V. Dulce venganza.

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"El lobo siempre viste de cordero"

Kay.

 Devastadora tormenta.


El resto de la semana pasó más rápido de lo que pensaba. La verdad es que entre la limpieza, ordenar todo lo que había dentro de las cajas, junto con las salidas con Sasha a mirar cosas necesarias para mi nuevo piso, los días pasaron volando.

Antes de darme cuenta ya era domingo por la tarde y yo casi había dejado todo listo. La ropa estaba guardada en su sitio, las habitaciones estaban limpias, la cocina estaba equipada con todo lo necesario, y había puesto algunos muebles más, como una tele y un escritorio cerca de la ventana. Ahora si estaba pareciendo un hogar, incluso había puesto en la entrada algunas velas aromáticas, y un cuadro en el salón con el mapa del mundo que me encantaba. Tenía que reconocer que adoraba el piso, quitando lo antiguo que era todo era casi perfecto. La luz que entraba por las mañanas, la suave brisa que me acompañaba por las tardes. Las habitaciones eran del tamaño adecuado, y la cocina tenía esos muebles de madera que tanto me gustaban.

Sonreí sin poder evitarlo. No podía quejarme, no después de todo. Pero entonces, mi vista se desvió hacia mi habitación, más concretamente hacia la pared detrás de mi cama. Si no fuera por él...

Como he dicho, era casi perfecto.

Desde la última vez que lo vi junto a Sasha en mi apartamento, no me lo había vuelto encontrar. Y por suerte para mí y para su bienestar físico, no había vuelto a tocar música de madrugada. De vez en cuando oía ruidos por las tardes, pero nada más. Aun así, aquello no evitaba que me viniera a la mente más de lo que me gustaría. Desde la noche en la que toqué su puerta (o más bien, casi la derribo) no había parado de pensar en él, aunque no siempre en el buen sentido.

"Es un idiota molesto"

Sin poder evitarlo la imagen de su rostro se formó en mi mente. Me detuve ahí, imaginando cada rasgo, sus ojos oscuros, su cabello despeinado, y ... esa sonrisa. Esa maldita sonrisa. No sabía porque, pero no me la quitaba de la cabeza.

"Tiene una sonrisa tan..."

No, alto Kay, ni se te ocurra ir por ahí; ni pienses por un momento seguir ese hilo de pensamientos. Deja de pensar en ese imbécil.

Afortunadamente un sonido proveniente de mi móvil, hizo que saliera de mi ensoñación. Fui hacia la pequeña mesita del salón y lo cogí. Lo primero que pensé fue que sería un mensaje de Sasha, me había estado bombardeando con imágenes de vestidos porque no sabía cuál iba a ponerse para la fiesta. Como buena amiga le respondía, en vez de dejarlos en visto como en realidad había deseado en más de una ocasión. Sin embargo, no era Sasha esta vez. Cuando observé la pantalla fue como si el tiempo se detuviera durante unos segundos.

"Respira"

Un escalofrío me recorrió la espalda, mientras trataba de deshacer el nudo que se había formado en mi garganta. No abrí el mensaje, en vez de eso, mis ojos se quedaron clavados en el número que aparecía en la pantalla, como si pudiera desaparecer si no dejaba de mirarlo.

"¿Cómo ha conseguido este número?"

Deje el móvil en la mesa de nuevo y me pasé las manos por la cara, apretando la mandíbula. Sentimientos demasiados familiares se apoderaron de mí. 

Ansiedad.

Miedo.

 Traté de respirar con lentitud, mientras cerraba los ojos con fuerza, apretando mis palmas frías contra ellos. Tomé una larga bocanada de aire.

Devastadora tormenta. ©Where stories live. Discover now