Capítulo siete || Él es muy guapo.

251 26 3
                                    

Un último suspiro salió de la boca de Christopher y negó, sumamente resignado a que no lo dejarían ir.

Miró a sus amigos, que sonreían victoriosos ya dentro del lugar, esperando por él. Caminó con pereza y Emilia, sonriendo, con una mano tomó a Joel y con la otra a él.

A decir verdad, la chica no le agradaba, no era algo personal ni nada, de hecho era muy linda con todos, pero no quitaba el hecho de que por culpa de su llegada, Yoandri seguramente estaría mal cuando regresara.

Porque sí, era un hecho que lo haría, lo había prometido y sólo era cuestión de tiempo, para que encontrara la forma de librarse de sus padres y volver.

De igual manera, rodando los ojos, se dejó guíar por la ojiverde.

Desde la noche anterior sus amigos le habían advertido que debía arreglarse temprano para aquella fiesta, pero él no tenía ganas de nada. Simplemente quiso concentrarse en acomodar el papeleo para una entrevista próxima de trabajo que tenía. Y también, quiso pensar en cómo sería la persona a la que amaría por toda su vida, ya que, precisamente, el tiempo marcaba el mismo día de su entrevista, para conocer a su amor.

Había creído que si sus amigos lo encontraban fachoso lo dejarían en su casa, totalmente abandonado, pero debía suponer que, como siempre, no les iba a importar dejarlo en ridículo.

Así que, al llegar la tarde, habían ido a buscarlo con una soga, por si deseaba escapar.

Y ahora se encontraba ahí, con un pants aguado, una playera con hoyitos, una sudadera de gorro, tennis y gorra.

— ¡Anímate, caray! —alegó Johann, apretándole las mejillas con los dedos— ¿Para qué vienes si no querías?

Christopher lo miró entrecerrando los ojos y el chico soltó una risotada.

— Ustedes me obligaron —recordó—. No te estés mofando, me recuerdas a mis padres cuando me obligaban a ir a casa de mi abuela.

— Bueno, pero aquí es mucho mejor —habló Richard, rodeando sus hombros con el brazo, por suerte, apartando a Emilia de él—. Te vamos a conseguir una pareja, te va a hacer bien.

— No chicos, yo no quiero una pareja cuando mi cronómetro está tan cerca de parar —se negó un poco nervioso, el miedo de nuevo—. Mejor vamos a comer algo.

— Chris, por fis —rogó Johann, juntando sus manos—. Sólo una pareja para que bailes, y no estés aquí aburrido.

Pensándolo un poco, Christopher suspiró y asintió.

— Bien, pero nada de pedirles sus números o algo...

Advirtió señalándolos como amenaza. Los conocía, y no quería que estropearan su destino.

Ambos chicos comenzaron a saltar abrazados, y a ver hacia todos lados.

_ ¡Te traerémos a la persona más guapa del lugar! —chilló Richard emocionado y el castaño rodó los ojos.

— Sí, eh... —escucharon a Joel— la segunda será, porque Emilia y yo somos los primeros.

— Ya quisieras —rió Johann.

— Como sea. Mientras ustedes hacen eso, yo voy a bailar con Emi.

Asintieron sin mucha aprobación y Joel se fue, tirando de la mano de la chica, mientras ella soltaba un beso al aire para despedirse.

Al desaparecer de su vista, Christopher tembló exageradamente, haciendo reír a sus amigos, por su referencia a lo desagradable que había sido ver a Emilia con aquel gesto.

— Si tú estuvieras en el lugar de Joel... —habló Richard, pero al ver que su rostro cambiaba, paró.

— Si yo estuviera en su lugar, iría en busca de Yoandri y lo ayudaría a escapar, para vivir plenamente nuestro amor —suspiró molesto—. Pero no estoy y jamás estaré en una situación así, porque aún si el amor de mi vida se va por voluntad propia y no me quiere más, yo le seré fiel a mis sentimientos, y lucharé contra mi peor miedo.

— ¿La soledad? —preguntó Johann, elevando una ceja.

— Es mejor compañía que cualquier persona, que no sea la que me pertenece.

No dijo más, estaba seguro de sus palabras.

Sus amigos se miraron, era obvio que Christopher amaba a alguien que aún no sabía si existía de verdad, simplemente, amaba una ilusión.

No les quedó más que aceptar aquello con un asentimiento y comenzaron a mirar por todos lados, en busca de alguien para el chico.

— Mientras ustedes me buscan una pareja de baile —recalcó para que no hicieran una tontería—, yo voy a ver qué hay en la mesa de botanas.

— Vale.

Ambos rieron y Christopher se fue.

— Richard, ¿De verdad le vamos a buscar a alguien?

— Claro, quizá hasta pueda cambiar de opinión si conoce a alguien que le agrade.

— Tu sabes que no será así —respondió negando, porque ambos sabían perfectamente bien lo que pasaba por la cabeza de Christopher.

Richard tomó su mano, apretándola con suavidad y sonrió.

— A veces no hay que estar tan seguros —suspiró—. Tú sabes mejor que nadie que el destino sí se equivoca y mucho, me alegro que tú sigas creyendo en el amor tanto como nosotros, pero no quiero que sufra si no llegara una persona en el momento indicado, y créeme que eso parece una gran posibilidad.

— Cuando más crees, menos obtienes —respondió Johann, recordando lo que Oriana le había dicho, cuando encontró que su cronómetro se detenía en el momento exacto, en que lo hacía la vida de su persona destinada.

Bajó la mirada y asintió.

— Bueno, hay que hacerlo.

Comenzaron a buscar, pero nadie interesante había por ahí. Luego de algún rato, notaron que un chico de piel canela y cabello negro los observaba mucho, junto a un rubio alto.

— ¿Deberíamos llamar a esos dos, a ver cuál le gusta más? —preguntó Richard y Johann asintió.

Al momento llegó Christopher y se paró frente a ellos, haciendo un bailecito extraño.

— ¿Qué creen que conseguí?

Ambos se miraron, pensando algo que definitivamente no era.

— ¿Una pareja? —preguntó Johann, y el más bajo soltó una carcajada tan fuerte, que vieron a los chicos del frente sonreír.

— Conseguí pastel de chocolate con trufas de chocolate y bañado con helado de chocolate.

Les mostró el plato que llevaba y comenzó a comer rápidamente.

Ambos sonrieron divertidos y Johann señaló a los chicos, que ahora miraban muy fijamente a Christopher.

— Esos dos parecen interesantes —vieron que una pelinegra se acercaba a ellos y besaba los labios más bajito, para luego meter un dulce a su boca—. El rubio puede ser tu pareja... De baile.

Aumentó cuando notó su mirada matadora.

— Mmh —Christopher lo pensó un poco, y finalmente sonrió—... Él es muy guapo.

— ¿Entonces? —preguntó Richard con esperanza— ¿Vas a ir?

— Primero voy por más pastel y luego veo.

Y se fue, sonriéndole rápidamente al rubio, que correspondió aquel gesto, y dejando a sus amigos incrédulos por su falta de interés.

El TIC TAC de tu amor || Chrisdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora