Uno

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Los Supremos Kaiosamas pueden vivir millones de años,pero al final les aguarda también la muerte.Sus vidas están dedicadas a otros. Es su naturaleza,no la cuestionan o buscan cambiarla. Aceptar las cosas como son hace parte de ellos,mas el peso de sus errores es algo con lo que es más difícil lidiar y Gowasu estaba tratando no sólo de sobrellevar eso,sino también de buscar un nuevo aprendiz. 

El tiempo que le quedaba debía emplearlo en entregar todo su conocimiento a un joven shin-jin, pero tenía miedo de volver a equivocarse. De hecho sentía que había cometido error tras error. Primero Zamasu,después en el torneo del poder y antes,mucho antes,un error del que se arrepentía enormemente. Ahora en el invierno de su vida, lamentaba tanto no haberse atrevido a cruzar esa línea.

El era muy joven cuando se volvió un aprendiz de Supremo Kaiosama. En aquel entonces el dios de la destrucción y su ángel ya estaban en funciones,mientras que él,apenas estaba conociendo el universo al que llegó. La primera vez que la vio fue cuando su maestro lo llevó al templo del dios de la destrucción.
Sabía que a los hakaishin los asistían ángeles,pero nunca espero que fueran tan bellos o al menos "bella"era,para él,la palabra que definía a la ángel Cus. Una muchachita parecía, pero era más vieja que todos los dioses de la destrucción juntos,le dijo el Supremo Kaiosama. A él no le importaba. No podía quitarle los ojos de encima. Era tan dulce,tan grácil,tan linda. Aún lo era,pero en su actualidad
Gowasu,no se sentía cómodo pensando eso de ella de esa manera. En su juventud estuvo enamorado del ángel Cus,ahora la veía como un agradable recuerdo.

Jamás nunca supo de una regla que no permitiera un amor entre dioses o ángeles;pero estricto en su labor,como él era,nunca se atrevió a hablarle de sus sentimientos,aun cuando ella si le confesó los suyos una tarde de primavera. Hacia mucho de eso. El puberto shin-jin se convirtió en un muchacho,el muchacho en un hombre y el hombre en un anciano (por así decirlo). El tiempo mitiga todo,incluso los sentimientos y el amor de Gowasu por Cus se fue alertagando,pero jamás murió. Seguía ahí escondido,bajo esa austera fachada que no daba señal de que el corazón,bajo esa carne cansada, latía más rápido cuando la veía llegar, en compañía del dios de la destrucción.

Aún recordaba esos años en que juntos caminaban por ese planeta riendo,cantando, bromeando y olvidándose de quienes eran por las horas,que podían estar juntos. La amo,la amaba y en el ocaso de sus días añoraba volver atrás,revivir esos momentos y aunque le hubiera costado el puesto,decirle cuanto la amaba. Pero el pasado no se corrige,ni los dioses pueden ir atrás para hacer eso. Sentado en la mesa donde tomaba el té, Gowasu pensaba. 

Fue después de ser restaurado que el supremo kaiosama del universo díez,comenzó a cavilar respecto a una cosa y sólo una cosa: la ángel Cus y la posibilidad de intentar retomar eso que quedó en pausa hace tiempo. Había una forma, temporal,de recuperar eso que el tiempo le arrebata a cada ser vivo y una vez lo tuviera podría intentarlo de nuevo ¿por qué no? Seria sólo por un tiempo breve,una última primavera antes de sucumbir al invierno.

Mi última primaveraWhere stories live. Discover now