9. Arriesgar

482 29 1
                                    

AITANA

Mi abuelo siempre decía que si tengo miedo a intentar algo es porque realmente lo estoy deseando. Yo nunca había entendido el significado de esa frase, por más vueltas que le daba siempre me parecía demasiado contradictoria. ¿Cómo iba a desear hacer algo si me daba miedo?

Cuando iba al parque de atracciones nunca me montaba en las montañas rusas por miedo a que se quedara parada, siempre he preferido subir siete pisos por unas escaleras a subirlos en una jaula que se puede quedar parada en cualquier momento, en los zoos soy incapaz de ir a las zonas de reptiles y hacerme la típica foto con una serpiente amarilla, en los bailes de fin de curso cuanto más atrás mejor para que mi torpeza bailando y mi cara de terror por no saber hacer un movimiento no se notasen demasiado, o montar en un avión. Todas esas cosas me daban demasiado miedo, algunas incluso pánico, a otras podría sobrevivir.

¿Y si se para la montaña rusa o ese dichoso ascensor? ¿Y si la serpiente me muerde? ¿Y si me equivoco o me caigo durante la actuación de fin de curso? ¿Y si el avión se cae en picado y cae contra una montaña ?

A esas preguntas siempre me venía la pregunta "¿y qué haría sino tuviera miedo a ninguna de esas cosas?" Y mi respuesta siempre era la misma "disfrutar". Disfrutaría más de la vida, experimentaría cosas nuevas y me volvería un poco más valiente, ¿no?

A lo largo de este último año me he dado cuenta de lo que esa frase quería decir realmente, y estaba demasiado equivocada respecto a su significado. No se refería a subirse a una jaula para subir siete pisos si me daba claustrofobia o coger una serpiente si me daba demasiado miedo. Sino a amar, a vivir experiencias nuevas, a estar sola, etc.

Luis me enseñó a amar y a amarme a mi misma, y es que sino me quería a mí misma no podía querer a otra persona porque la acabaría dañando por culpa de mis propios complejos y temores, esos que pueden llegar a desaparecer si estás con la persona correcta o si uno mismo es lo suficientemente fuerte, valiente, y sobre todo maduro como para lograr vencer a esos complejos, o "defectos". Qué realmente no lo son, por qué esos son los que nos hacen distintos entre nosotros.

Ahora me veía en una nueva etapa en mi vida, una que no estaba planeada, qué simplemente surgió. Ahora tenía que aprender a amar a una nueva persona, y hacerlo me daba bastante miedo porque no sabía si estaba haciendo lo correcto o simplemente me estaba dejando guiar por impulsos y sensaciones del momento. Porque siendo sincera, si de verdad quisiera estar con él, mis sueños los ocuparía él y no una persona que vive en Madrid y que hace dos meses deje tirada por mi poca madurez.

Sí que es cierto que en los últimos días habíamos conseguido convivir y yo había conseguido aceptar la realidad que me tocaba vivir, a la vez que yo deseaba que algo me hiciera regresar a Madrid, aunque sea unos días y sacarme del maldito bar en el que trabaja y que por su puerta acababa de aparecer Lucas.

Me pongo tensa y nerviosa, no me gusta nada que me o observen mientras trabajo y más un conocido o el que creo que es mi novio a pesar de mi confusión. Tampoco me iba a ver hacer demasiado ya que un sábado a las cuatro de la tarde todo el mundo estaba en su casa durmiendo.

Menos él y el borracho de turno que siempre nos visita para hacernos trabajar a mi compañera Judith y a mí.

- Hola - le saludo saliendo de la barra para dejar un beso en su mejilla.

No era el momento y él lo sabía, y es por eso que yo recibo otro beso en mi nariz.

- ¿Qué tal? - Me pregunta sentándose en un taburete mientras que yo regreso a mi puesto de trabajo para servirle.

- Cansada - resoplo bostezando.

Y es cierto, no puedo con mi vida, pero es que esto de volver a hacer deporte me estaba jugando una mala pasada, y más a mí que soy una vaga de campeonato - como decía mi madre -.

Posdata: Te Quiero Where stories live. Discover now