I

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—Estoy buscando un peón, que no me complique la vida. Qué me sirva para trabajar todo el día ¿Tienes algo cómo eso?

—Sí, tengo algo así, pero si lo quieres, tendrás que pagar una buena suma de dinero.

—¿Por qué pagaría mucho dinero por un esclavo? Para eso le sigo pagando a mis trabajadores.

—Porque la diferencia es que con él sólo pagarás una vez, y no va a estar reclamándote nada.

—¿Y cómo se que me va a servir?

—Porque trabaja para mí, y conozco su buen rendimiento.

—Tráelo.

El tipo se fue, y unos minutos después regresó con un muchacho de cabello hasta los hombros, enmarañado, sucio, al igual que su ropa rota.

Un aspecto deplorable y asqueroso.

—¿Y qué se supone que es esto? ¿Un vagabundo?

—Su nombre es Bastien, no dejes que la imagen te engañe, es uno de esos tipos Bestias.

—¿Dices que éste animal me va a servir? —preguntó mirando al muchacho, que estaba con la cabeza baja, y su rostro cubierto por su cabello.

—Te lo aseguro, y si no te sirve, me lo traes de vuelta y te devuelvo el dinero.

—De acuerdo ¿Cuánto quieres por él?

***

Bajó de la camioneta, y luego fue hasta la parte de atrás, para abrir las puertas y tirar de las cadenas a la que estaba atado su nuevo trabajador.

Tropezando, cayó al suelo, antes de ponerse de pie y seguir con dificultad a su nuevo amo. Tenía los tobillos y muñecas atados a la cadena, con unos viejos grilletes oxidados.

—Aquí trabajarás, dormirás, y vivirás. Éste es el establo donde duermen los caballos, acomódate entre la paja. Hacia la izquierda está el gallinero, y más allá, los puercos —pronunció señalando—. Tu trabajo será mantener y abastecerse a los animales. Te quitaré las cadenas cuando me demuestres lealtad ¿Entiendes?

—Sí —pronunció bajo.

—Te traerán ahora agua y jabón, apestas asquerosamente horrible, y no quiero que enfermes a mis animales. Quiero que te bañes, si es que conoces eso, y tires esos harapos, en lo posible los quemas.

Asintió con la cabeza, y entró al establo, viendo cómo su amo se retiraba. Al parecer, su vida sería mucho mejor que vivir con su antiguo dueño.

***

Uno de los trabajadores del señor Von Der Nooth, le había traído dos cubetas de agua, una barra de jabón, un viejo toallón, y una muda de ropa.

Y se sentía tan bien volver a lavar su cuerpo, sacarse todos aquellos restos de tierra y suciedad pegados a él, y no por gusto propio.

Se observó en el reflejo de la poca agua que quedaba en la segunda cubeta, y con un trozo de vidrio que encontró entre la paja, corto con cuidado parte de su barba y cabello.

A él no le gustaba llevar aquella imagen tan descuidada, pero no había tenido antes los medios para bañarse o cortarse el vello.

Salió al exterior del establo, y sintió por primera vez, en mucho tiempo, los cálidos rayos del sol contra su rostro. Lo sabía muy bien, era un esclavo, pero de cierto modo sentía cierta libertad en ese momento.

Un nuevo comienzo, una nueva vida.

...

BastienWhere stories live. Discover now