Capítulo uno

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Savannah estaba gruñendo desde hace cinco minutos porque no encontraba su remera blanca que había dejado en el mueble del escritorio la noche anterior. Tenía la costumbre de dejar la ropa preparada y así no perder el tiempo, en su opinión, era una buena costumbre.

Savannah grito de horror cuando la encontró en el piso con una mancha marrón en el medio de la remera. Se quedó pensando cómo había pasado aquello si la había dejado en la silla giratoria, pero la imagen de Max apareció en su cabeza y giro la cabeza hasta su cama donde le dio una mala mirada. El pequeño perro bulldog sacaba la lengua y la rubia hace una mueca de asco, pero se rio al ver que el perro trata de dar la vuelta, pero no pudo.

Después de colocarse otra remera, agarra la mochila y sale a la habitación; camina por el pasillo y va hasta la sala tres habitaciones, un baño al final del pasillo y un pequeño patio delantero como trasero. Nada extravagante.

Su madre le sonrío cuando la vio y se saludaron. Aunque tuviera sangre de su padre —el cual no veía hace más de diez años—, tenía muchos aspectos con su madre. Ambas rubias de ojos claros, solamente que Lily, la madre de Savannah, tenía los ojos azules y su hija, verdes. Ambas tenían la misma estatura y sus personalidades eran parecidas, pero la hija tenía un carácter un poco más fuerte.

—Me voy, ma, llegaré tarde —le dice Savannah a la madre.

Ambas se despiden y Savannah sale de la casa con su mochila colgada en su hombre cerrando la puerta detrás de ella. Se coloca sus auriculares y empieza a caminar hasta la secundaria que estaba a tan solo diez cuadras de su casa.

Durante los días lindos, donde el calor no era tan fuerte, ella caminaba hasta la escuela, justo como ese día; pero se tomaba el autobús en los días de invierno. Su estación favorita no era precisamente donde hacía frío. Y el invierno en Seattle era fuerte.

Llego a la escuela y fue directo a la cafetería. Al llegar vio un par de grupos de amigos charlando en las mesas del lugar, todos entusiasmados y felices. Como si fuera hermoso volver a clases y eran lo único que estaban esperando, pero todos sabíamos que no era cierto. Solamente estaban felices por volver a ver a sus amigos.

— ¿Qué desea, señorita? —le pregunta la cocinera a Savannah cuando estaba frente a ella.

Antes de que pueda responder ella, alguien más lo hizo.

—Un sándwich de jamón y queso y un jugo de naranja.

Savannah sonrío ampliamente y se dio la vuelta al escuchar esa voz. Frente a ella estaba el chico que había entrado a su alma. El chico de cabello negro, ojos marrones y una estatura alta —veinte centímetros más que Savannah—le sonría burlonamente.

—Deberías sacarte esa costumbre de interrumpirme —bromea Savannah.

Él se ríe y se acerca lentamente hacía ella. Savannah siente su corazón acelerarse y su respiración se vuelve más pesada, antes se asustaba con lo que le pasaba, pero ahora se había acostumbrado a las reacciones de su cuerpo cuando él se acercaba.

—Hola —le susurra el chico colocando sus brazos alrededor de la cintura de ella.

Ella sonríe y coloca sus brazos alrededor del cuello.

—Hola.

Ambos se miran por unos momentos y después unen sus labios en un beso tierno y con amor. Se separaron sin dejar de sonreír, un carraspeo rompe la burbuja de amor de ambos jóvenes. Savannah mira avergonzada a la cocinera que los miraba divertida, el chico se ríe.

Después de agarrar la comida y de despedirse de la cocinera, salieron de la cafetería con una chica avergonzada y un chico divertido. Cuando estaban a unos metros de distancia de la cafetería, Savannah le dio un golpe en el brazo y él suelta una carcajada limpia.

—No fue gracioso, fue muy vergonzoso, Nick —le reprocho con las mejillas sonrojadas tras recordar el acontecimiento de hacía unos minutos atrás.

—Lo fue, realmente lo fue —dice Nick.

— ¿Y vos eres mi novio? —pregunta indignada al ver que Nick vuelve a reír con más fuerza.

Nick sonríe divertido y abraza a su novia que bufa haciéndose pasar por la novia enojada. Nick le da un beso en la sien y ella siente derretirse ante ese gesto, pero intenta no demostrarlo.

—Te quiero, novia —le dice él.

Savannah sonríe.

—Yo también, novio. 






Bueno, para los que me siguen en mi segunda cuenta, sabrán que la publiqué ahí antes; pero decidí publicarla en esta cuenta ya que es la que más uso. Espero que les guste está historia y nos leeremos en el próximo capítulo. 

Infinitos Quebrados. #WDA20Where stories live. Discover now