14

3.8K 303 245
                                    

-¿Blake?

Sentía que mi corazón saldría huyendo de mi pecho en cualquier momento. Que me dejaría a mi merced y me culparía de haberme paralizado. De no poder ejercer movimiento alguno. De sentir que estaba estancada en mis propios zapatos o peor, que el piso me comía viva y me hundía lentamente.

Me sentía incapaz de siquiera girarme a mirarlo a los ojos. De lograr que mi boca formara alguna palabra o algún sonido.

Nunca ideé algún plan de escape para llevar acabado en el momento en el que me volviera a encontrar cara a cara con él hombre que me robó el aliento por tanto tiempo. Y quizás, el único hombre que logrará hacerlo.

Y nada de esto se comparaba un poco con aquellas dos ocasiones en donde ya nos habíamos visto. Se sentía distinto por el simple hecho de encontrarnos solos en el mismo sitio.

Hace demasiado tiempo que no oía su voz dirigiéndose a mi.

Hace demasiado tiempo que me sentía sola...sin él.

-¿Qué haces aquí, Blake?- su voz firme inundó de nueva cuenta el lugar. Haciendo que me volviera a estremecer como hace un rato.

Parecía cansado, mucho más de lo habitual, aunque intentara ocultarlo, como siempre.

Sus ojos cargaban con unas grandes y oscuras ojeras, acompañados de una mirada que expresaba confusión. Llevaba el ceño más fruncido de lo normal.

No sabría explicar si se encontraba molesto o quizás...¿asustado?

Me hacía sentir vulnerable, como si todos estos meses fuera de casa no hubieran servido de nada. Como si el no pensar en él hubiera sido en vano.

Pero la única verdad es que nunca dejé de pensar en él. Nunca dejé de recordarlo o si quiere olvidar lo que siento por él. Y el simple hecho de pensar en eso me aterraba, porque lo único que quiero hacer justo ahora es salir corriendo de aquí, porque soy una cobarde y porque sé que las cosas jamás volverán a hacer como antes. Porque sé que el jamás comprenderá todo lo que significa para mí. Porque sé que él jamás me querrá como yo lo querré.

Pero no dejaría que me viera de ese modo. Que me mirara así. Que se diera cuenta que por dentro me sentía destrozada. Que estaba apunto de desmoronarme.

-Estoy buscando a Eren.

Ninguno de los dos dijo algo más. Él simplemente se dedicó a observarme. No sabría descifrar su mirada. Levi siempre ha sido impredecible. Siempre a sido complicado.

¿En qué estará pensando él?

-¡Rayito!- el grito de la mujer con la que había formado un fuerte lazo sentimental, irrumpió aquel silencio incómodo que se había formado en la atmósfera entre aquel hombre y yo. Y por un diminuto instante, eso me hizo olvidar de todas las estupideces en las que estaba pensando, para así poder sonreír como no lo había hecho en mucho tiempo.

-Hange- había empezado a llorar desde que oí su voz y simplemente me limité a abrazarla. Ni siquiera había podido gritar su nombre con todas mis fuerzas como había querido hacerlo. Sentía que mi garganta quemaba de tanto aguantar el llanto que había evitado liberar antes. Pero simplemente fue imposible no hacerlo.

-¡May!, ¿Cómo supiste que estábamos aquí?-la mujer se había separado de mi unos cuantos centímetros para poder tener un mejor campo de visión sobre mi rostro ahora hinchado y rojo debido al llanto.

-Los seguí- mi voz se encontraba aún quebrada y era difícil pronunciar palabra alguna, pero como pude logré responderle.

-¡Tan testaruda como siempre!- una carcajada se escuchó en el pasillo proveniente de la de anteojos, haciendo que me contagiara de su alegría de igual modo- ¡Pero mírate! ¡Eres toda una mujer! ¡Has crecido mucho! ¿Qué te dieron de comer ahí, eh?- me limité a sonreírle, aunque no pude evitar sonrojarme por aquella rápida examinación que hizo la mujer en mí al poco tiempo de nuestro reencuentro- Oye, Levi- el azabache giró para mirarnos rápidamente al oír su nombre- ¿No crees que deberíamos pedir la receta de la comida que le dieron a May? Quizás así crezcas un poco y la alcances- el pequeño hombre miró a la de anteojos de una manera fulminante y aterradora, como en los viejos tiempos, aunque a ella parece no haberle importado mucho. En algún otro momento quizás pudo haber sonado gracioso aquel comentario mal intencionado, pero aún me encontraba nerviosa por tener a ese hombre tan cerca. De si quiera imaginar todos los problemas que tendría con él al salir de aquí. Cuando regresáramos a la normalidad- la mujer volvió a abrazarme con fuerza por un momento más hasta que decidió seguir con el interrogatorio- Pero, ¿a que viniste exactamente, May?- la mujer me miró paciente, esperando a oír la respuesta que ahora anhelaba saber.
O quizás, simplemente queriendo escuchar alguna excusa.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀𝐒 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧.Where stories live. Discover now