Capítulo once

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El receso había comenzado y los estudiantes se encontraban esparcidos por el pasillo, en el patio o en diferentes lugares de la escuela donde nadie, ni siquiera profesores, pudieran molestarlos. Era viernes y los adolescentes querían salir corriente —algo común—, pero era un día particular.

—¡Fiesta, Sav! —le gritó Sam a su —ahora— nueva mejor amiga, la cual se río ante el entusiasmo de su —también— mejor amiga.

En el último tiempo, las dos chicas estuvieron saliendo, no solo por el trabajo, sino porque realmente querían salir; su amistad se fue fortaleciendo y, aunque el trabajo fue entregado el día anterior, seguían viéndose y saliendo cuando querían, o cuando Samantha tenía tiempo, ya que al ser porristas las prácticas se volvían cansadoras y la pelinegra terminaba agotada.

—Tu entusiasmo me encanta —opinó Sav divertida.

Se había rumoreado a mediados de la semana que uno de los integrantes del equipo del fútbol iba a realizar una fiesta ese mismo viernes, pero no fue hasta el día anterior que lo confirmó él mismo. Los estudiantes —principales los más grandes— se encontraban hablando de lo que se iban a poner y a quién quería "cazar" esa noche.

Las dos chicas estaban contentas de poder ir, principalmente porque hacía mucho tiempo que no salían a divertirse por culpa de las prácticas (en el caso de Samantha) y los estudios (en el caso de ambas). Ambas decidieron arreglarse en la casa de Savannah y después ir juntas hacia la fiesta.

—No puedo creer que el maldito de Zac haya dicho que sí a la fiesta —comentó Luke mirando a su compañero de equipo.

Trevor y Nick imitaron la acción. Zac había sido catalogado como uno de los amargados del equipo por no permitir hacer fiestas en su casa, pues todos sabían la enorme casa que él poseía; por lo que los estudiantes estaban sorprendidos por saber dónde se haría la fiesta. Sus compañeros, incluyendo Luke, le preguntaron el por qué del cambio de opinión con respecto a la fiesta; lo único que consiguieron fue una respuesta que dejaba con más preguntas que respuestas.

—Eso no creo que sea importante, lo que importa es que tenemos fiesta —opinó Nick. Luke y Trevor lo miraron y asintieron.

Luke y Nick se consideraban los más fiesteros de los tres, aunque a Trevor también le gusté las fiestas. Pero la situación era diferente esta vez: Nick no quería solo salir a divertirse con sus amigos y su novia como usualmente pensaba. No. Él solo quería despejar la mente y no pensar en su familia.

La casa del chico del equipo se encontraba llena. Ningún estudiante quiso perderse de ir a la fiesta más esperada de todos. La música estaba en lo más alto y se la podía escuchar a dos cuadras de distancia. Ninguno del equipo mentía al decir que la casa de Zac era enorme, pues su mansión contaba con tres pisos; pero solo el primer piso fue habilitado por los estudiantes. Grupos de amigos se encontraban charlando y bailando en el centro de la sala, incluso en el patio trasero. Zac miraba a todos con sumo cuidado porque, a pesar de haber sacado la mayoría de los objetos de mayor valor —tanto sentimental como material—, temía que los estudiantes rompieran algo. Él sabía perfectamente que eso pasaba muy seguido.

Savannah y Samantha entraron a la casa sin poder creer que esa casa fuera real. Habían escuchado los rumores de la mansión del miembro del equipo, al igual que todos los estudiantes, pero nunca pensaron que los rumores exagerados fueran ciertos.

—Impresionada —susurro Samantha mirando a su alrededor—. Demonios, ten cuidado, idiota —exclamó cuando un chico pasó golpeándola en el proceso.

El chico se dio la vuelta y la pelinegra se sorprendió al ver al dueño de la mansión que la tenía hipnotizada. A pesar de estar en el equipo de porristas, no tenía mucha relación con los chicos del equipo, mucho menos con Zac. El muchacho podría ser bastante reservado cuando se lo proponía. Muy pocas veces se lo había visto hablar con un chico o chica que no sea del equipo de fútbol.

Infinitos Quebrados. #WDA20Where stories live. Discover now