Capítulo once || Camacho Alexander.

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Desde el sofá de casa de Johann, él y Christopher observaron con una sonrisa como una morena risueña atravesaba el umbral de le sala, y detrás de ella un Richard muy feliz que la abrazaba por la cintura y dejaba cortos besitos en su mejilla.

Se detuvieron justo al frente de ellos y el pelirrojo los miró, entonces sonrió nervioso.

— ¿Y ella quien es? —preguntó Christopher con una sonrisa pícara.

Parecía que el moreno estaba muy feliz con la chica, así que al castaño poco le importaba lo que sucediera después con ella, simplemente que se mantuvieran así de grandes sus sonrisas.

El moreno rascó su nuca, siendo observado por la chica, quien bajando la miraba ante aquella acción nerviosa de Richard, le sonrió levemente a los chicos.

— Soy Yocelín, es un gusto.

Ellos le sonrieron de vuelta con un poco de decepción por la presentación tan seca y el chico tras ella, la miró un poco confundido.

Él realmente quería decir que era su chica, pero no quería que reaccionaran de la misma forma en que lo había hecho Joel la noche anterior. No quería que la ofendieran ni nada, y estaba casi seguro de que no sería así, pero no quería arriesgarse.

Soltó un suspiro, aún pensando qué hacer para no ver aquella expresión de amargura en el rostro de su bella novia.

Johann abrió la boca, y antes de que respondiera también con su nombre y un saludo a la chica, Richard se decidió.

— Sí, eh, chicos —los miró con un poco de pena y ellos asintieron—... Yocelín y yo nos conocimos hace tiempo en una de las fiestas de la universidad, hace dos meses para ser exactos. Quizá recuerden que yo estaba vuelto loco con una chica hermosa y...

— ¡Sí, lo recordamos! —interrumpieron al unísono, esperando que fuera al grano.

Richard los miró un momento sin decir nada, tomó una bocanada de aire y sonrió, pasando su brazo alrededor de los hombros de la chica.

— Esa chica es Yocelín, mi futura esposa —acarició su pancita con la mano libre y la chica sonrió, un poco sorprendida, pero más que nada gustosa—, y madre de mi bebé.

Ambos los miraron incrédulos, sin moverse ni un poco, analizando lo que acababan de escuchar. Poco a poco, aquella gigantesca información resumida a dos simples y cortas frases, iba entrando en sus cabezas.

Hasta que por fin, Johann se levantó con una sonrisa, un tanto nerviosa en el rostro y abrazó al moreno y a la chica.

— ¿Eso quiere decir que cuando se conocieron, hicieron un bebé? —Christopher comenzó a reír con fuerza al escucharlo y las mejillas de la chica enrojecieron.

Richard quería regañar a su amigo por avergonzar de aquella manera a su chica y meterse en cosas privadas, pero antes que pudiera hacerlo escucharon una suave voz detrás de ellos.

— ¿Un bebé? —era la voz de Oriana, que había entrado a la casa.

Todos giraron a verla, y detrás de ella observaron a Joel con enorme molestia, con Emilia a su lado. Oh, oh.

— ¡Te dije que todo resultaría una mierda si te volvías a acercar a ella, carajo! —gritó, acercándose con grandes pasos a ambos— ¿Tienes conciencia de que la has cagado? Digo, no estás seguro de que ella no diga eso sólo para tenerte a su lado —habló con bastante altero—. ¡Y lo peor imbécil! Que si llega tu persona destinada la vas a destruir, porque tú ya no estás solo.

— Escúchate —se burló el castaño—, le dices a Richard lo que pasará contigo, y no haces caso a tus propios consejos.

— ¡Tú cállate idiota! —se quejó, señalándolo amenazante— Se supone que ya no querías verme con Cabrera, y ahora tampoco me quieres con Emilia... Lo que creo es que tú me quieres ver infeliz. Seguro lo disfrutas, pero no te daré el gusto. Ahora no te metas, que estoy hablando con Richard, no con ninguno de ustedes —lo señaló y luego a Johann.

El TIC TAC de tu amor || Chrisdiel.Where stories live. Discover now