capitulo 59

468 36 18
                                    

Narra Alfred
Me fui de la cárcel directo a la casa de ellos.  Les di la dirección a Raul y Eva. Llamé a mi hermano para que se quedara con Aitana. Ella dijo que quería ayudarnos, pero no podía correr ese riesgo. Sabía que amaia nunca me perdonaría que a su hermana le pasara algo. Nos pusimos en camino. Cogimos un coche ya que la casa de amaia estaba apartada de la ciudad y al coger el tren perderíamos más tiempo entre transporte y otra cosa.
Estaba muy nervioso, no paraba de arrancarme pelos de las cejas. Era una de mis peores manías, cuando estaba realmente nervioso no paraba de hacerlo. Sin poder evitarlo me puse a pensar en el coraje que le daba a Amaia que hiciera eso y sonreí. Solo ella era capaz de hacerme sonreír en esos momentos.
Me puse a pensar en nuestra situación actual y fui realmente consciente de lo que estaba pasando, no sé cómo habíamos llegado a este punto de intentar salvar a Amaia, pero había algo en lo que no habíamos pensado y es que haríamos una vez que estuviéramos allí.
Solo en este fui consciente de que no teníamos ningún plan ni habíamos hablado sobre lo que íbamos a hacer, pero si es por Amaia estaría dispuesto a dar mi vida sin con ello la recuperase para siempre.
Alfred: necesitamos un plan, ¿cómo la salvaremos?
Eva: enséñame el papel dónde te ha puesto la dirección
Yo se lo enseñé y nos dimos cuenta que había un pequeño mapa de la distribución de la casa. También había puesto que había una pequeña entrada a través del jardín para ir directamente al sótano. No había conocido a una persona tan inteligente como lo era Javier nunca antes. Había pensado en todo. Y yo pensando que tardaba mucho en escribir una simple dirección, pero él había hecho mucho más. Se notaba lo mucho que quiere a su hermana. Ahora era nuestro turno y teníamos que intentar proteger a Amaia.
Hablamos de entrar por donde nos sugería Javier, pero lo que no sabíamos es si íbamos a necesitar una llave o algo parecido.
Al fin llegamos y sin ningún plan ni nada por el estilo entramos en la casa. Raul y Eva llevaban pistolas ya que ambos tenían licencias de armas. Yo en cambio tan solo tenía un bate de béisbol que no sé porque había encontrado en el coche. No sabíamos si esto iba a terminar bien ni lo que iba a pasar, pero estábamos seguros de que valdría la pena ya que era por amaia.
Vi la casa y parecía una casa de campo normal como cualquier otra que habíamos visto en el trayecto hacía allí. En la casa crecía yedra y llegaba hasta las ventanas. Parecía ser una casa tan normal en pamplona, pero no era para nada así.
En el camino habíamos decidido de ponerle un mensaje a la policía de pamplona por si nos podían ayudar y venir, pero teníamos pocas esperanzas en que ellos vinieran.
Queríamos dejar todos los cabos atados y en el caso de que no saliéramos de allí al menos tuvieran un lugar en dónde buscar nuestros cuerpos. Puede que resulte algo un poco tenebroso, pero nos gustaba controlar las cosas y no sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar una vez que entrásemos allí.
Bajamos del coche y fuimos hacia el jardín, buscamos por todas partes dónde podía estar la entrada hasta que encontramos un trozo de madera que tapaba algo. Teníamos la esperanza de que fuera la entrada y así era. Ya que cuando lo abrimos pudimos ver que había unas escaleras plegables. Fuimos bajando con sumo cuidado y nos encontramos una escena que no nos gustaba nada a ninguno de los tres.
En esa habitación estaba amaia desnuda llena de sangre con rasguños, junto con un hombre de mediana edad que suponía que era su padre. También había una mujer que debido al parecido que tenía con Amaia diría que era su madre.
No podía creer que tanto amaia como esa mujer estuvieran llenas de rasguños.
Cuando nos vieron entrar aquel hombre, si es que se le podía llamar así ya que no se me ocurrían adjetivos para describirle, nos miró mientras se reía, pero no era una risa como la de cualquier persona. Más bien era como el peor sonido que había escuchado nunca. No podía dejar de mirarlo aunque me costara mantenerle la mirada no me había iba a rendir. Necesitaba rescatarla y que esto se convirtiera en un mal sueño.
Padre: ¿qué hacéis aquí? No es ninguna fiesta
Raul: cierra la boca y deja que nos llevemos a amaia- dijo mientras le señalaba con el arma que mantenía a duras penas sobre la manos.
