I. Esto no va salir bien.

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¡Hi hiii!

Gracias por comenzar a leer, y espero que sigáis la historia con ilusión.

Ya nee! 🌸

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"Esto no va a ir bien"

No pude sacar esas palabras de mi cabeza en todo el día. Desde que me había levantado aquella mañana para mirar por la ventana y encontrarme un cielo totalmente turbio que me daba los buenos días, mi enfado se había convertido en una bola que iba creciendo a medida que pasaban las horas.

Por si fuera poco, parecía que el universo se había puesto de acuerdo para que ese mismo día, solo ocurrieran más que desgracias. El camión de la mudanza se había retrasado más de dos horas, el hombre con el que me había citado para darme las llaves de mi nuevo apartamento no había aparecido, y yo, me encontraba de muy, muy mal humor.

- ¿Qué demonios pasa hoy?

Miré al cielo durante unos segundos, esperando que alguna señal del destino que me dijera porque se había cebado conmigo precisamente aquel día. Suspiré. Después de haber perdido la mañana esperando el camión de mudanzas, ahora que por fin me encontraba delante del edificio donde viviría los próximos años, no podía ni siquiera entrar.

- Podemos tocar a algún vecino, seguro que lo entenderán.

Mis ojos fueron directos hacia Sasha. Se había quedado conmigo desde la noche anterior ayudándome con todo, incluyendo el embalaje de las cajas, las maldiciones que soltaba cada vez que salía algo mal, y las esperas de más de dos horas; si no hubiera sido por ella lo más seguro es que ya me hubiera tirado desde algún puente por el que habíamos cruzado en el camino. La observé durante unos instantes, aún cuando yo me sentía hecha un desastre después de todo aquel desastrozo día, ella parecía como si acabara de salir de paseo en un día de primavera. Su pelo rizado y oscuro seguía en orden, su ropa la cual consistía en un vestido azulado, estaba perfectamente planchada, lo único que hacía que pareciera no tan perfecta eran las pequeñas gotas de sudor que salpicaban su piel bronceada. No era mucho mas alta que yo, aunque su postura y su barbilla siempre alzada, ocasionaba que a veces me sintiera diminuta.

- ¿Y si no?

- Tendremos que esperar hasta que alguien salga, o entre. – respondió, suspirando de igual forma. – Puedes intentar trepar por la fachada, aunque con la pinta que tiene este lugar no me extrañaría que acabaras en el piso de algún psicópata.

Evité poner los ojos en blanco. Adoraba a mi amiga, pero a veces podía ser demasiado... "quisquillosa". Mi mirada volvió hasta el edificio. No era lo más bonito del mundo, tenía que admitirlo. Con más de treinta años no podía considerarse el lugar más "cool" en el que vivir; la fachada de color rojizo estaba totalmente desgastada, y aunque debían haber hecho reformas hace años, jamás la habían tocado. El jardín delantero tampoco era algo por lo que presumir, aunque había árboles y arbustos salpicados en distintos puntos, se notaba su falta de cuidado en seguida. Además de todo aquello, estaba aquel silencio, era como si nos hubiéramos alejado de la civilización por completo.

De acuerdo, no había elegido aquel lugar por su exterior precisamente. En realidad, lo había hecho porque no era demasiado caro, y no estaba lejos del centro. No obstante, el interior no estaba tan mal. El piso contaba con un pequeño salón, una cocina abierta, y un dormitorio con su respectivo baño. No necesitaba más, no en aquel momento.

- A mí me gusta.

- Kayla... sé que te mudaste a toda prisa, no tuviste mucho tiempo de organizarlo todo, mucho es que después de lo de Simon tú...

Devastadora tormenta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora