Cap 3 (Editado)

3.7K 178 22
                                    

- Su hija se encontraba hambrienta, señor. La llevé a un restaurante cercano a que comiera algo, y ya sabe usted, el hospital no se encuentra precisamente cerca de su casa señor.

- Recuerda que tú relación con mi hija, niño, es estrictamente...

- Formal - le interrumpió Hugo.

El padre sonrió en respuesta y luego miró a su hija, esperando alguna reacción que no hubo.

- Cariño, ¿nos vamos ya?- habló la madrastra.

Una mujer grosera, racista, homófoba y que no soportaba a nadie que tuviera menos dinero que ella, pero su empresa la hacia candidata perfecta para su padre.

- ¡No volváis! - gritó Melisa mientras el sonido de la puerta cerrándose se hundía entre las dos personas que quedaban.

Sin decir palabra, se sentó en el caro sofá de cuero que tenía en el amplio salón y encendió la televisión.

Deslizó sus dedos sobre el mando, encendiendo la televisión.

El joven se sentó en el otro sillón, observando la pantalla de su teléfono fijamente, mientras su ceño se fruncía y golpeaba suavemente el suelo con uno de sus pies.

La joven le observó durante unos segundos detenidamente.

Levantó la mirada y ladeó la cabeza, apagando el teléfono.

- ¿Necesitas algo?

- No.

Las mejillas de la joven se empezaron a teñir de un color carmesí y juraría que nunca se había puesto tan nerviosa, y menos por un hombre.

Sonó un estruendo en la cocina, dejando confusos a los jóvenes.

- Voy a mirar, quédate aquí.- indicó él.

Con pasos suaves y lentos llegó hasta la cocina, asomando la cabeza con lentitud. Sobre el suelo habían varios platos rotos, con las pintas filosas y a su lado una pelota, que parecía haber perforado la ventana y tirado el puñado de platos de porcelana que yacían en el suelo.

Un grupo de adolescentes miraba al escolta desde la lejanía, y al darse cuenta de su mirada sobre ellos, huyeron a toda prisa.

- Nada de que preocuparse.- indicó el hombre entrando a la sala - un grupo de chicos y una pelota.

- Gracias..

- Es mi trabajo. - le recordó él.

La joven se dirigió a la cocina, descalza, con el propósito de limpiar el desastre, sus pies deslizaban sobre las hermosas baldosas de la habitación cuando pisó uno de los cristales.

- Mierda.- murmuró el chico.

La sujetó con fuerza y la llevó hasta el sofá en el que se encontraba antes. Empezó a vendar con calma la perforación mientras colocaba algo de algodón.

La puerta se abrió abruptamente, dejando paso al padre de la joven.

-¿¡Que coño haces tan cerca de mí hija!?

- Buenas tardes señor, estaba sanando su herida señor.

- Me voy por unas horas y ya se lastima, ¿Acaso eres un inútil? ¿No sabes hacer tú puto trabajo?

La joven fulminó a su padre antes de hablar.

- ¿Porque no le tienes algo de respeto a tus trabajadores? ¿No te educó la abuela? ¿O acaso te lo está pegando esta... cosa?- señaló a su madrastra.

Estúpido Pero Mío Where stories live. Discover now