Capítulo cinco

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Al día siguiente, Savannah se encontraba yendo a la clase matemáticas mientras escuchaba música a través de sus auriculares. Mientras lo hacía, empezó a repasar los últimos meses.

Aún recordaba cómo veía a Nick y a los chicos de lejos riendo ajenos de su existencia, aunque no era algo que no le importaba demasiado. Savannah sabía de la existencia de ellos por el simple hecho de que su amigo, Luke, era miembro del equipo de fútbol americano. No era fácil ignorar a los tres mejores amigos indispensables.

Al contrario de Savannah, Nick no conocía a Savannah, a pesar de que iban a muchas clases juntos. Él vivía la adolescencia con sus amigos y nadie más, no existían chicas para él. Y no era porque no creía en el amor, sino porque no pensaba en tener una relación en ese momento.

No había sido un trabajo el que los unió ni un accidente con la comida o un café, sino unos globos. Todos los años se organizaba una colecta para recaudar donaciones —tanto dinero como ropa—para una fundación que ayudaba a las personas que realmente lo necesitaban.

Savannah recordaba perfectamente el día que habló por primera vez con su actual novio.

—Alumnos —llamó el profesor a sus estudiantes que se encontraban concentrados en sus tareas correspondientes—, iré a hablar con la directora, compórtense.

Sin más, el profesor se retiró y los alumnos se quedaron siguieron haciendo sus tareas. Savannah se encontraba buscando en la computadora un mayorista accesible para comprar hamburguesas para el día del evento en donde mucha gente vendría a dejar sus donaciones. Hizo una mueca cuando vio el precio de la página número cinco que visitaba en la última media hora.

—Chica, ¿dónde dejamos estas cajas?

Una voz varonil hizo que dejará de ver la computadora para mirar hacia delante donde, para su sorpresa, eran los tres amigos inseparables: Luke, Trevor y Nick. Frunció el ceño y los observo confundida.

—No tengo idea —respondió y siguió con su trabajo.

— ¿Y a quién le preguntamos? —preguntó otra voz diferente a la primera, sino se equivocaba era de Nick.

Miro a los costados y notó que no estaba la delegada que se ocupaba de organizar las cosas. Suspiró y, después de encontrar un lugar disponible donde podían dejar las cajas, los miró.

—Déjenlas ahí —señalo el lugar—. La delegada no vino, así que solamente déjenlas por ahí y ya.

Los tres asintieron e le hicieron caso a la chica rubia de ojos verdes. Cuando terminaron, se acercaron a la mesa donde se encontraba a ella y se sentaron. Trevor dejó caer una bolsa y el trío empezó a inflar los globos.

Media hora después, Savannah encontró un mayorista accesible y anotó los datos para que el profesor después verificara. Su tarea había terminado por lo que estaba sin hacer nada. Y eso no le gustaba. Observó a los chicos que seguían inflando globos y pudo notar que tenían para rato, aun cuando eran tres bocas, no iban a llegar.

Se encogió de hombros y sacando de lado la timidez, agarró un globo y empezó a inflar. El chico que se dio cuenta de tal acción fue Nick. La miró y ella al sentir la mirada, lo miró de vuelta.

— ¿Qué pasa? —le preguntó ella.

Él solo sonrió y negó con la cabeza.

—Nada, nada...

Ninguno dijo nada, pero se quedaron por unos segundos mirándose que se sintieron como una eternidad. Savannah fue la primera en sacar la mirada mientras que Nick sonrió ampliamente ante tal acción de la chica. Lo único en lo que pudo pensar en la próxima hora fue en lo linda que era la muchacha rubia que se ponía colorada después de inflar un globo. 

Infinitos Quebrados. #WDA20Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt