𝐈𝐈

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Gerard Way es un muchacho de 18 años, cuya vida ha sido extremadamente difícil, teniendo que atravesar las peores penurias.

Vive solo con su padre pues su madre murió cuando él tenía 15 años, ella falleció a causa del cáncer, al ser una familia de escasos recursos no pudo recibir el tratamiento que necesitaba. Ella era la que trabajaba y llevaba el dinero al hogar, su esposo era un inútil, solo sabía beber licor y gastar lo poco que tenían en la apuesta.

Gerard gracias a los grandes esfuerzos que hacía su madre, pudo asistir a una escuela pública, es un joven muy inteligente. Solo tenía dos pantalones y unas cuantas camisas, usaba los mismos zapatos hasta que ya no daban para más, a veces no tenían para comer los tres tiempos.

Sin embargo él era un muchacho comprensivo que nunca exigió nada a su madre.

Él miraba en ella la gran mujer que era, no entendía como su padre podía ser semejante patán, muchas veces vio como le pegaba por no llevar suficiente dinero.

Aún con todo aquello él no se quejaba, nunca lo hacía, si su madre podía aguantar él también podía, anhelaba cumplir la mayoría de edad, trabajar y estudiar una carrera universitaria, buscar un lugar digno donde vivir y llevarse a Donna con él, lejos de ahí.

Pero el cruel y funesto destino nunca es como lo planeamos, ella tuvo que partir mucho antes de haberlo imaginado siquiera. Ese fue el primer día de su calvario, luego de haber enterrado a su madre, Donald lo arrastró de los cabellos a casa, exigiendole que si quería seguir teniendo un techo bajo el cual pasar la noche debía llevarle dinero, sino se iría a la calle como un perro.

Desde entonces, con apenas 15 años, Gerard a trabajado de lo que ha podido, de ayudante de mecánico, cargando bolsas en un supermercado, limpiando los parabrisas de los coches en los semáforos, cortando césped, cualquier cosa que le deje algo de dinero.

Debido a su desgastada vestimenta, no había podido conseguir un trabajo más decente. Siempre era rechazado, a pesar de que había días en los que terminaba tan agotado, con las manos allagadas seguía luchando por sobrevivir, hasta alcanzar la mayoría de edad y huir de ese lugar, al que ni siquiera puede llamar hogar.

Nunca aceptó acceder a los malévolos planes de Donald, de vender su cuerpo, él quiere que se prostituya, ha sido capaz de llevar a varios "clientes" a casa, pero Gerard siempre se escapa, no le importa tener que aguantar las palizas que vendrán después, no está dispuesto a dejarse humillar hasta ese nivel.

Gerard, es un muchacho de tez blanca, con cabello largo hasta los hombros, negro como la noche, sus ojos son un par de esmeraldas, un verde tan intenso que cautiva al instante, su nariz es fina y delicada, respingada y perfecta, sus labios son carnosos y suaves, aún conservan la divinidad puesto que nunca ha besado a nadie.

Es un ser puro y bueno, que no merece pasar por todas esas desgracias, es tan hermoso, como si Dios se hubiese esmerado con su creación, más él no está consciente de ello.

Es un alma tan agradecida con la vida que no le importa compartir lo poco que consigue para alimentarse, con alguien que al igual que él lo necesita.

Con todo ese sufrimiento en sus espaldas, uno pensaría que se ha vuelto alguien quien ya no tiene esperanzas en la vida, pero es todo lo contrario, en su corazón la esperanza más grande que está atesorada, es algún día encontrar a alguien con quien pueda ser feliz, a quien pueda amar, a quien le pueda dedicar palabras de cariño y amor, él quiere ser esa persona especial para alguien, quiere convertirse en ese ser indispensable, en aquel que cuando te enamoras no dejas que abandone tus pensamientos ni un minuto.

Gerard solo quiere escapar de esa vida y ser feliz.

Ayudar a los demás.

Amar.

Pero el destino, para bien o para mal, ya está escrito. Todo lo que pasa es porque el ya lo ha decidido.

Aquel anochecer del 09 de Abril, el cielo estaba totalmente nublado, al parecer estaba triste, previendo lo que sucedería, mientras Gerard recogía las pocas cosas que tenía para largarse para siempre del infierno, su puerta fue azotada, apareciendo Donald con una sonrisa macabra "claro que te irás pendejo, pero al cementerio", esas palabras destruyeron su alma, ¿Qué mal le podría haber causado a su padre para que llegara a odiarlo tanto?

Su cuerpo estaba adolorido, estaba siendo masacrado en vida, su padre lo lastimaba con todo lo que tuviera a su alcance, tenía la boca reventada, una ceja partida, su ojo derecho estaba totalmente rojo y cerrado, seguramente pronto estaría morado, su perfecta nariz sangraba, ni que hablar de las cortaduras y raspones en el resto de su cuerpo.

No sabe de dónde sacó tanta fuerza para levantarse del suelo, aventar a Donald y correr, correr como nunca lo había hecho, hasta que no pudo más, ya no tenía más energías, estaba deshidratado y la sangre no paraba de emanar de él.

Llegó a un callejón lúgubre y solitario apenas con la tenue luz de un faro, "vaya lugar para morir" dejó ir un suspiro mientras su cuerpo se deslizaba contra una pared, ya era de madrugada, el cielo se pintaba de naranja.

Lo último que sus ojos pudieron apreciar fue a un hermoso ángel de tez morena, con tatuajes que cubrían sus brazos, una nariz redondita, sus ojos, no alcanzó a verlos puesto que los suyos se cerraron y sintió miedo.

Miedo de morir cuando había visto la perfección en carne y hueso.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardWhere stories live. Discover now