Ecos de otras Vidas

Ecos del Árbol IV

La niebla cambia y se muestra de nuevo la imagen la orilla del rió, el reflejo de un Hashirama de ojos llorosos se refleja en la corriente del agua. Parece que no ha pasado mucho desde la muerte de Itama...

Otra persona se refleja en las aguas, era Madara de nuevo.

—Hola. Nos volvemos a ver.– Saludo cordial Madara —Este...

—Hashirama– Se presento de nuevo Hashirama, sin apartar la vista del río.

—Hashirama ¿Que te pasa, ya esta deprimido? ¿Que te ha ocurrido?– Pregunto Madara, parecía preocupado.

—¿Y a ti? ¡Yo estoy bien!

—No me mientas. Parece que quieres hablar de algo.

—Para nada– Niega Hashirama.

—Vamos, hombre. Dilo– Insiste Madara.

—No, no es nada.

—Vamos, te esfuerzas demasiado... He dicho que te escucharé– Vuelve a insistir Madara. Pareciera que no se rendirá hasta que Hashirama se rinda.

—De verdad que no es nada– Insiste Hashirama, a pesar de que el agua lo refleja llorando.

—¡Que hables ya!– Ordena Madara, señalando groseramente a Hashirama cuando este al fin se digna a mirarlo. —¿Q-que ha pasado?– Pregunta preocupado al verlo en tal estado.

—Mi hermano murió...– Confiesa Hashirama, mirando las rocas y sin atreverse a ver al otro chico. Alza la vista de regreso al río —Si vengo aquí es porque mirando el río siento como si la tristeza de mi corazón se fuera con el...

El cambio en el ambiente fue palpable, los que estaban viendo el Eco no podían evitar conmoverse.

—¿Ah, si?

—Te llamas Madara ¿No?– Fue mas como una afirmación que una pregunta de parte de Hashirama  —Tal vez a ti te pase igual.

Ambos se quedaron viendo el río fluir en silencio, hasta que Hashirama lo interrumpió curioso.

—¿Tienes hermanos?

—Tengo... cinco hermanos– Comentó dolorido el otro chico, mientras tomaba una piedra de la orilla —O los tenia...

Hashirama miro a Madara ¿Que expresión tendría Hashirama? los espectadores lastimosamente no pueden saber ya que no había ninguna superficie reflectante, aunque si la hubiera seria algo como conmocionado o afectado.

—¿Los tenias?– Repitió cohibido Hashirama.

—Somos ninjas, sabemos que podemos morir en cualquier momento.– Comento como si fuera obvio Madara, mientras se acercaba a la orilla. —El único modo en que nadie muera... Es que los enemigos muestren todo lo que hay en su interior, sin ocultar nada... Y entonces brindar juntos como hermanos.

Los espectadores se sorprendieron con las palabras de Madara, si es que este chico en los recuerdos del Shodaime se supone que crecerá para volverse el primer nuke-nin de las aldeas shinobis, el primer Ninja Desaparecido.

—Pero eso es imposible– Niega Madara, como si lo que acaba de decir fueran tonterías infantiles. Balanceando la roca en su mano Madara se prepara para lanzarla  —Porque no se puede ver lo que uno, en el fondo, piensa de verdad.

La roca es lanzada y revota una...

—De hecho, ni siquiera se puede ver si están furiosos o no...