Monólogo 3: El ganador de un juego perdido.

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El lamento, se desliza sobre mi como agua derramada sobre mi piel que a la vez, se combina con las lágrimas que brotan de mis ojos creando la mezcla más dolorosa que uno pueda imaginar.

Cansado, devastado, herido, perdido... No se buscar una salida a mis pensamientos, las suaves notas de las canciones rozan mi pelo intentando consolar el llanto, pero lo que ellas no saben, es que lo alargan cada vez un poco más.

Las agujas del reloj, poco a poco van avanzando y yo sigo abatido sin levantar cabeza, de la cual brotan voces que intentar explicarme que es lo que debo hacer pero sé, que esa no es la solución.

Escribo, porque es lo único que me puede aliviar, porque yo solo ante el papel es donde de verdad me puedo expresar. Harto, de seguir con esta farsa, con callar y no poder hablar, con querer hacerlo todo y a la vez nada.

Me metí sin pensarlo en un laberinto recubierto de trampas, y en cada esquina que doblo allí hay una, y aun intentando escapar, el que dirige tal artimaña no me deja ni un segundo en paz

Quiero explotar y resurgir de mis cenizas como el fénix, o volar tan alto como el hipogrifo y que el viento azote mi cara. Quiero olvidar este mundo y sumergirme en las letras de un libro sin fin, que por lo menos tenga ese ansiado final feliz.

Porque sin quererlo, me he convertido en el ganador de un juego perdido.

Monólogos de un amor imposibleWhere stories live. Discover now