Capítulo ocho

16 5 2
                                    

—¡Sav!

La chica rubia frunció el ceño al escuchar su nombre, dio la vuelta y frunció más el ceño al ver a Samantha King corriendo hacia ella. Cuando la chica llegó, se dobló sobre sus piernas mientras trataba de regular su respiración. Savannah se río por lo bajo. Samantha la miró después de recuperar su respiración.

—¿Todo bien? —preguntó Sav.

—Sí, sí. Lo siento, quería hablar contigo del trabajo, ¿puedes? —La rubia asiente rápidamente—. Sé que no pudimos hacer mucho por mi culpa —Savannah pudo notar vergüenza en los ojos de la chica—, así que ¿qué te parece si nos juntamos a la tarde en mi casa?

—¿Hoy?

—Sí, ¿puedes?

Savannah lo único que quería era ir a dormir, pero sabía que debía aprovechar la oportunidad de seguir con el trabajo o jamás terminarían.

—Claro, sí.

—Perfecto —Samantha sonríe—. Nos vemos en la salida y nos vamos juntas —Antes de que Savannah pueda responder, la chica ya se había ido.

La chica suspiró y siguió caminando hasta la próxima clase: Química. No era muy buena en esa materia, pero tenía el límite de la nota. Compartía clases con Trevor, lo que le facilitaba el aprendizaje con esa materia. Su amigo era el mejor en todas las materias, excepto deportes, pero ella sabía que Trevor se comería el mundo en cuanto saliera de la secundaria.

—¿Qué tal, rubia?

—¿Qué tal, rubio? —preguntó Sav haciendo sonreír a ambos.

Ambos se sentaron juntos desde el comienzo de este año, lo que provocó que algunas miradas de chicas cayeran en Savannah de una mala forma. No era tonta, muchos deseaban a sus amigos y a su novio, pero ella los ignoraba.

—¿Entendiste lo que te mandé? —preguntó Trevor.

Además de ser un excelente alumno, era un excelente profesor.

—Completamente. Deberías ser profesor, se te daría bien —comentó la amiga.

—Tal vez, aunque sigo pensando que ser doctor es lo mío —dijo Trevor.

Hacía muy poco tiempo que Trevor había dicho lo que, tal vez, sería su vocación y Savannah estaba impresionada. Le parecía interesante, pero no se volcaría a esa carrera.

—Puedes ser doctor y profesor de medicina, tal vez Anatomía —dijo ella, lo que dejó pensando a Trevor.

»Eso no lo había pensado«, razonó el chico.

Las clases habían dado por finalizadas y Savannah se encontraba con Trevor y Luke en la salida esperando a su amigo —novio, en el caso de Savannah—a que saliera de una vez. La rubia suspiró cuando vio a su novio caminar hasta ellos con una sonrisa burlona en su rostro. Al llegar, los tres lo miraron mal. Nick soltó una carcajada y abrazó a su novio por la cintura para luego darle un beso en el cachete.

—Tárdate lo que quieras, bastardo —bufó Luke.

—Eso fue lo que hice —le guiñó el ojo.

Savannah rodó los ojos al ver a esos dos discutir y dirigió la mirada hacia al frente justo cuando salía su compañera de trabajo con sus dos amigas. Samantha saludo a sus amigas a lo lejos y sus ojos conectaron con Savannah, a lo que ella asintió dando a entender que ya iba.

—Bien, niños —dijo haciéndole burla a sus amigos—, debo irme —anunció.

—¿A dónde, rubia? —preguntó Trevor.

—Por un trabajo, rubio —contestó. Saludo a sus dos amigos con un beso en la mejilla y a su novio en los labios—. Nos vemos, mañana —saludó y se fue corriendo hasta llegar a Samantha que alzó la mano saludando a los amigos de la rubia.

—Tus amigos me caen bien, Sav, ¿puedo llamarte así? —la mencionada asintió.

