Viento de sangre

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La policía llega rápido, cerca el baño con su cinta amarilla. A nosotras nos mantienen en el salón, no se nos permite salir. El doctor forense da la mala noticia, la víctima, una alumna de la institución, ha muerto hace menos de una hora. Hay probabilidades de que el asesino ronde el colegio. Las estudiantes quedan perplejas, no saben qué hacer, tienen miedo, se abrazan. No todos los días te dicen que un asesino podría andar cerca tuyo. Dentro de mi sigue sin haber nada, la gente mira raro mi sonrisa, pero no me importa, quiero sonreír. Nos mantienen en la sala mientras la investigación se lleva a cabo, cuando termina nos llaman a una asamblea general en la cancha del colegio. Algunas personas caminan rápido, otras inseguras, yo sólo camino. La directora nos dice que las clases continuarán con normalidad, dice que no hay que tener miedo, tres policías se quedarán a vigilar el lugar. Algunas estudiantes reclaman que deberían mandarlas para sus casas, pero nadie les hace caso. Me alejo un poco del grupo, todo el colegio está en la cancha y eso me desespera, me siento en una esquina apartada y cierro los ojos esperando a que el ruido de las quejas acabe. Oigo que nos mandan a clases por lo que me paro y camino con el grupo, no muy cerca, pero tampoco muy lejos. A un costado un policía nos observa, nos vigila sospechando, analizando cualquier gesto extraño en nuestro semblante, lo miro y le sonrío, frunce el ceño, no está contento. A su lado otro policía mira con picardía a las alumnas, él responde mi sonrisa con un giño de ojo. De repente una corriente helada recorre mi cuerpo, me mareo y caigo al suelo mientras a mi alrededor todo se hace borroso. Me levanto sin saber bien cuánto rato ha pasado, pudieron haber sido segundos, horas o días. El colegio está vacío. Todo luce gris. Un fuerte viento mueve rápido las nubes sobre mi cabeza y enreda mis cabellos. El viento levanta mi falda, frente a mi veo la cara del segundo policía, la cual desaparece arrastraba por el aire mientras giña el ojo. Camino hacia el lugar donde estaba la cara, ya no hay nada. Silbo alegremente y sigo caminando. La melodía resuena cómo el único sonido del lugar y las notas se pierden melancolicamente a lo lejos. Camino hasta llegar a la cancha donde había sido la asamblea. Me detengo y observo. Al centro un remolino se irgue hasta el cielo. Me dirijo hacia él lenta y forzadamente, el viento me pone resistencia. Mientras me acerco el remolino me parece más y más grande y con cada paso que doy va adquiriendo un tono rojizo. Me detengo cuando estoy al lado de él y al observarlo de cerca descubro que el remolino no es de aire, es líquido. Un líquido rojo y espeso recorre cada curva del inmenso remolino, pero eso no me sorprende, en un sueño todo puede pasar. Atravieso el remolino sin pensar, camino lento mientras el líquido se me pega a la piel y mancha todo mi cuerpo de rojo carmesí. Llego al centro, al ojo, al lugar donde hay calma. Ahí hay una mujer, una alumna del colegio. La quedo mirando, está cubierta de sangre y comprendo que yo debo lucir igual, el remolino entero es sangre girando. Ella lentamente se da la vuelta y me observa, o eso al menos eso intenta, no puede hacerlo, sus ojos no están, sólo hay dos cuencas vacías chorreantes de sangre. Trato de hablarle, pero mi boca no se abre. El remolino empieza a angostarse, el espacio del centro dismunuye. La chica es absorbida por la sangre y desaparece. Me quedo quieta y impotente veo cómo las paredes de sangre se me vienen encima.

Abro los ojos sobresaltada y con una sensación de ahogo en el pecho, estoy acostada en una camilla de la enfermería. Las luces blancas dejan ver todo con claridad. Voces me llegan suaves desde afuera de la habitación. Me acerco a la puerta y espío para afuera, la directora habla con un oficial de policía. Ella reclama que hay que dejar ir a las alumnas a sus casas, él le dice que no, que una de esas chicas es el asesino por lo que nadie debe entrar o salir del establecimiento hasta que descubran cuál de todas es. Al parecer, encontraron a otra muerta en el patio.

Sueño, Muerte, SangreWhere stories live. Discover now