Enast

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Frente a nosotras, una mujer Manaea nos contaba historias que bien podrían desvelar su origen y debilidades, pero fuimos interrumpidas de forma intempestiva por una enloquecida Eris cuyos ojos desorbitados ansiaban una presa.

La Manaea frente a ella, estaba temblorosa y cayó al suelo por el miedo mientras se arrastraba lejos de su persecutora que avanzaba despacio, con paso seguro y disfrutando el terror.

—Eris, tranquilízate —hablé despacio y con calma, un movimiento en falzo y se apresuraría; con su velocidad, podría matar a la chica antes de que lográramos detenerla.

—¡Buuu! —gritó hacia la chica, casi matándola de miedo mientras las demás nos llenabamos de confusión.

La demonio reía y reía mientras luchabamos por recobrar la calma.

—Hace tiempo que no hacía una broma así.

—Eris, no debes atormentar a las personas —regañé, pero...

—Si, ese es mi trabajo —Mavis tenía otro punto.

—¿Qué sucede?

—Bueno... Tras volar un poco y pensar en la razón por la que quería comermela, llegué a una conclusión y vine a contarles, pero en el camino se me ocurrió jugar una pequeña broma.

—¡¿Y por qué tus ojos están tan rojos?! —cuestionó Shiba.

—Porque me los froté con  una hierba extraña que encontraron los exploradores... —la Demonio buscó en su bolsa y me mostró un... Un chile avanero algo distinto a los de la tierra, más grande y parecía emitir calor—. Duele... ¿Podrían ayudarme a lavar mi cara?

Suspiré y Mavis se adelantó para auxiliar a la demonio mientras trataba de disculparme con la invitada. Se suponía que Eris ya había dejado esa clase de bromas crueles; quizás esta chica hacía salir su lado salvaje.

—Lo siento por mi esposa, ya sabía como comportarse... ¿estás bien?

La chica no respondía.

—¿Qué sucede? —me levanté extrañada para tratar de ayudarla y me topé con una expresión avergonzada de su parte.

—Yo...

—Ajá ¿todo bien?

No pude evitar notar el piso pintado de colores azules y violetas bajo su persona.

—¿Qué le sucedió al sue...? —justo antes de terminar, lo entendí.

—Estaba tan asustada que liberé un poco de energía...

—Oh... —hablando en términos enrendibles, se había orinado encima.

—¿Quieres tomar un baño?

Asintió con lágrimas brillantes en sus ojos.

Tuve que disculparme todo el camino al baño mientras Shiba me ayudaba a tratar de que se sintiera mejor.

—¿Enserio puedes lavar eso con agua? Se ve muy raro... Tu pipí es rara—desafortunadamente, Shiba seguía diciendo lo que venía a su cabeza sin pensárselo mucho.

—No se puede, el agua sólo me relaja y me ayuda a controlar mi flujo energético.

—¿Sigues haciendo pipí?

La chica empezaba a llorar de nuevo.

—¿Puedo sólo meterme al agua para relajarme y morir?

En el baño, ella nos sorprendió nuevamente; su piel brilló y cambió, revelando sus características sexuales primarias.

Reina Salvaje (Volúmenes 15 - 17)Where stories live. Discover now