cinco

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Vestirse no era complicado. Puso su mano sobre su pecho y listo. El problema era que no había pensado en cómo explicar su cambio a ninguno de esos dos. Era demasiado tarde para teletransportase a alguna otra parte,de modo que no había más opción,para él,que salir de una buena vez. Tarde o temprano debería hacerlo, aunque hubiera preferido que no fuera en presencia del dios de la destrucción. De jóvenes nunca se llevaron bien y habían dos motivos para eso. El primero era sus personalidades y la segunda la ángel Cus. No es que Romoush estuviera celoso románticamente hablando,es sólo que consideraba que Gowasu la distraía de sus deberes como ángel guía.

Muchos fueron los conflictos que tuvieron cuando él,apenas iniciaba como Supremo Kaiosama y probablemente muchos podían llegar a tener ahora,sin embargo,ya había dado el primer paso y no podía ni tenía pensado retractarse. Camino lentamente hacia aquella puerta de papel de arroz y la abrió con su habitual actitud, quedando frente al dios y a la ángel.

Una sorpresa desconcertante se apoderó de ambos al ver el renovado aspecto de Gowasu, que los miraba con naturalidad.

Cus tenía aquellos recuerdos dormidos en su memoria y todos se despertaron al ver allí a ese joven shin-jin, a quien le confesó amarlo una tarde de primavera. No tenía un buen recuerdo de aquel momento,tampoco uno terrible;si uno un poco doloroso.
Si bien las vidas de los ángeles son muy largas, pocas son las personas capaces de ganar su atención,pues ellos no están hechos para socializar demasiado. Cus es la mayor de los hijos de Daishinkan por lo que,pese a su aspecto y comportamiento de niña,posee tal vez la mayor madurez,es esto lo que le permite tomarle afecto a las personas que están cerca, sin dejar de mantener la neutralidad pertinente con su cargo. Así también esto le permitió,por todos esos años,tener con Gowasu una sana relación,en base a su función y a la de él.

Para Gowasu ese contacto visual con la ángel,no fue fácil. Todo su cuerpo temblo y el corazón casi se le sale del pecho. Así pasaba cada vez que la veía,pese a que él hacía caso omiso de aquello,mas en ese momento fue más intenso. Como cuando era un muchacho algo terco y un tanto rebelde que cuestionaba todo. Ella no le sacaba los ojos de encima. No había odio,ni reclamo en esos grandes ojos violeta,pero si una vieja tristeza. Hubo un silencio sepia entre los dos,entre los tres hasta que el dios hizo la pregunta:

-¿Qué te pasó Supremo Kaiosama?

-Tuve un accidente mientras organizaba los gabinetes de las reliquias-le dijo tranquilamente.

-¿Un accidente?-le cuestióno el hakai-shin-Que conveniente...

-La suerte me favoreció-le dijo el supremo kaiosama-Puedo saber el motivo de su visita.

-Era por razón de tu aprendiz. Quiero que escojas uno pronto. Aunque parece que ahora no hará falta-señalo el dios.

-Es temporal-le dijo Gowasu-Algo así como una última primavera...

Mi última primaveraWhere stories live. Discover now