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Al fin tendría a su cachorro por casi una semana completa, desde todo lo sucedido sólo miraba al pequeño por ratos o cuando iba un fin de semana dormía una noche, nada más. Le extrañaba pero sabía que siendo él un alfa podía aguantar más que su ex-omega. Estaba consciente que era más difícil para los omegas estar separados de sus cachorros, por ello era que había aceptado (aunque un poco de mala gana) que su hijo se quedara con el omega.

Fue por su hijo y como siempre sus emociones se elevaron al ver aquel omega, aún le hacía acelerar su corazón. Le dolía verle y saber que ese omega —por mucho que le haya traicionado— seguía enterrado en lo más profundo de su ser y no se iría de ahí. Tampoco es como si lo deseara, se siente herido y con resentimiento, pero eso no quita el —aunque lo niegue— amor que aún posee por él. Por lo mismo es que le disgustaba verle, sus sentidos se elevaban y se detenía por no abalanzarse hacia él. 

Su auto control era sorprendente, ya que por mucho que deseaba abrazarle, no lo hacía y recurría a mejor tratar de odiarle por ello. A parte que ahora él está con su omega destinada, no tiene sentido estar reteniéndose, pero hay algo que le inquieta de sobremanera y es el poder sentir aún aquel lazo, es mínimo pero lo hace ¿por qué? Es lo que quisiera saber, ya no poseían nada que los vinculaba, se decía el pelinegro.

Sólo su hijo, y esa no es la razón de sus emociones revueltas.

Sacude su cabeza y se concentra en su pequeño que se paseaba por todo el rincón de su habitación, porque está claro que debía aprovechar estos días con él, por eso decidió que el pequeño durmiera con él. 

—Papá~ tu habitación es muy triste.

—¿Por qué lo dices?

—No tiene color, papi Tae la tiene muy colorida, llena de fotos y con estrellas en el techo que alumbran por la noche. —Le cuenta muy sonriente el pequeño.

—¿Tú papi cambió la decoración de la habitación? 

El pequeño negó mientras se subía al regazo de su padre. —Nope, sólo le dio brillo a otra.

—¿Otra? ¿No duerme en nuestra habitación? 

—Papi la cerró hace mucho, ni siquiera yo puedo entrar. Dijo que era el cuarto prohibido.

—¿Por qué?

—Porque es donde tus recuerdos vuelven junto con el dolor. No entendí pero eso dijo —el pequeño hizo una mueca de seguir sin comprender—, ¿Tú entiendes, papá?

—Sólo un poco.... —su mirada estaba perdida procesando esas palabras.

No entendía por qué se comportaba TaeHyung de esa manera, como si le extrañara, como si aún le quería. 

.

.

.

Su hijo estaba más que feliz, estaban pasando días estupendos con el pequeño, sus padres le adoraban. Y ¿cómo no? Si es su pedacito de carne, como le decían. Estaba siendo más que mimado por todos, sin duda era un niño con mucho amor, por muy dividida que se encontrase su familia.

El pequeño le había hecho contactar a TaeHyung para la Navidad que habían pasado como una familia feliz. Incluso su omega estuvo con ellos un rato ya que tenía que volver por asuntos familiares. El pequeño se había comportado de la manera más educada, su papi Tae le había dicho que tenía que acostumbrarse a esa omega, no entendía el por qué pero sabía que debía obedecerle.

Jungkook agradecía eso, que su hijo entendiera y que no fuera como en esos casos que el niño no quiere a la madrastra y se deja influenciar por la madre, agradecía que no fuera así y en parte sabía que Tae tenía mucho que ver en ello.

La verdad no contada |KookV| [Omegaverse]Where stories live. Discover now