XLI. Vacío.

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Tuve que detenerme durante algunos segundos para entender la situación. Me giré observando a Simon, el cual parecía totalmente confuso y seguidamente clavé mis ojos en la persona que había interrumpido repentinamente.

– Jack...

Dije su nombre sin saber que más decir, pues en aquellos momentos mi mente estaba invadida por la confusión tratando de entender que demonios hacia él allí.

Mi mirada se clavó en su rostro durante unos segundos dándome cuenta de que parecía... bueno, realmente molesto. Sus ojos chocaron con los míos un instantes antes de que se desviaran hasta Simon, para luego bajar hacia la mano que aún se encontraba en mi hombro. 

 – Suéltala; a menos que quieras salir de aquí con una mano menos.

Sentí como  liberaba mi hombro en ese momento completamente sorprendido ante sus palabras.

– ¿Quién diablos eres tú?

Su pregunta consiguió que Jack alzara las comisuras de sus labios y diera dos pasos hacia él. Por una vez mi mente y mi cuerpo reaccionaron rápidamente haciendo que me colocara en medio de los dos con el fin de evitar una estúpida escena.

– No es nadie – afirmé con rapidez.

Me di la vuelta echándole una mirada a Jack que podría haber congelado un desierto.

– ¿Qué demonios haces aquí? – mascullé de mala forma acercándome a él.

Jack despegó la vista finalmente de Simón y la bajó hasta mí.

– Evitar que hagas una tontería. – respondió aproximándose hasta dejar unos pocos centímetros de distancia entre nosotros, al mismo tiempo que agachaba ligeramente la cabeza.

– ¿De que estás hablando? – pregunté completamente perdida.

– ¿Estás de broma? – señaló con un pulgar a Simon sin ningún tipo de disimulo – ¿Desde cuándo quedar con un ex es realmente una buena idea?

Me sorprendieron varias cosas en ese instante; una era que Jack supiera quien era Simon, la otra... ¿De dónde diantres había sacado la idea de que había quedado con mi ex? Ni siquiera yo lo había sabido hasta hace apenas unos minutos; en todo caso creí que había quedado con Andrea. ¿Cómo es que Jack estaba allí tan seguro de con quién estaba? Aunque...

No me digas que...

Estuve a punto de maldecir en alto.

¿Cuántos años pueden caer por matar a tu mejor amiga?

– No sé porque demonios has venido hasta aquí  – siseé controlando las ganas de subir la voz en medio del restaurante, pues ya mas de una mesa alrededor había girado la cabeza hacia nosotros muertos de curiosidad y no quería llamar aún más la atención –  pero lárgate.

Subió la mano al pecho mientras agrandaba los ojos de manera exagerada.

– ¿Esa es manera de hablarle a alguien que solo está preocupado por su vecina? – preguntó con voz cargada de total ofensa.

– Se cuidarme sola, gracias.

– Creo que debería quedarme por si acaso.

– Si te quedas serás tú el que acabará con la cabeza dentro de esa pecera – amenacé rechinando los dientes.

Aquel comentario consiguió que sus comisuras se elevaran brevemente.

– ¿Nadie te ha dicho que es de mala educación amenazar de esa manera a tu vecino? – su rostro bajó aún más quedando casi por completo a mi altura.

Devastadora tormenta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora