3. La fiesta

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AITANA

El frío de noviembre de Barcelona se penetra hasta mis huesos haciéndome temblar repetidas veces. La estación de trenes se deja ver poco a poco a través de la niebla que cubre la ciudad y agilizo mi paso para llegar cuanto antes para poder refugiarme del frío.

La gente corre de un lado a otro para no perder su tren y no llegar tarde a su destino, otros, como yo, optan por tranquilizarse y disfrutar del calor que emana el edificio. Entre el mogollón de gente puedo identificar el rostro de mi amigo, él no me ha visto así que camino con paso decidido hacia donde él se encuentra. Su sonrisa me recibe en cuanto se percata de mi presencia y rodeo su cintura con mis finos brazos. Tras una infinidad de besos por mi cara ponemos rumbo a nuestro andén. No hablamos, es imposible, se nota que es viernes y la gente planea con entusiasmo su fin de semana como si en ello se jugarán la vida.

Gracias a dios el tren tarda poco en llegar y me meto entre todo el mogollón para poder coger asiento y sentarme durante todo el trayecto. Alex corre detrás de mi, riéndose y al final se sienta junto a mi. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y me relajo. Por fin viernes, último día de clase de la semana.

Bajo la atenta mirada de Lucas intercambio un par de mensajes con Ana y Miriam - sé que nunca han sido de su agrado pero no dejan de ser mis amigas -, las echo de menos y no debería distanciarme de ellas.

Debería de hablarle a él para que sepa que estoy bien y asegurarme que él también, pero no quiero encender una llama que ya está apagada.

O eso creo.

El tren se vacía cuando llegamos a nuestra parada y tiro de su mano para salir rápido y no llegar tarde. Necesito un café.

La gente no deja de hablar de una fiesta que hay está noche, todo el mundo está al corriente menos yo. Noto que la gente me observa de arriba abajo. Me está comenzando a doler la cabeza, me estoy agobiando. Busco con mi mirada a Lucas y le encuentro hablando con un chico fuerte, tiene pinta de estar en último curso. Me acerco a ellos y saludo tímidamente.

- Hola, guapa, ¿tú eres la famosa Aitana? - pregunta y me hace sentir incómoda. Estira su mano para coger la mía y la aparto instintivamente. - Tranquila, no como. Estaba hablando con tu amigo para que os pasarais por una fiesta que hay hoy, él sabe donde es.

- Eh... Sí, soy Aitana - saludo con nerviosismo y colocándome el flequillo. - No sé si podré, tengo cosas que hacer y no quiero dejar a mi mejor amiga sola - confieso bajando la mirada, - pero Lucas seguro que sí que va - afirmo intentado ofrecerle una sonrisa.

- Es una pena, podrías ligar mucho en esa fiesta - dice con tono chulesco. No sé si se dirige a mí o a Lucas, pero por la mirada asesina que le lanza mi amigo deduzco que iba para mi. De todas formas no me da buena vibra ese chaval.

Tras intercambiar un par de palabras más con Lucas, por fin se marcha y nos deja solos y respiro más relajada. Últimamente estoy demasiado agobiada y no estoy agusto del todo. Nota mi angustia y deja un beso en mi frente dejando a su paso mi flequillo despeinado lo que hace que gruña.

Vemos la puerta de la universidad en frente nuestra. Compartimos unas cuantas miradas hasta que damos el paso de atravesarla y seguir a nuestras respectivas clases. Miro hacia el campus repleto de gente y de las risas que se multiplican cada vez que la información de la fiesta se transmite de persona en persona. Primero una joven de una melena larga y negra, le cuenta a la que tiene al lado sobre la cita de esta noche.

Por lo que me puedo enterar, es que la celebración es a las once de la noche, con un fiel compañero de botellas repletas de alcohol en la finca de alguien que no consigo saber quién es. La voz se corre más rápido que el viento y hasta el más despistado, habla de la fiesta antes del examen que seguramente tendrá que hacer en breve.

Posdata: Te Quiero Onde histórias criam vida. Descubra agora