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Muralla Rose: Año 848

9:00 pm

-Ya... hemos llegado.

Tal y como he dicho, habíamos llegado a nuestro destino. Eso significaba que no volvería a ver a mi familia por un largo tiempo...

-Ve, ya es hora.

Después de lo dicho por Levi, bajé de su caballo para al fin, ir a lo que definiría mi destino.

-Gracias...

Como respuesta, solo recibí una mirada de él.

Ese tiempo fue suficiente para sentir como sí todo a nuestro al rededor se hubiera detenido. Él y yo, bajo la luz de la luna, y gracias a esta, podía admirar con más facilidad sus ojos en un tono azul grisáceo.

¿En qué rayos estaba pensando?.

Y lo más importante, ¿En qué estaba pensando él?.

-Sí.

Y sin previo aviso, tomó las riendas de su caballo para que al final, su figura se perdiera entre la oscuridad.

Se había ido, sin más... se fue.

Era obvio que ni siquiera le importaba, tanto que ni se molestó en despedirse de mi, o al menos, desearme buena suerte.

Odiaba la forma en la que me trataba. A veces fingía que le importaba, para que al final hiciera alguna de sus estupideces, dándome a entender que solo soy una persona más.

Era típico de él. Era típico de Levi.

-Maldito...- susurré para mí misma, cerrando mis manos, así haciéndolos un puño, apretandolos tanto hasta quedar blancos.

Estaba tan molesta que no pude evitar que mis ojos se cristalizaran, pero no permitiría que ninguna lágrima saliera de su lugar.

Las despedidas siempre me han afectado.

Tengo un serio conflicto con ellas desde siempre y el hecho de que alguien de mi familia se comporté tan a la defensiva conmigo me hace sentir... miserable.

Pero no podía sentirme así, y mucho menos por una persona como él.

Luego de esos pensamientos de auto tortura que tuve, tomé marcha hacía donde se suponía que dormiría a partir de ahora.

Antes de poder abrir la puerta del lugar, pude escuchar como todos estaban muy entretenidos en lo suyo, tal vez y ya tengan amigos, quisiera poder hacer lo mismo.

Hacer amigos en menos de un día, ¡que impresionante!.

Y entonces me decidí, abrí la puerta lentamente.

Todo iba bien hasta que...

... un silencio horrible, pero más que nada, incómodo se produjo en el lugar, y no solo eso.

Todos posaron sus miradas en mi, sin excepción alguna, pero lo peor de todo, fue cuando noté que ya llevaban un buen rato sin dejar de observarme.

-Que alivio, no era Shadis.

-Tienes razón.

Después de esos dos comentarios, la mayoría ahí tuvieron una expresión de alivio, para que así todos volvieran a lo suyo... o bueno, casi todos.

Aún con lo que había pasado, noté como las miradas de algunas personas aún se mantenían en mí, algo incómodo, pero no como anteriormente. Al fin y al cabo, ya estaba acostumbrada, tanto que terminaba siendo algo normal.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀𝐒 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora