Cap 5 (Editado)

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Los robustos brazos del escolta la alzaron hasta llegar al taxi, donde la dejó con sutileza mientras veía como su jefe se marchaba en otro coche.

- Genial, tu padre es un grano en el culo.- habló con la niña dormida.

Soltó una risilla al darse cuenta de su inconcluencia.

...

- Levántate, anda, que hemos llegado a casa.- habló el joven.

- Me da pereza, llévame.- extendió lo brazos en dirección al chico.

- ¿Con que esas confianzas tenemos? Mueve el culo, no creo que a tu papaíto le haga gracia vernos muy cerca.- acarició su oscuro cabello de forma delicada y corta, fijando la vista en el hombre que les observaba desde el portal del hogar. - Tu padre nos mira.

Entre murmuros y quejas, se levantó del asiento y se dirigió a la entrada, mientras el chico pagaba al conductor del vehículo.

- Tenemos que hablar.- soltó el escolta en dirección al guardaespaldas.

- Si, señor.

...

- ¿No he sido suficientemente claro? No te quiero cerca de ella. No quiero que la toques, no le hables, ni la mires.

- Como usted diga señor, ¿puedo retirarme?

- Si no me haces caso, volverás al reformatorio.

- Señor lamento informarle que ya soy mayor de edad.

...

La muchacha, estirada sobre aquel objeto suave y acolchado al que llaman cama, leía aquel libro que Hugo le había regalado por décima vez.

Tal vez le gustaba demasiado, el libro. O tal vez, le gustaba el chico y era lo único suyo que tenía.

Dos toques sonaron sobre la madera de la puerta.

- Adelante.

- Tu padre quiere hablar contigo, Melisa.

- Voy.

Salió disparada de la cama, soltando el libro sobre esta y abrazando rápidamente al chico antes de marcharse.

¿Cuántas veces había leído ya el libro?

Se dirigí hacia él para ojearlo, era un buen libro pero, ¿Que tenía tan especial?

Un post-it se encontraba sobre una de las hojas.

Me gusta el libro, ¿o me gusta que me lo haya dado él? o... me gusta él.

La letra cursiva de la chica era impecable, pulcra, releyó la nota pasando uno de sus dedos sobre el carbón del lápiz.

La puerta se abrió sonoramente causando un leve susto en el joven que soltó el libro se manera brusca.

- ¿Fisgoneando las cosas de mi hija?

...

- ¿Necesitas algo, padre?- entró a la sala sin prisa, acercándose a su progenitor.

- Mañana conocerás a un hombre, Carlos. Espero que os llevéis bien, os veréis bastante.

La joven curiosa, no vaciló antes de intentar aclarar su duda.

- ¿Desde cuándo conozco a tus socios?

- Digamos que este es especial.

...

¿Porque debía despertarse temprano? ¿Porque por un socio? El sueño la abrazaba mientras fregaba sus ojos con la palma de sus manos.

Necesitaba una ducha, definitivamente.

A paso lento, caminó hacia el baño. Abrió la puerta encontrándose una escena de lo más vergonzosa. Su escolta se encontraba dentro con tan solo una toalla cubriendo su cuerpo. Podía observar los tatuajes que tenía sobre su torso y de los que desconocía la existencia, y sus abdominales marcados.

Sus mejillas enrojecieron al percatarse de la situación.

- Perdón, me marcharé y...

- No te preocupes, ya me iba.- sonrió a la joven- buenos días.- dejó un beso sobre su coronilla antes de marcharse del baño.

¿Cómo podía estar tan tranquilo después de aquel encuentro? Era bochornoso y... bueno, tan solo bochornoso.

Después de aquello, definitivamente necesitaba la ducha.

Tras salir del plato de ducha, se secó rápidamente y se colocó un vestido. Rojo, acaba a unos tres dedos sobre sus rodillas. Simple, cómodo y ¿elegante?

Tras ello, se maquilló tranquilamente y onduló su naturalmente liso cabello.

- Te ves muy bien.- admitió el chico desde la puerta. Sus ojos se encontraron y su respuesta fue una genuina sonrisa.

Y entonces, sucedió: el timbre sonó.

Estúpido Pero Mío Where stories live. Discover now