Capítulo cinco || Ella me ama.

244 23 0
                                    

Amanecer sobre el suelo no era lo mejor, pero al ver desde ahí, que sobre su cama, la chica descansaba con una sonrisa, Joel no pudo sentirse más feliz.

Era verdad, la ojiverde no había sido muy buena con sus comentarios, pero le había explicado el problema que tenía con los nervios, cambiando el sentido de cada frase, haciendo siempre sentir mal a personas, que en realidad trataba de halagar.

Un suspiro salió de la boca del rizado y se sentó, mirando con detenimiento el rostro de Emilia.

«Es hermosa», pensó.

Y dejándose llevar por la belleza de la chica, se levantó y, acercándose lentamente acarició su mejilla con suavidad, sin intención de despertarla.

Su corazón lo pidió, y sin saber negarse, sólo deseando que ella no se diera cuenta, tan sólo unió en un roce sus labios, sintiendo la adrenalina de hacer algo indebido. Pero al sentir besarle, los colores subieron a sus mejillas, y sintió sus labios arder, al tiempo que su cuerpo vibraba, por la emoción de sentir algo, que creía haber perdido cuando Yoandri se fue.

Emilia comenzó a removerse en la cama, despertando, y con el corazón a mil, Joel se alejó lo más rápido posible.

Un bostezo salió de la chica y abrió los ojos.

— Buenos días —saludó Emilia, sentándose sobre la cama, con ojitos adormilados—. ¿Dormiste bien?

El alma se le fue al cielo, observando con ternura, como la chica frotaba sus párpados con los puños mientras sonreía con pereza.

— Sí, eh... Soñé contigo.

Ella lo miró rápidamente, sintiéndose explotar de la emoción.

— ¿Qué soñaste?

Había soñado que se besaban con pasión, luego de haberla rescatado de un castillo, donde un hombre patético, trataba de mantenerla oculta, para que ningún príncipe se fijara en ella.

— No recuerdo —mintió.

La chica asintió con decepción, pero luego, recordó haber sentido algo mientras dormía, y sonrió con esperanza.

— ¿Qué hacías mientras dormía? —abriendo los ojos al máximo, a Joel se le bajaron los colores de más, y su palidez divirtió a la ojiverde— ¿Por qué esa reacción, Joel?

— No, no por n-nada... —respondió nervioso y la chica soltó una carcajada suave.

— Anda, dime.

— Nada, sólo estaba levantándome.

— Mmh —se levantó—... Pues que extraño, es que yo sentí algo.

Y comenzó a acercarse a Joel, mientras esté retrocedía nervioso, controlando sus impulsos, hasta que su espalda tuvo como obstáculo la pared, y no pudo dar un paso más.

— ¿Algo? —preguntó sonriendo, claramente intimidado— ¿C-como qué?

— Como esto...

Se alzó de puntillas y besó rápidamente los labios del moreno, sonriendo al alejarse y mirar el rostro de sopresa que había en Joel, y el piquito que comenzaba a formar con sus labios.

— ¿Por qué fue eso? —preguntó con una sonrisa ladina, entonces, Emilia se encogió de hombros.

— Te mostraba lo que sentí...

— Yo no hice...

— ¿Ah no? —le interrumpió, enganchándose a su cuello y se acercó de nuevo a su rostro, cuando Joel tomó su cintura, sonrió triunfante— Que lástima.

Y se estiró, atrapando sus labios en un dulce y lento beso. Joel, completamente en shock, ni se inmutó, sólo dejó pasar unos segundos, y por fin, correspondió con gusto aquel beso.

Al separarse, una sonrisa atravesó el rostro de ambos, pero al instante, Joel comenzó a gritar y a doblarse con dolor, asustando a la chica, que se arrodilló para tomar entre la calidez de sus manos, el rostro del chico.

— ¿Qué sucede? —preguntó desesperada y Joel negó— Por favor dime qué pasa, tengo miedo.

Joel, triste por verla preocupada y temerosa, susurró tratando de sonreírle.

— Mi hombro...

No dijo más, y su cuerpo cayó al piso, mientras lloraba en silencio, mojando el piso con las lágrimas que resbalaban y caían por sus mejillas.

Emilia se apuró a levantar su playera, y al descubrir sus hombros, se asustó al ver que los números, que anteriormente estaban en ceros, ahora cambiaban cada microsegundo.

¿Su cronómetro se había averiado, o sólo era algo que debía pasar?

Miró su muñeca, que comenzaba a temblar, y entonces dió con que, justo en ese momento, su cronómetro también había pasado de estar en ceros, a cambiar constantemente.

Hasta que al fin, luego de un par de segundos, ambos se detuvieron marcando 00: 00: 57 segundos.

¿Eso quería decir, que el destino había cambiado?

Joel dejó de llorar y se giró, para sentarse y, entonces, la abrazó con fuerza, tranquilizándose, queriendo no sentir miedo.

— ¿Notaste algo extraño? —ella asintió— Seguramente es porque te besé, cuando aún tengo a mi persona destinada en otro lugar, esperando por mí.

Emilia negó, aún sin entender por qué había pasado todo aquello. El rizado la miró, esperando cualquier palabra de ella, y cuando por fin abrió los labios para soltar algo, su estómago comenzó a sentir un cosquilleo.

Tenía una sensación de satisfacción, pero no entendía por qué.

— Tu reloj cambió, y acaba de marcar 57 segundos...

— ¿Para? —elevó una ceja, confundido también.

Ella miró su muñeca y en ese segundo exacto, su reloj paró, al mismo tiempo que los ojos de Joel brillaron, mirando con fascinación su rostro y ella, también lo sintió. No sólo atracción, si no, un fuerte flechazo.

— Te amo...

— Te amo, Emilia.

Entonces Joel entendió, que si su reloj había cambiado, era porque sí, el destino podía haberse equivocado, pero corrigió su error.

El cronómetro había cambiado para unirlo a Emilia, para que se amasen, como no habían podido hacerlo con el patán que ella había tenido como novio, y con el chico lindo, al que él había lastimado y del que lo habían alejado.

Sin pensar en las consecuencias que eso traería, ellos se sintieron felices.

Se unieron en un beso suave y terminaron abrazados, aún sentados en el piso. Entonces, se abrió la puerta, y un Christopher confundido apareció, y detrás de él, Oriana, Johann y Richard.

El castaño carraspeó para llamar su atención, y ambos saltaron asustados, comenzaron a reír y unieron sus manos, así que, observando aquello y frunciendo el ceño, Christopher decidió preguntar:

— ¿Qué sucedió aquí?

Joel lo miró emocionado, y con una sonrisa gigante, al igual que la de Emilia, respondió a su amigo.

— Ella me ama.

Los ojos del castaño se abrieron a tope, sabiendo que su felicidad causaría daños a alguien más.

El TIC TAC de tu amor || Chrisdiel.Where stories live. Discover now