Capítulo 19

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Nunca me había gustado ser de las personas que despiertan muy temprano, de madrugada, incluso antes de que el sol terminase de salir, aunque era un hábito que adquirí en mis años en la quinta de los Rosales

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Nunca me había gustado ser de las personas que despiertan muy temprano, de madrugada, incluso antes de que el sol terminase de salir, aunque era un hábito que adquirí en mis años en la quinta de los Rosales.

Pero aquí estaba, recostada en el pequeño sillón que da la ventana. Atormentándome, sumergida en pensamientos, buscando en todos los recovecos de mi mente que me definen, esos que me hacen la tonta que soy.

Y es que todo lo que deduce mi cabeza me hace volver a la realidad, demostrándome una vez más que no estoy en orden. Como quisiera.

Hace dos años llegué con un equipaje no muy liviano a Elavec, me aventuré a un voluntariado, algo que definitivamente ocuparía mi mente, me dije que usaría mi tiempo aquí para reflexionar sobre todo, para aclarar mis prioridades.

No usé mi tiempo de esa forma, lo desperdicié y me lamenté por alguien que solo seguía su vida sin siquiera recordarme. 

Me di cuenta que estaba muy equivocada cuando me percaté de que seguía la filosofía de: Mientras más lejos estés de él y del lugar en donde te enamoraste, más rápido lo olvidarás.

Por si te preguntas si aquello funcionó, a estas alturas te diré que no.

Podría haberme ido a la luna y seguiría rememorando todos mis momentos con Damián.

Entiendo muy tarde, que mis revelaciones de ayer fueron ciertas. No necesitaba irme, solo tenía que ser honesta conmigo misma, tardé dos años en comprender que la idea principal de olvidarlo jamás se cumplirá, no con mi manera de ser, no si quiero avanzar, olvidarlo no, que su recuerdo no me derrumbe, sí.

Me golpea más fuerte la realización porque aquí, abrazada a mis rodillas con un espléndido chico en mi cama, todo lo que logro pensar es que no puedo hacerle a Inar lo mismo que me hicieron a mí.

El glorioso pelinegro de ojos amarillos verdosos, de esa mirada espectacular, con esos sentimientos puros y esa historia conmovedora. Ese chico merece más que ser usado para que yo pueda salir adelante. Debe estar con alguien que lo ame de la misma forma o más que su Lizzy. Es una persona increíble a la que me rehusó a lastimar tan profundamente como yo fui lastimada.

Por más hipócrita y contradictorio que suene de mi parte. Después de lo de anoche me he dado cuenta que pienso en él como un escudo ante mis recurrentes contradicciones emocionales.

Y me duele en el pecho, porque ya lo decidí, ya li sabía, porque quería ser egoísta y lo cumplí. En un parpadeo sé lo que debo hacer, así que salgo de la habitación y a paso lento y silencioso me dirijo al baño, entro a la ducha repitiéndome la rutina de hoy, dejo que las gotas de agua caliente se lleven cada rastro de lo que ocurrió anoche, trato de disipar la culpa que de ante mano siento, porque sé, que Inar me odiará después de lo que voy hacer.

No pude haber elegido peor circunstancia.

Solo ruego que luego, finalmente sea libre, ya no tenga esta carga en mi corazón y llegue justo lo que necesito.

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