13. Casualidades

382 26 10
                                    

LUIS

Desde que tuve aquella conversación con Javi hace un par de días me he permitido desconectar mentalmente y disfrutar un poco más de la naturaleza que aflora en el norte de la península. En tan solo tres días me he perdido con el coche, y otras a pie, por los campos y bosques que he descubierto que existían, que siempre los he tenido a mano y nunca me he parado a perderme, y mucho menos a disfrutar y a apreciar la belleza que tenemos en el planeta.

Estos días mi móvil ha pasado a un segundo plano en mi vida, a penas lo he cogido, solo para hablar con mis amigos de Madrid, mirar algún que otro piso a un precio decente y lo suficientemente amplio como para poder mantener algo de orden al caos aflora en mi piso de 25m2.

Mis padres siguen sorprendidos por este cambio tan drástico en mi vida, de un día para otro, pero había venido aquí a reconstruir y a encontrarme, y quizás la mejor forma de encontrase sea perdiéndose un par de veces, o simplemente desconectando del mundo y conectando con uno mismo.

A raíz de eso, estos días también he estado buscando sitios donde hagan yoga a o cualquier arte marcial que te permita encontrar a tu yo verdadero. Nunca pensé que me informaría sobre este tipo de cosas, pero quizás hacer figuras raras no está tan mal si te ayudan a relajarte y encontrar una paz en tu interior.

También había vuelto a la composición, lo hacía en mis salidas a la naturaleza, rodeado de árboles, plantas y pajarillos que me han ayudado a inspirarme a escribir una canción que habla de no guardar rencor a nadie de tu pasado y desearle lo mejor del mundo.

Sí, la conversación con mi amigo había cambiado de ver las cosas, me había hecho salir del bucle en el que me había encerrado y me negaba a salir. No iba a negar que seguía teniendo sentimientos por ella porque me estaría engañando a mí mismo y porque no se olvida de un día para otro, pero no me podía aferrar a un clavo que tarde o temprano se caería, y yo con él.

Y sí, en definitiva había hecho más cosas todos estos días que las dos semanas que llevaba aquí intentando solucionar mi vida pero sin hacer nada, esperando a que la solución viniera a mí.

Hoy esperaba ansioso las respuesta de una persona que me apetecía conocer.

Desde el momento que la vi aparecer por la puerta del bar sabía que esa chica rubia y mallorquina tenía algo especial, no sabía muy bien el qué y quería saberlo. Algo me decía que ella podía aportar algo bueno y útil al caos de vida que llevaba últimamente, igual, me ayuda a ordenarlo un poco.

Y sacando mi parte más empatica, era consciente que después de estas fechas ella se trasladaría a la capital, y aunque no sé a ciencia cierta si conoce a alguien o la acompañara alguien en su nueva etapa en Madrid, imagino que tener a alguien allí al que poder llamar para preguntar cómo llegar a Sol era una tranquilidad inmensa. Y sino siempre tendría a mis amigos que en cuanto pueda me gustaría ponerla en contacto con ellos y la semana que viene conocería a Roi.

Mi móvil vibra repetidas veces y en la pantalla puedo leer algunos mensajes suyos confirmándome que sí puede quedar, que quiere quedar. Tampoco es que vayamos a hacer gran cosa, me ha ofrecido ir a tomar un café porque lo adora y luego la he propuesto ir a pasear por algún parque o por las calles del casco antiguo de la ciudad.

Acepta emocionada a mi propuesta de ir a dar una vuelta y acordamos vernos a las seis en la cafetería porque ella ha estado estudiando esta mañana y quiere echarse la siesta un rato.

Pensándolo bien, yo debería dormir un rato, descansar un rato y recuperar las horas de sueño que me está quitando la música y escuchar las necesidades de mi cuerpo y a las ojeras que adornaban mi cara estos últimos días. Y aunque mi lado más inmaduro se empeñaba en intentar ganar una guerra a mi lado más racional, le era imposible. Fue echarme en la cama y que mis ojos se cerrarán automáticamente.

Posdata: Te Quiero Where stories live. Discover now