Epílogo

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Camino lentamente por los abandonados pasillos del hospital siquiátrico, con un sólo rumbo y una sola idea en mi cabeza, quiero alcanzar mi paz. Las paredes están cubiertas de sangre y una luz palpadeante iluminada el lugar. Del techo cuelga un reloj cuyas anillas están inmóviles. Llego a una gran puerta negra y la abro, tras ella hay un sujeto vestido formal que escribe rápidamente en un diario.

-Veo que has llegado Amelia- me dice el hombre cuando se percata de que estoy ahí.

No le hago caso y camino firme hacia él, arrebato el lápiz de su mano y sin piedad lo apuñalo. Con placer entierro el lápiz una y otra vez en el cuerpo del hombre. Cuando cae al piso inmóvil me detengo. Tomo el cuaderno en el que él escribía y lo leo. En él está escrita toda mi vida, palabras en negro señalan cada acción qué había realizado y partir de eso remarcan que yo estoy enferma, loca, y que soy una maniática adicta a matar. ¿Loca yo?, lanzo el cuaderno al piso y luego sonrío, ¿Por qué? Sí todo es un sueño. Río y no me cayo, no puedo parar. Caigo riendo al suelo y ahí me quedo para siempre, sin que nada pase, sin que el tiempo avance, sin parar de reír.

Sueño, Muerte, SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora