Cap 2 (Editado)

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- No seas un aburrido.- señaló al chico con desaprobación.- Tengo que hacer algo, me estoy muriendo de aburrimiento.

El joven abrió una pequeña maleta que llevaba colgada al hombro, sacando de ella un libro.

"El escultor de cadáveres"

Podría reconocer aquel lomo en cualquier lugar, era su libro favorito. Las veces que se había infiltrado en ese mundo, eran incontables. Con una sonrisa, tomó el libro de la mano del chico.

- Me he leído este libro muchas veces.- confesó risueña- Gracias.

El chico tan solo sonrió como respuesta y tomó su teléfono, tecleando la pantalla.

...

La espera se hizo interminable, dos días sentada en aquella cama, con aquel chico a su lado, que la mayor parte del tiempo escribía mensajes, probablemente a su novia.

La alimentaba y la ayudaba a levantarse de la cama, para llegar al baño.

- Te han dado el alta. - mencionó el joven entrando a la habitación y acabando el suplicio de la joven, que leía el mismo libro por tercera vez.

- Por fin. - murmuró levantando los brazos, en un símbolo de victoria.

El joven rió, apenas audible. Después de unos segundo, volvió a su compostura habitual y seria.

- Ha venido tu padre a buscarte, tengo que ir al cementerio unos minutos, luego iré a trabajar de nuevo, si me necesitas.

- ¿Puedo ir?

- Como quieras.

...

- No me esperaba esto como vehículo.- dijo señalando la Yamaha que tenían enfrente.

- Vamos, es sólo una moto.- se mofó el chico.- ¿Prefieres ir corriendo?

El joven la subió antes de recibir una queja y se dirigió a la parte de alante.

- Sujétese fuerte, señorita.

La fuerte y barata colonia que llevaba el escolta la inundó, mientras miraba el paisaje.

...

- Bien, hemos llegado sanos y salvos.- murmuró la chica.

- Ese es mi trabajo.- respondió él, bajando de la moto. - Tengo que ir a hablar con alguien, acompáñeme si no va a hacer nada porfavor.

Paró abruptamente a mitad de camino, delante de la tumba de su difunta madre y arrodillándose ante ella.

- Volveré a por usted en unos minutos, ¿De acuerdo?

- Gracias.- murmuró la joven con la voz rota.

Al encontrarse sola, saco de su bolsillo aquel bonito collar de oro que le regaló su madre antes de su muerte.

- Casi me lo roban. - soltó una risita- Te lo devuelvo, intentaré venir más veces, sabes que a mí padre no le gusta que lo haga.

Lo dejó caer dentro de aquel jarrón en el que se encontraban flores y tan solo se quedó ahí, sentada sobra la húmeda tierra.

- Señorita, nos vamos. El señor pregunta por usted.

- Tráeme más a menudo.

- Como usted diga.

- Mi padre no me deja venir. ¿Crees que no la quiso? - mencionó con ojos llorosos

- Melisa - extendió el chico su mano ayudándola a levantarse, una vez de pie, la miró fijamente a los ojos, perdiéndose en aquel color esmeralda que poseía la chica- Creo que tan solo hay gente impredecible.

...

- ¿Se puede saber porque has tardado tanto en volver? Te dieron el alta hace unas horas.- espetó su padre cuando pasaron la puerta, ignorando al escolta que la joven.

- ¿Me lo preguntas tu a mi? Te has ido del hospital dejándome con un hombre que no conozco para estar con tu mujer, dos días. - indicó unas comillas sobre la palabra mujer- Mamá no haría eso. - reprochó ella.

- Deja de hablar de tu madre, malcriada. Y deja de faltarle el respeto a tu madrastra. Repito, ¿Qué hacíais?

La joven miró a su cómplice buscando ayuda.

Estúpido Pero Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora