Cap 7 (Editado)

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Los pasos rápidos de la joven aturdieron al joven. El portazo de la puerta de la habitación sonó por toda la casa.

Dos toques. Una respiración al otro lado de la puerta.

- Adelante.- murmuró con la cabeza sobre la almohada.

- ¿Ha pasado algo?

El guardaespaldas acercó a ella acariciando su cabeza como siempre, mientras la miraba de pie.

- ¿Acaso importa?

La voz de la chica sonó rota, aturdida, en un débil susurro. 

- Claro que si, tu importas.

- Es tu trabajo.

El chico se arrodilló delante de la cama, mirándola fijamente. Sus ojos llorosos escondidos y sus lágrimas sobre la almohada. Sostuvo una de sus temblorosas manos, y apoyó su barbilla sobre el suave colchón.

Tras unos minutos, la chica levantó la mirada cruzándola con la de su acompañante.

La joven se lanzó a abrazarle con firmeza.

- No pasa nada, nena.

La sostuvo sobre sus fuertes brazos llevándola a la cama y sentándose con ella sobre él, quién seguía abrazándolo.

Acarició sus largos mechones mientras ella, se abrazaba sobre su cuello en profundo silencio.

Hasta que se alejó de él.

- ¿Estás bien?- preguntó en voz baja tomando su mentón.

- Me ha besado, no me gustó, no se sentía igual.- confesó.

-¿Igual a qué?

- A ti. No era la misma sensación.- respondió afligida.

El chico con una sonrisa se acercó más a ella. Se fijó en un labios, no muy grandes, rojizos, y sus mejillas tiñéndose.

- ¿Nerviosa? Señorita summer.

Una risa salió de su boca antes de terminar con el espacio que quedaba entre ellos.

Un beso. Lento. Suave. Corto.

- Eso, no ha sido parte de mi trabajo.

...

Había pasado una semana, no habían vuelto a tener ningún encuentro cercano, la mayoría de tiempo el padre de la joven se encontraba cerca de ellos, vigilándolos.

Siete de la mañana. Unas mujeres entraron a su habitación despertando la abruptamente.

- Buenos días señora, nos encargaremos de su boda.

- ¿Que boda?

Las dos rieron efusivamente.

- Tiene usted un buen sentido del humor.

- Y buen gusto, su vestido es precioso.

¿Dónde estaba metida? No iba a casarse, con nadie. No tenía ni siquiera una pareja estable como para pretender casarse.

Se encontraba ya con un vestido puesto, debía admitir lo bonito que era. Pegado hasta su cintura, con una falda de princesa, elegante y bonito.

Su maquillaje, sencillo y bonito.

Su padre entró a la habitación, seguido por Hugo.

- ¿Qué es esto?

- Tu boda cariño.

Sus ojos aguaron rápidamente, ¿acaso era una broma? Su amante la miraba con tristeza, tras el cuerpo de su padre. Sus ojeras y sus ojos vagos demostraban su inquietud.

El hombre salió de la sala.

- No dejes que me hagan esto.- suplicó la joven con voz rota.

Los firmes brazos del escolta la abrazaron con firmeza mientras escondía su cara sobre el cuello de ella, oliendo su perfume. Trazó círculos con sus dedos sobre su espalda, acariciándola.

Acunó la cabeza de la chica, colocando sus manos bajo su barbilla, levantando su tez.

- No puedo hacer nada, lo siento.

Por primera vez veía a aquel hombre algo roto, afligido. Su mandíbula apretada y sus ojos cristalinos.

El segundo beso ocurrió. Un beso rápido, dejando ver el amor que le tenía. Sus pequeños y suaves labios se fundieron con los suyos.

...

No quería salir ahí. No quería ver a esa gente que no había invitado. Daba vueltas por la habitación, de manera torpe, en su pensamiento solo quedaba una cosa: Hugo.

Salió acompañada de su padre, sus ojos se dirigieron al centro, decorado con rosas y un hombre de pie, vestido para la ocasión esperándola: Carlos.

Sin duda parecía una boda de película, de un libro, pero sus pensamientos se centran en el cariño y deseo que sentía hacia otra persona. Imaginaba cada uno de sus rasgos mientras caminaba, su voz, diciendo que no podía hacer nada, su mirada perdida.

- No quiero casarme.- pronunció en voz alta al llegar, sin dejar siquiera hablar al cura.

- ¿Que haces?- susurró Carlos inseguro.

- Te odio.

Tras soltar aquellas dos palabras, caminó tranquilamente hasta su habitación, bajo las miradas confusas de todos los invitados.

La puerta se abrió cautelosamente, el chico trajeado se asomó.

- No deberías haber hecho eso.- mencionó Hugo.

- No le amo.- Los ojos de la joven cristalizaron, sobre sus mejillas bajaba aquel líquido transparente mientras su voz quebraba.- no le amo, no le amo.

El chico la abrazó por su espalda, atrayéndola a él y dejando un casto beso sobre su hombro. Después, se apoyó sobre el ya mencionado.

- Te acostumbrarias, tiene dinero y una vida arreglada, parece apreciarte, no sería tan malo. Estás dejando mal a tu padre.

- No me importa.

- ¿Que te importa tanto entonces?

- Tú. - susurró.

La puerta se abrió bruscamente, dejando entrar a un visiblemente enfadado Carlos.

- Nos vamos.

El escolta antes de que la joven se moviera, la sostuvo del brazo delicadamente haciéndola parar, dejando en su mano aquel libro que le dejó al conocerse.

- Llévalo contigo, te quiero.

Dejó un beso sobre su frente y la vió salir de la habitación, desapareciendo de su vista.

Estúpido Pero Mío Where stories live. Discover now