—Son geniales —sonrío ella.

—Tienes suerte.

Savannah sonrío sabiendo que era verdad.

***

Al contrario de lo que pensaba Savannah, la casa de Samantha no era una gran mansión ni nada extravagante, sino todo lo contrario. Era más grande que su casa, pero no era exagerado, era normal. Ambas se dirigieron a la cocina y, después de organizar una bandeja con comida, subieron a la habitación de la dueña de la casa y empezaron con el trabajo.

Después de dos horas, Samantha saltó el lápiz y soltó un bufido que hizo sonreír a Sav. Miró a su compañera y se sorprendió al verla con un rodete desordenado. Las pocas veces que la había visto, tenía puesto un peinado en perfectas condiciones que daba envidia. Se sabía de antemano que las porristas tenían una reputación de perfección, aunque Savannah no estaba muy metida en esos rumores, o en rumores en general, había escuchado sobre ellos. Nadie se safaba de escuchar los rumores de la escuela, quieras o no se sabía todo.

Siempre.

—Adoro estudiar, realmente, pero mi cerebro va a explotar —comentó Samantha haciendo reír a la chica.

—Bien, podemos descansar un poco —apuntó y la pelinegra festejó, sacándole una carcajada a la rubia.

Samantha se sentó en la cama en forma de indio y Savannah giró la silla para mirarla a los ojos. La porrista tenía el pelo largo —aunque en ese momento no se note—, sus ojos eran marrones claros y poseía un hermoso cuerpo que estaba claro que cuidaba muy bien. Savannah había ido a las prácticas de su amigo Luke y había visto a las porristas practicar muchas veces y, joder, eran exigentes.

—No eres hablar mucho —confirmó la pelinegra.

—No, la verdad es que no.

—Bueno, hablemos —dijo la chica—. Sé que estás en una relación —la otra asintió—. Eso es genial, jamás estuve en una. Dicen que es hermoso, pero doloroso.

—Bueno, no he estado tanto tiempo con Nick, pero, por el momento, todo va bien —sonrío la chica, eso sonreír a la otra con felicidad.

—¡Eso es genial! ¿Cómo fue conocer a tus suegros? —la sonrisa de Savannah se le fue borrando de a poco—Creo que ese sería mi más grande miedo, sinceramente. Ojalá no me toque una suegra maldita, no lo soportaría. Le diría muchas verdaderos que seguro hacen que pierda mi noviazgo.

Savannah se quedó en silencio por un minuto.

—Yo... todavía no conocí a mis suegros.

Samantha se quedó en silencio mirándola. Savannah miraba sus manos mientras las movía. La había puesto incomoda, por lo que intentó enmendar ese error.

—No te sientas mal —dijo—. Mi hermano no conoció a sus suegros tres meses después de empezar a salir, créeme es normal. Todo a su debido tiempo.

Savannah asintió lentamente y Samantha cambió de tema, lo que agradeció internamente.

Quería mucho a Nick, por supuesto, pero siempre se preguntó porqué no la presentaba. Estaba siendo insegura y no le gustaba ni un poco. Su amiga, Mackenzie, le había dicho lo mismo que le dijo Samantha: "Es normal, aunque no lo creas. Todos necesitamos un tiempo. Tal vez él se quiere asegurar que esto funcione y no esperar a que su familia se encariñe contigo y después la pérdida sea dolorosa. Todo a su debido tiempo".

Él la quería, lo sabía, por lo que sacó sus pensamientos y siguió hablando con Samantha y escuchando las travesuras que había hecho con algunos compañeros del equipo de porrista. 



84 años después... 

¡Culpable por todo! Pero hay capítulo. Las cosas se pondrán un poco... difíciles ¡Atentos! 

He hecho un instagram para publicar cosas en las redes: ibetmylifexx. Espero que se pasen. 

¡Cambio y fuera! 

Infinitos Quebrados. #WDA20Where stories live. Discover now