XIII

6.1K 857 44
                                    

Había comenzado a dejar panfletos con una foto de Bastien, ciertas características que lo hicieran más fácil de identificar, como la cicatriz en la base de su cuello, y su número de teléfono, en caso de que alguien pudiera ayudarla.

También tenía unos ahorros, no mucho, que usaría en caso de recompensa, para quien pudiera darle información real del muchacho. Incluso Zoe la estaba ayudando publicando las fotos de Bastien por sus redes sociales, pidiendo a sus amigos que la ayudarán a difundir las fotos para encontrarlo.

Y después de casi un mes, de haber dejado los panfletos, Candice había recibido una llamada que cambiaría su vida una vez más. Él decía llamarse Givon, pero su voz era la de Bastien.

Y que el muchacho que se había comunicado con ella, le dijera que no tenía recuerdos de su vida, más ilusión le daba. Habían quedado en encontrarse en una plaza, y la joven había llevado varias cosas que le quedaban de él.

Cómo sus cuadernos donde ella había intentando enseñarle a escribir y leer, una pulsera que él le había tejido con paja, muchas fotos de él, y ellos juntos, que guardaba en su celular.

Estaba tan nerviosa, ansiosa, tantas emociones juntas, que al momento de verlo, no pudo hacer más que llorar. Se acercó a él, que la miró confundido, y se abrazó al azabache, llorando con tristeza.

Había creído que jamás volvería a verlo, que lo había perdido para siempre, como a su bebé. Su hijo ¿Cómo iba a contarle a Bastien qué le habían arrebatado la vida de su hijo?

—¿Se encuentra bien?

Se separó suavemente de él, sollozando.

—Sé que no me recuerdas, que todo esto debe ser muy extraño para ti, pero nosotros nos amábamos mucho —lloró, mirándolo con tristeza—. Te conocí cuando tenía quince años, fue en primavera, estaba por cumplir los dieciséis... Tú trabajabas en los campos de mí padre, cuidando a sus animales, y yo me escapaba para ir a verte, y... Y el amor simplemente surgió entre nosotros —sollozó afligida—. Éramos muy felices, nos amábamos mucho, tú me regalaste esto cuando cumplimos seis meses de novios —le dijo enseñándole la pulsera—. Tú mismo me la hiciste.

Givon la tomó, y la observó, intentando recordar algo. Pero era imposible, su mente estaba completamente en blanco.

—Tengo fotos también.

—Sí, quiero ver las fotos —le dijo sentándose en el banco.

Candice se sentó junto a él, y abrió su galería, dándole el celular. Y mientras Givon miraba las fotos, la jovencita se secaba las lágrimas de los ojos, junto con su nariz.

El azabache pasó las fotos, despacio, una por una, observando que sí era él, que ella estaba diciendo la verdad. En la mayoría de las fotos aparecían juntos, abrazados, acostados en la paja, en lo que parecía ser sacos de granos, besándose... Con poca ropa.

Y la última foto de la galería, aparecían ellos dos abrazados, y ella con un gorrito de santa, sonriendo, mientras ambos formaban un corazón con sus manos.

—Esa fue la última vez que estuvimos juntos —le dijo con lágrimas en los ojos—. Fue hace dos años casi.

—Éramos una pareja.

—Sí, lo éramos, y nos amábamos mucho. Tú verdadero nombre es Bastien.

—Bastien —repitió, sin causarle nada aquello.

Candice apretó sus labios entre sí, intentando contener las lágrimas, la angustia.

—Te estuve buscando por mucho tiempo, incluso nosotros no somos de aquí. Dejé todo por encontrarte, no te imaginas la falta que me has hecho.

BastienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora