que me has negado lo que más quería.
Amaia: cariño, mi virginidad me la robó hace mucho mi padre.
Carlos: estás equivocada en eso. Puede que lo tengas un poco difuso por algunas drogas que te tomaste ese día, pero yo fui quien te desvirgó querido y quiero decir que gozaste como una perra.
Justo en ese momento entró mi padre al lado de Diego y no pude evitar sentir mucho asco. Estaba viviendo mi peor pesadilla hecha realidad. Estas tres personas me estaban intentando hundir la vida y no había ninguna manera de impedírselo. ¿para qué servía la fama y el dinero si no podían darme lo que más quería en estos momentos? La libertad.
Padre amaia: aii carlitos, sabes que fui yo el primero, pero bueno admite que lo de las drogas fueron idea mía.
Carlos: eso es verdad… dios ojalá te hubiera podido desvirgar yo
Diego: no te quejes que al menos tú te la pudiste follar
Carlos: uii si verdad, ¿ qué es eso que dijo cuándo la toqueteabas? Ai Alfred- dijo poniendo una voz de pito que me resultó el sonido más insoportable que había escuchado nunca.
Diego: pero ahora no va a estar tu amiguito para salvarte y que sepas que gracias a tu estupendo móvil y tus conversaciones con Raul, Aitana y el gilipollas de Alfred ya todo el mundo sabe lo falso de vuestra relación.
Amaia: ¿qué dices? Alfred y yo nos queremos.
Diego: así no empezó vuestra relación cielo y bueno vamos a ponerte las noticias para que veas que todo el mundo sabe que eso es lo que eres una tremenda mentirosa y falsa, pero tranquila cariño que así es como me gustan a mí.
En ese momento me pusieron la televisión y no podía creer lo que veía. Aparecía en la televisión algunas imágenes de Alfred conmigo y lo peor de todo eran algunas conversaciones en las que quedaba muy claro empezó por marketing. No pude evitar romper a llorar. Diego les dijo a todos que se fueran de la habitación y me quedé a solas con él. Me daba miedo, pero él parecía ser el que era menos malo de ellos. Intenté averiguar algo a ver si al estar solo era capaz de decirme algo más así que le dije
Amaia: ¿qué quieres de mí Diego?- dije con un hilo de voz bastante asustada. No sabía cuál iba a ser el efecto que tuvieran mis palabras en él y me daba demasiado miedo.
Diego: ¿no es obvia la razón por la que les he dicho que se fueran? Ellos te han follado, pero yo no. Vamos a terminar lo que empezamos aquel día.
Diego se acercó más a mí hasta que notaba su aliento en mi cuello. No pude evitar sentir un gran escalofrío por todo mi cuerpo. Era como si la historia que viví con mi padre se repitiera. No estaba preparada para eso, no quería tener nada que ver con ese chico. Lo único que quería ahora era estar en casa a salvo con Aitana y mi Alfred.
Diego empezó a poner las sus manos en mi cintura y metió mis manos dentro. Empezó tocando mis pezones, pero era una rudeza a la que no estaba acostumbrada y yo no quería que esto siguiera.
Amaia: diego para por favor- dije mientras empezaban a bajarme lágrimas sin parar. No podía seguir así, no quería volver a vivir esto. Me sentía muy sucia mientras Diego pasa sus manos por todo mi cuerpo y  no podía hacer más que gritar de dolor.
Pero no me iba a quedar quieta, no podía tirar la toalla sin haberlo intentado si quiera así que me conseguí liberar de un pie y cuando estuvo Diego lo bastante cerca le di una patada en su entrepierna.
Cuando hice eso me fijé en su mirada, sus grandes ojos negros irradiaban odio y parecía que lo que había vivido antes no era nada con lo que estaba a punto de pasar. No podía, otra vez no me decía una y otra vez, pero no podía hacer otra cosa que llorar. Él era mil veces más fuerte y alto que yo, y no podía hacer nada para protegerme. Nadie sabía que yo estaba aquí y me lo tenía bien merecido por correr de mi vida como hacía siempre. Realmente para una vez que estaba haciendo las cosas como debería voy y la cago.
Ahí me daba cuenta de lo estúpida que había sido por no seguir a mi corazón y quedarme esa noche con Alfred. Si no hubiera tenido ese miedo ahora no estaría aquí.
Diego: estúpida, ahora Alfred no va a venir a rescatarte y me aseguraré de que después de esto te quede marca y Alfred no quiera volver a tocarte nunca. Voy a grabarlo todo y se lo enseñaré a tu querido Alfred para que sufra
Amaia: no metas a Alfred en esto por favor
Diego: lo he intentado con buenas formas, pero tu no me has dejado.
Acto seguido me quitó la ropa rápidamente con la mano haciendo trizas lo que llevaba puesto. Incluso estaba arañando mi piel. Si gritaba me pegaba más y más fuerte. En una de esas me dio en las costillas. No había sentido nunca tanto dolor, o quizás sí, pero mi cabeza se negaba a recordarlo por una razón muy obvia.
Diego se bajó el pantalón y me obligó a ponerme de pie. Yo no pude hacer otra cosa que hacerle caso y me hizo que fuera hacia la pared. Se puso detrás de mí y con fuerza me penetró sin darme tiempo a nada. Me sentía rota por dentro, no era capaz de abrirme para que entrara en mí y notaba como empezaba a correr un pequeño hilo de sangre por mis piernas. Me asusté de sobre manera, pero me encontraba tan rota por dentro que no podía hacer nada. Cuando noté como se corría y el líquido que salía de él bajaba por mis muslos cuando salió de mi interior empezó otra vez con las embestidas hasta que caí de puro agotamiento en el suelo. Me sentía como una muñeca de trapo en el suelo entre lágrimas. No sé el tiempo que pasó, pero llegó un momento en el que Diego sin mediar palabra se puso los pantalones y se fue de allí dejando sola y rota. Me sentía como un desecho humano y es que en cierto modo lo era. Había sido usado como simple objeto de placer y lo peor de todo es que no era la primera vez, pero esto es algo de lo que nunca nadie se puede acostumbrar. Me parece algo tan deplorable e inhumano que incluso llegaba a sentir asco de mí mismo. En esos momentos lo único que podía sentir es eso asco de mí y de todo el mundo en el que me había tocado vivir.


Amor pactado (Terminada Y Editando )Where stories live. Discover now