Bienvenida a casa

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-Si no colaboras el juez no será amable contigo- Me amenaza el policía.

No le presto atención, miro atrás de él, al espejo, algo está apareciendo. Es la muchacha pelirroja, me mira sonriendo, tiene un cuchillo en la mano. Se pasea al rededor del policía con una sonrisa qué asusta y rozando su pileta con el cuchillo. El policía parece darse cuenta de qué no lo miro y voltea la cabeza siguiendo mi mirada. A través del espejo puedo ver su cara de horror, asombro y dolor cuando la pelirroja dentro del espejo entierra su cuchillo en el cuello del hombre. El policía cae, azota su cabeza contra la mesa, un río rojo de sangre sale por su cuello haciendo un charco en la superficie de metal. La pelirroja en el espejo ríe, de una manera cruel y maniática, la veo darse la vuelta e ir al charco de sangre, en él se humedece los dedos. Vuelve hasta quedar frente al espejo y con la sangre escribe en él: "¿Volvamos a casa?". Lo escribe al revés, de forma que sea legible para mi, no para ella. Retrocede por el espejo hasta quedar junto a mi. Observo en el espejo nuestros cuerpos juntos, somos iguales, tenemos la misma cara y el.mismo cuerpo, sólo nos diferencia algo qué aún no logro comprender, su pelo es rojo y el mío café. Pero esa diferencia no me hace dudar, se que ella es un reflejo de mi misma. Ella me mira y sin dejar de sonreír corta mis esposas. La veo hacerlo por el espejo, pero no me sorprendió al comprobar que en la realidad ya no estoy sujeta a la mesa. Me levanto y camino hacia el espejo. Admiro las letras pintadas con sangre, están frescas y gotean. La sangre se pasó para este lado del espejo y pareciera que fueron escritas por fuera, no por dentro. Toco la superficie del espejo bajo la atenta mirada de la muchacha. El cristal no es duro, se hunde, absorbe mi mano. Comprendo que si hago presión con mi cuerpo podré atravesarlo. Me introduzco lentamente en el espejo, mientras una sustancia blanda y moldeable me va envolviendo. Me ahogo, no puedo respirar, mi cuerpo está completamente dentro del espejo y no hay oxígeno. Siento frío, no puedo avanzar, estoy atrapada en una masa que me atrapa. Siento algo que me agarra, una mano, me sujeta y me saca de ahí. Una luz me ciega y por fin puedo respirar. Es la chica pelirroja, me sujeta.

-Ahora volveremos a se una- Me dice mientras se empieza a fundir, su brazo se une al mío, se pega a mi, nos unimos. Ella desaparece dentro de mi. Me quedo inmóvil, estoy confundida, intento ordenar mis ideas. ¿Volver a dónde?, Miro a mi alrededor, un bosque de árboles muertos se extiende hasta donde llega mi vista. Camino casi por inercia, sin pensar. Mis pies siguen seguros un rumbo, sin dudar. Atravesó decenas de árboles muertos, árboles de corteza oscura y lisa como el cristal. Camino y camino, sabiendo que llegaré a algún lugar, perplejidad sin saber a cuál. Camino y camino, el cielo está oscuro, pero aún no es de noche. Camino hasta llegar, me detengo frente a un edificio blanco de ventanas abarrotadas. Estoy frente al hospital siquiátrico que ya había visto antes en sueños. Entro al edificio sin lugar y avanzo a través de pasa celdas, sabiendo que debo llegar hasta el final, hasta la celda marcada con las letras A.H.R . Siento que sé qué significan aquellas iniciales, pero no logro recordarlo. Entro a la celda y la observo, una cama desnuda, un retrete a unos metros y un lavamanos, no tiene ventanas ni muebles. En el piso hay una mancha de sangre fresca, que desaparece frente a una puerta en la pared, demasiado pequeña para que una persona entre parada por ella, por la rendija entra una intensa luz blanca. Me agacho para poder abrirla, al otro lado hay demasiada luz, no logro cerca nada. Siento curiosidad, quiero saber qué brilla tanto. Gateo por el piso, manchando mis piernas de rojizo. Con dificultad me hago caber en la puerta, la cruzo y me quedo quieta mientras mis ojos se acostumbran a la iluminación. Veo parado frente a mi a un hombre, o a lo que en un principio me pareció que era un hombre. Su parte inferior está hecha de tronco, no tiene piernas, las raíces lo anclan al piso; su torso es humano, está vestido formal y tiene manos completamente blancas, las cuales sujetan un sombrero sobre una cabeza invisible; Está haciendo una reverencia. El hombre me habla, no tiene cabeza ni rostro, pero la con sale de él. Me da la bienvenida, dice que he llegado a casa y que ya nunca podré irme.

Sueño, Muerte, SangreWhere stories live. Discover now