Capítulo doce || El corazón de Yoyo.

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—¿Yoandri? —habló por fin Christopher, sorprendido, mientras veía como el chico temblaba, frotando sus brazos descubiertos con sus manos— ¿Qué haces aquí?

—Escapé —espetó titiritando entre una gran sonrisa—. ¿Chicos, puedo ir con ustedes? Seguro que pueden encontrarme rápido, porque no tengo donde quedarme.

Johann se sacó su gran abrigo, quedándose sólo con sus tres suéteres, y lo colocó sobre los hombros del pelinegro, quien sonrió como agradecimiento ante su gesto, metiendo los brazos a este, sintiendo el calor que había dejado el castaño.

—¡Por supuesto! —sonrió Johann, emocionado— Quiero decir, sí, para eso somos tus amigos.

—Gracias.

Comenzaron a caminar de regreso a casa de Johann y Oriana, mientras todos iban rodeando al pelinegro para hacerlo sentir seguro. Yoandri miraba con duda a la chica, quería deshacerse de su curiosidad pero no podía, cada que ella lo miraba, él sólo sonreía.

Hasta que por fin, la señaló mirando a los tres, esperando que no tuviera que preguntar. Y así fue, Richard notó lo que pasaba y levantó su mano, pidiendo la palabra. Soltando una risita, Yoandri asintió.

—Es el amor de mi vida, mi futura esposa y madre de mi futuro bebé —sonrió, lanzándole un besito a la chica mientras le guiñaba un ojo—. Y se llama Yocelín.

—Wow... —sonrió emocionado, no sabía que podía que podía pasar algo así en sus pocos días de ausencia—. Son hermosos.

—Tú eres hermoso —susurró Johann, aunque todos lo escucharon bien, y entonces las mejillas del menor se pusieron coloradas, ambos carraspearon apenados—. ¿Estás bien Yola? Es que, bueno, con tu accidente...

Se calló y el pelinegro asintió, sabiendo a lo que se refería.

—Estoy bien Johli, gracias por preguntar —sonrió—. Y chicos —todos lo miraron—, hablando de amores de la vida... ¿Quieren avisarle a Joel que venga?, no quiero estar sin él mucho tiempo.

Christopher se detuvo en seco, recordando que en casa, Oriana y Joel no estaban solos, si no que Emilia también. No quería que aquella noche terminara en llanto y lamentos, pero sabía bien que si quería tener a salvo a Yoandri de ello, sólo debía correr a Joel.

— ¡Lo siento, olvidé algo! —todos lo miraron con la misma expresión preocupada que él tenía, sabiendo lo que pasaría— Esperen un momento ¿Sí? En seguida vuelvo.

Cuando se giró para caminar, Yoandri lo tomó de la mano, deteniendo su huída.

—Déjalo Chris, por favor, mañana vuelvo contigo por eso, pero por favor hoy no se vaya ninguno de ustedes, me siento solo.

Todos lo miraron.

—Yoyo, ¿Puedes ir al hospital de nuevo por algún daño que haya dejado el accidente? —preguntó Richard.

—Si me alteró mucho, así es, mi cabeza se puede descontrolar y puedo entrar hasta en un coma.

— ¡No debes ir a casa! —gritaron los tres varones al unísono.

Yoandri los miró confundido y la morena negó, chocando levemente la palma de su mano con su frente. No sabía lo que pasaba, pero entendía que no era algo bueno.

—Los chicos últimamente están haciendo muchas tonterías, y creen que no puedes estar ahí porque vas a alterarte, claramente no quieren que te pase nada —sonrió dulcemente, pasando un brazo por sus hombros—. ¿Por qué no vienes a mi casa? Invitaré a quien tú quieras.

Se detuvo junto con los chicos al notar que ya estaban frente a la casa.

Yoandri lo dudó un momento, y de pronto su rostro resplandeció, al esbozar una amplia sonrisa.

El TIC TAC de tu amor || Chrisdiel.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt