La Sabia Roja

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Después de despedirme del chico Uzumaki y de molestar a quien probablemente es el ser más poderoso actualmente existente, ingrese al túnel de luz.

¿Porqué burlarme de un biju, una bestia malévola de Chakra más vieja que la existencia de los Shinobis? Bien, porque puedo.

No es que no le tenga miedo. Oh, no, para nada ¡Si su Chakra me aterroriza! Nunca había sentido tanto odio concentrado, pero sobre todo tanto rencor y desilusión. Las energías negativas brotan a borbotones de su sola presencia. No sólo eso, si también su poder es monstruoso, un Chakra tan espeso y masivo que me asfixia. Tengo que dárselo al chico por soportar tanto odio.

Me recordó una ocasión cuando era niña y mi clan aun prosperaba, años antes de la primera Guerra Mundial Shinobi. Un día llegó un hombre a nuestro templo exigiendo toda nuestra información sobre almas. Nos pidió los secretos que el Clan Jōkon protegió por generaciones, no era información para regalar. Cuando mi abuelo, el líder en ese entonces, rechazó la demanda el hombre encapuchado nos atacó, mi hermano y mi tío murieron durante el enfrentamiento, el los mató junto a muchos otros miembros del templo como si fueran nada y robo varios secretos, para después desaparecer como apareció, sin dejar rastro.

Nunca olvidaré esa horrible noche, ese ojo único mirando con desprecio y juzgandonos como meras hormigas, y esa maliciosa risa incitando un "baile". Pero sobre todo nunca olvidaré ese Chakra, un chakra tan grande y oscuro que fue como ahogarme en un profundo río de sangre, entonces sólo puedo comparar al del Kyubi como río más grande, no, un enorme mar de sangre, todo espeso y cobrizo. Ya saben lo que dicen 'La sangre es más espesa que el agua' y de verdad que estos seres eran y son los más sanguinarios que he tenido la desgracia de conocer.

Pero a diferencia del hombre que mató a mi hermano el Kyubi no me puede lastimar, no mientras este atrapado en ese sello. Alabado sea el Sennin y aquel que lo selló.

Al fin llegue al final del túnel.

El lugar al que llegue sólo puede describirse con la "nada", un lugar sin paredes ni pisos, sólo un blanco interminable. De verdad parece que no hay "nada".

Pero yo se mejor.

Al girar mi báculo al rededor de mi creó un viento al insertarle Chakra. Cuando comienza a brillar detengo el movimiento y suelto el báculo, este termina flotando a mi izquierda, su punta señalando el camino.

—Con que por ahí es chica.– Murmuro, una sonrisa tensa en mi rostro al sentir el Chakra a lo lejos.

Siguiendo a Konjuki, mi báculo compañero del alma, avanzo con pesadez y precisión, usando su habilidad especial para mantener oculto mi forma espiritual.

Pase un pedestal con una bola de luz dorada, azul, blanco y verde, apresada con cadenas de sellos. Me dio la impresión de ser un hombre y por un momento pensé que era a quien buscaba, pero era muy pequeño y más probable que perteneciera al sello del Kyubi por la similitud en los sellos.

Seguí mi camino y poco después tropecé con alguien esperado. Era una copia idéntica del niño Uzumaki Naruto salvo por los ojos negros y rojos, por un momento me intimidó su oscuro Chakra pero reine en mi voluntad. Por fortuna tenía activada la habilidad de ocultamiento de Konjiki o lo más seguro es que me abría atacado, y no sería muy bueno para nadie un enfrentamiento entre los demonios internos del niño y yo.

Me aleje rápidamente y los más cuidadosamente del lado oscuro del niño Uzumaki y seguí mi camino.

No mucho después encontré otro pedestal con su propia bola de luz aprisionada en sellos, sólo que esta era roja, amarilla y verde, además de darme la sensación de ser mujer.

Ecos de otras VidasWhere stories live. Discover now