Cuervo

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Salgo de la enfermería y entro a mi sala sin que nadie preste interés en mi, los pasillos están vacíos y la gente demasiado preocupada de otros asuntos como para notarme. Me siento al fondo del salón, en la orilla cerca de la ventana. Ahí descanso sin prestar atención a la clase. Me dedico a observar por la ventana. No muy lejos un gran pájaro negro me observa parado en una rama. Lo quedo mirando sonriendo. El pájaro vuela y sólo alcanzo a ver una mancha negra que se estrella contra la ventana salpicando pedazos de vidrio que me hacen cortes en los brazos. La alumna de adelante grita, la clase se detiene, todo queda inmóvil. Lo único que se mueve es un moribundo cuervo que se retuerce entre los pedazos de cristal en el piso. Todas en el lugar están muy pendientes del ave cómo para prestar atención a mis cortes, pero a pesar de tener vidrio en el brazo las heridas no me duelen, por lo que me quedo sentada sin quejarme y sin llamar la atención. La estudiante que estaba delante mío resultó herida también por lo que con una amiga y bajo la autorización de la profesora va a curarse a la enfermería. Atentamente las observo alejarse por la puerta, siento que esa no es una buena idea, pero no digo nada. Sigo observando la puerta a pesar de que ellas ya no están y poco a poco me empiezo a sentir somnolienta. Siento un gran silencio y unos ojos clavados en mi, me doy la vuelta para ver al cuervo parado inmóvil observándome. Grazna a modo de invitación y se va volando, dejándome sola en la sala, mis compañeras y la profesora han desaparecido. Sin nada más que hacer sigo al ave. Debo haberme quedado dormida de nuevo. Trato de recordar por qué ando tán cansada, pero no encuentro ninguna razón lógica. No veo al cuervo, pero un rastro de sangre me señala el camino. El pasillo luce oscuro, las lámparas apenas iluminan y la atmósfera está cubierta de polvo y humo. Camino lentamente, con el corazón tranquilo y una sonrisa en la cara. Una puntada me ataca la cabeza, aguda y dolorosa. La sangre me lleva hasta la puerta cerrada de la enfermería. El cuervo está ahí, con las plumas negras salpicadas de rojo. Grazna y me invita a abrir la puerta. Entro a la enfermería, está llena de plumas negras, montículos de plumas se acumulan en el piso y sobre los muebles. En la camilla acostada hay dos alumnas, las mismas que salieron del salón. Están amarradas por tentáculos negros a la cama, tentáculos pegajoso y brillantes. Las observo y tras una puntada en mi cabeza percibo algo frío y liso en mi palma. Tengo un pedazo del cristal de la ventana en mi mano. Sin dudarlo intento cortar los tentáculos con el cristal, pero el cuervo, envuelto en un instinto asesino, se abalanza contra mi, me picotea y ataca. Atravieso al pájaro con el cristal y éste cae muerto al piso hecho una bola sangrienta de plumas negras. Intento rescatar a mis companeras, pero en su lugar ahora en la camilla hay sólo plumas, plumas y más sangre. Salgo corriendo, con un fuerte dolor de cabeza, aunque sean sueños son muy extraños. Corro por el pasillo esparciendo plumas a mi alrededor, con el cristal sangriento en la mano. Veo a una niña rubia que corre y desaparece cuando paso a su lado,eso me da un mal presentimiento. Corro más rápido, todos estos sueños me resultan extraño. Me detengo al chocar con un cuerpo sólido. Miro hacia arriba y veo al policía que me giñó el ojo envuelto en una brillante luz. He chocado contra él y me mira con una cara de diversión que no puedo descifrar. Me sonríe y levanta la ceja. Ya no estoy soñando, algo malo va a pasar.

Sueño, Muerte, SangreWhere stories live. Discover now