4. Nuevos comienzos

629 30 6
                                    

LUIS

El agua de la ducha cayendo por mis hombros como si de una cascada se tratase, destensando todos mis músculos, antes de ir a trabajar. Se había convertido en mi momento favorito del día en el que, además de relajarme, aprovechaba para organizar mi día que, aunque no era demasiado lo que tenía que hacer, tenía cosas pendientes de cuando no salía de casa durante casi tres semanas, quería recuperar el tiempo perdido y volver a ser yo, a pesar de que una gran parte de mi se lo ha llevado consigo, me gustaría volver a sonreír o por lo menos hacer de reír a toda la gente que me rodea.

Estas dos últimas semanas había mejorado bastante físicamente, había conseguido recuperar casi todo el peso que había perdido gracias a que Clara no dejaba de darme comida y así se aseguraba que comía algo en el día; anímicamente había conseguido distraerme gracias al trabajo y a mis amigos que todas las tardes se encargaban de sacarme de casa, aunque por las noches siempre me hundía un poco y, de vez en cuando, alguna lágrima inocente corría por mi mejilla recordándome que aún dolía su ausencia y que no iba a dejar de hacerlo en mucho tiempo.

Mi madre seguía igual de preocupada por mí a pesar de que Roi y Miriam hablaban con ella a diario y la ponían al corriente sobre mi estado, ya que yo no la contaba mucho y se preocupaba demasiado por mi, de echo había amenazado con venir a Madrid a verme e instalarse en mi pequeño piso para asegurarse de que lo que la contaban era cierto. También es verdad que necesitaba volver a casa, comerme un buen pulpo a la gallega, unas empanadas hechas por mi madre, beberme una copa de albariño, respirar el aire puro de Galicia, las charlas nocturnas con mi hermana, pero sobre todo ver a mis padres y sentirme su niño, otra vez.

*********************************************

- Buenos días, Luis - me saluda Clara en cuanto me ve entrar por la puerta de nuestro departamento. - Te veo un poco mejor hoy, se nota que hoy ha salido el sol - bromea cogiendo mi abrigo y dejándolo en el perchero que hay justo a la entrada.

- Bueno, he de decir que hoy conseguido dormir ocho horas seguidas y me ha dado tiempo a tomarme un café antes de venir - confieso sentándome en mi silla y buscando mi carpeta para salir a captar a gente.

- No vayas tan rápido chaval, - me frena cogiendo la carpeta que he depositado sobre la mesa hace unos segundos - hoy es miércoles y los miércoles se sale a partir de las diez y media, te queda una hora y media en la que tienes que aprovechar a buscar nuevos campos de refugiados o lugares a los que poder ir como voluntario a ayudar para iniciar nuevas campañas de cara al año que viene - me recuerda guardando la carpeta en el cajón de mi escritorio.

- Vale, lo que encuentre te lo mando a tu correo para que le des el visto bueno - la digo antes de que salga de mi pequeño despacho.

Este momento de la semana lo recuerdo como uno de los más duros para mí, siempre que veo imágenes de refugiados se me revuelve el estómago y es por eso que acabe trabajando en una ONG, a pesar de tener una ingeniería industrial y un máster, siempre me ha gustado ayudar a los demás y a estas causas sociales ya que desde pequeño mi madre nos llevaba una vez al mes, a mi hermana María y a mí, a comedores sociales.

Unos toques en la puerta me indican que ya es la hora, y tras la puerta está Javi, un compañero de trabajo al que he cogido mucho cariño desde que trabajo aquí.

- Buenos días, Luis - me saluda mi compañero de trabajo que va acompañado de una joven que no he visto nunca. - Me ha pedido Clara que te presente a Rebeca, está de prácticas y como podrás imaginar es nueva, - dice confirmando mis sospechas y señalando a la chica que está junto a él - también me ha pedido que pases la mañana con ella y que la expliques cómo funciona todo - termina de informarme y sale por la puerta de mi pequeño despacho.

Posdata: Te Quiero Where stories live. Discover now