Padre: ui mira el padre del año. He visto las revistas y ¿qué pasaría si le pasara algo a alguna de tus maravillosas hijas?
Raul: cierra la boca he dicho
Los ojos de Raul inyectaban fuego, pero lo peor de todo que no se le quitaba la sonrisa del rostro de él. Era como si planeara algo, lo sabía.
Raul hizo que se arrodillara, mientras yo escuché la voz de amaia que me llamaba a duras penas. Me agaché a su lado y la vi ahí en el suelo, desnuda, sangrando y con algo en la mirada que nunca había visto. Su mirada emanaba sufrimiento y yo no podía hacer que ese sufrimiento se quitara y eso no hacía más que matarme por dentro.
Amaia: cuidado so ma- dijo con un hilo de voz apenas audible, pero yo la entendí y le puse mi chaqueta sobre sus hombros para que se sintiera más cómoda. Ella cerró los ojos, pero yo no la dejé. No sabía si eso iba a significar el final y no permitiría que lo hiciera. Puede que suene egoísta, pero la necesito hoy y todos los días de mi vida. Es demasiado importante como para dejarla ir, así que me puse a hablarle y ella intentaba mantener los ojos abiertos aunque a duras penas.
Eva sacó de su bolsillo unas esposas para ponérselas al padre de amaia, pero justo en ese momento aparecieron dos hombres de la nada. Cuando habló uno de ellos su voz me sonó me sonó tan familiar. Era diego, el estúpido que se intentó acostar con amaia y que hace que casi se acabara nuestra relación. De pura furia me levanté y fui directo a pegarle un puñetazo a ese imbécil, pero cuando fui se movió casi sin hacer ningún esfuerzo y el que propinó el puñetazo fue él. Me dejó sangrando la nariz en el suelo y con más furia dentro que antes.
Carlos: ostias tio ¿enserio este es el tío al que nombro cuando te querías acostar con ella? Vaya pena hermano que bajo has caído
Alfred: cállate la boca, dejad a amaia tranquila ya
Carlos: si tranquila la ha dejado, pero diego después de lo que le ha dado antes. Cómo se nota que tu no le dabas bien de lo suyo
En ese momento lo entendí todo, diego había violado a Amaia. Por eso amaia tenía la mirada tan perdida y actuaba así. La había herido y allí estaba tirada en el suelo como si de un fantasma se tratase. Me levanté del suelo y fui directo hacia Diego y esta vez si que le pegué un puñetazo que se cayó al suelo dejándolo inconsciente, pero ese no era el caso de Carlos que era más alto y parecía más mayor que Diego y fui hacia mí y sacó un cuchillo del bolsillo. Nunca antes había estado en una situación así, estaba siendo amenazado por un tío con un cuchillo. Sentía que mi vida prendía de un hilo. Sabía que cualquier movimiento en falso significaría mi muerte, así que seguí quieto con miedo de mover cualquier músculo por si con eso pudiera cambiar de opinión y clavarme el cuchillo.
Carlos: maldito inútil ¿te crees que puedes dejar inconsciente a mi hermano e irte de rositas? Pero tranquilo que antes de hacerte algo se lo haría a ella. Me la follaré en tu cara y no podrás hacer nada. Tan sólo podrás verla como grita y suplica que pare, pero tranquilo que cuando era mi pequeña su padre y yo nos la turnábamos y ahora no va a ser diferente.
Tenía que sacar toda la furia que sentía en estos momentos así que no sé cómo lo hice pero cogí el bate que aún tenía en la mano derecha y le propiné un golpe en su entrepierna.
Él empezó a gritar de dolor, pero entonces ocurrió algo que no nos esperábamos nadie.
El padre de amaia se levantó y rápidamente cogió a amaia y cogió una navaja que tenía en su bolsillo del pantalón y le hizo un gran corte en el brazo.
Padre: puedo seguir hasta matarla, pero sería aburrido no poder disfrutarla antes dijo mientras empezaba a sobarle los pechos. Amaia intentaba liberarse de él, pero le era inútil. Él era mucho más fuerte que ella y nosotros nos encontrábamos sin ninguna posibilidad de movimiento. Teníamos miedo que cualquier movimiento que hiciéramos significara el final de todo. Justo en ese momento noté unas manos que me agarraban del pie. Se trataba de diego. Caí al suelo, no sin darme un golpe en la cabeza. Sentía como si me diera tumbos y estaba muy mareado tanto que al intentar levantarme caí rendido al suelo.

Espero que os esté gustando. Se acerca el final. El siguiente es penúltimo ♥️♥️

Amor pactado (Terminada Y Editando )Where stories live. Discover now