𝐈𝐕

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Frank estuvo al pendiente de las noticias acerca de la situación del desconocido alrededor de dos horas, no había pegado un ojo, era casi mágico que no tuviera nada de sueño.

Estaba muy nervioso y los médicos no le avisaban nada. Pero claro como le iban a avisar algo si ni siquiera había dado los datos del chico en recepción cuando se los pidieron  para hacer el ingreso.

Se dio un leve golpe en la frente y caminó rápidamente a la recepción, estaba una enfermera bonita con el cabello color plata, su nombre según la plaquita en su uniforme era Kristin.

—Buenos días Kristin, quisiera saber en qué habitación se encuentra un paciente —le sonrió a la enfermera, sus manos estaban sudorosas, tenía miedo que a aquel pelinegro le haya sucedido algo.

—Claro cariño, ¿cuál es el nombre del paciente?

—Es que ese es el problema, esta madrugada yo lo encontré mal herido y lo traje para acá, pero no se como se llama —bajó la mirada a sus pies.

—Oh, ya sé quién es, no tengo permitido decirte dónde está, pero como tú fuiste él que lo trajo y has estado preocupado te llevaré —ella era la enfermera más amable que había conocido.

—Mil gracias —susurró mientras la seguía hacia el elevador.

Llegaron  al segundo piso, caminaron un poco y se detuvieron en la segunda habitación de la izquierda.

—Está despierto pero procura no decir nada que lo pueda alterar, tiene una costilla rota y le causa bastante dolor, probablemente le den el alta pasado mañana por la mañana —Frank solo asintió y esperó a que ella volviera al elevador.

Tomó la perilla de la puerta y la giro lentamente.

—Buenos días.

Fue lo primero que se le ocurrió decir, sus nervios incrementaron cuando sus ojos chocaron contra esos orbes esmeralda que le observaban.

—Hola, buenos días —susurró el chico, su voz era débil, sonaba triste, rota.

—Mi nombre es Frank, fui yo quien te encontró y trajo acá.

Los ojos del muchacho se llenaron inmediatamente de lágrimas que no dudaron en iniciar su recorrido a través de sus mejillas, agachó la cabeza para tratar de ocultar su llanto.

—Oh no, lo siento, no fue mi intención decir algo malo, discúlpame —Frank estaba asustado por la reacción del otro, caminó lentamente y se colocó a la par de la camilla—. Todo esta bien ahora, no te preocupes —colocó su mano izquierda sobre el hombro ajeno.

—No Frank nada está bien —dijo el muchacho en medio de las lágrimas—. No sabes cuánto te agradezco no haberme dejado morir en ese lugar, pero nada esta bien.

Lo único útil que se le ocurrió hacer a Frank fue abrazar al chico, nunca fue bueno consolando, ni siquiera podía lidiar con sus propios sentimientos pero ver a ese joven delicado tan débil, era desgarrador y peor era aún no saber que hacer para ayudarlo.

Él se abrazó fuerte al cuerpo de Frank y siguió llorando un buen rato, necesitaba sacar las emociones que tenía reprimidas desde el día anterior.

—Disculpa que te haya dejado lleno de lágrimas —habló cuando estuvo más calmado.

—No te preocupes, por cierto ¿Cómo te llamas?

—Gerard.

Frank sonrió y pensó "hasta su nombre es tan bonito".

—Mucho gusto, estuve hablando con la enfermera y me dijo que probablemente pasado mañana te puedas ir a casa ¿Quieres que llame a alguien  para que vengan por ti?, deben estar preocupados.

Gerard negó y volteó la vista hacia el otro lado tratando de reprimir las lágrimas que nuevamente amenazaban con salir, después de un par de minutos habló.

—No tengo a nadie quien llamar, estoy solo.

Sus palabras provocaron una punzada en el corazón de Frank, no llevaba ni un día conociéndolo pero sentía la enorme necesidad de protegerlo, cuidarlo y evitar que alguien quiera dañarlo.

—Si quieres, puedo ir a recoger algo de ropa a tu casa para que te cambies y estés más cómodo —Frank no sabía que con sus palabras tocaba la reciente herida que había en el corazón de Gerard.

—No Frank no es necesario, yo me iré con la ropa que traía.

No sabía que más decir, no se había puesto a pensar en la probabilidad de que ese muchacho tan apuesto fuera un chico callejero, no es que le importara después de todo él ya había hecho la promesa interna de estar a su lado de ahora en adelante.

—Gerard, sé que no debo meterme, pero ¿Qué te pasó anoche? —preguntó tomando asiento a un lado de Gerard en la cama.

Suspiró y cerró sus ojos recostando su cabeza en la almohada que tenía

—Anoche planeaba escapar de casa de mi padre, pero no se como se enteró y me dejó así.

—Que hijo de... perdón, pero no se como fue capaz de semejante atrocidad ¿Porqué querías huir?

Frank no quería parecer un chismoso pero quería saber todo lo que pudiera sobre él.

—Desde que mamá murió, él me obliga a trabajar y darle el dinero, estaba harto de esa vida, así que ya había decidido que cuando cumpliera la mayoría de edad me iría lejos de ahí, había recogido un poco de dinero, pero todo quedó con el, mi ropa, mis cosas, con mucha suerte pude escapar, creo que sus intenciones eran matarme, así que estoy solo y no sé que será de mi cuando salga de acá —cuando terminó su pequeño relato Frank se sentía estupefacto, no podía creer lo que había escuchado, Gerard no merecía nada de eso.

—No te preocupes Gerard, nunca más estarás solo. —Frank no sabía si sus palabras eran atrevidas, pero sentía la necesidad de decirlas, él quería estar con Gerard, se lo ganaría poco a poco, quería llegar a quererlo y que él también lo quisiera.

Más no sabía que Gerard tenía el mismo sentimiento, su corazón saltaba de alegría al escuchar las palabras de Frank, era extraño que sintiera esa confianza con un desconocido que si bien lo había ayudado, seguía siendo desconocido, al lado de Frank sentía seguridad y paz, ni siquiera dudo en contarle la verdad de su situación, sentía que con él podía ser transparente.

—Gracias Frank, no te imaginas lo que tus palabras me ayudan a sentir mejor.

—No solo son palabras, te quedarás conmigo y te ayudaré a salir adelante —siempre es tan sincero, Gerard no pudo evitar volver a llorar. Frank lo acurruco en sus brazos para transmitirle su sinceridad.

Se quedaron así por unos cuantos minutos hasta que llegó una enfermera y sacó a Frank, diciendo que Gerard aún estaba débil y necesitaba descansar.

Antes de salir le dio un beso en la cabeza, quizás fue demasiado descarado de su parte, pero a Gerard pareció no molestarle por que le sonrió como no lo había hecho en todo el rato que estuvieron juntos, le prometió que volvería por la tarde, y se quedaría a cuidarlo en la noche.

A New Day's Coming for Us ➛FrerardOù les histoires vivent. Découvrez maintenant